Uruguay definirá este domingo quién gobernará el país durante los próximos cinco años, si Yamand Orsi, candidato de la oposición agrupada en el progresista Frente Amplio, o Álvaro Delgado, el postulante del oficialista Partido Nacional (Blanco). A Javier Milei no le da lo mismo que gane uno u otro.
A Orsi, el triunfo en la primera vuelta del mes pasado no le daba garantías de acceder al poder en marzo próximo. El 43,9% que obtuvo no parecía suficiente contra la sumatoria de los partidos de la Coalición Republicana, que estará representada por el delfín del presidente saliente Luis Lacalle Pou.
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Yamandú Orsi, la peor opción para Javier Milei.
El 26,8% que consiguió Delgado, sumado al 16% del derechista colorado Andrés Ojeda y a la cosecha de partidos menores –el Independiente y el ultra Cabildo Abierto– auguraban una ligera pero relevante ventaja inicial para el oficialismo.
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Álvaro Delgado, la apuesta de Javier Milei.
Sin embargo, todas las encuestas previas al ballotage señalan un liderazgo de Orsi, aunque invariablemente dentro de los márgenes de error o muy cerca de ellos. La diferencia oscila entre dos y cuatro puntos porcentuales. Todo o nada. Se verá...
Moderación y teléfono para el peronismo
El regreso del Frente Amplio al poder representaría una relativa sorpresa. La alianza centroizquierdista está representada por un hombre del Movimiento de Participación Popular (MPP, ex-Tupamaros), la agrupación que lidera Pepe Mujica, un hombre de los que dan pelea hasta el final.
Más allá de rótulos y preconceptos, el progresismo uruguayo ha encontrado modos de convivencia, articulación entre sus facciones y mecanismos de resolución de controversias incomparablemente superiores a los del argentino, lo que lo ha convertido en un modelo de éxito for export.
El mujiquismo de Orsi ha sabido combinar la adopción de un perfil moderado –inevitable para dar pelea en el tablero político existente– con la incorporación, nada menos que en la candidatura a la vicepresidencia, de la comunista Carolina Cosse, exintendenta de Montevideo a quien había derrotado en la interna. A nadie se le cayeron los anillos.
Delgado también tiene posibilidades de ganar, pero sus últimos movimientos demuestran que no le sobra nada. Mostró cierta desesperación cuando apeló a los lugares comunes del macartismo y señaló a su rival como un supuesto despilfarrador de fondos públicos, un amante del aumento de impuestos y hasta un émulo de Alberto Fernández, esto es, un hombre incapaz de gobernar por voluntad propia y eternamente condicionado por sus aliados de izquierda.
El frenteamplista le respondió con flema: "Mi rival está perdiendo el centro".
¿Compañía para romper el Mercosur?
Para Javier Milei, un Uruguay enrolado por cinco años más en el centroderecha significaría una mejor compañía y un aliado para tironear del Mercosur en un sentido radicalmente liberalizante.
En reuniones recientes, el argentino ha confiado su insatisfacción con la impronta del bloque, al que considera un corsé para sus ansias de libre comercio.
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Javier Milei con su par de Uruguay, Luis Lacalle Pou.
Lo que no se sabe es en qué punto de la realidad internacional actual –más bien dada al proteccionismo– ancla semejante expectativa. De hecho, no se sabe que Donald Trump haya respondido a su propuesta de negociar un tratado de libre comercio, concepto que parece totalmente ajeno a la mentalidad del republicano, quien sigue blandiendo su amenaza de imponer aranceles exorbitantes a todas las importaciones que lleguen a los Estados Unidos, partiendo de un piso del 10 al 20% general y llegando a un tope del 60% en el caso de China. Para los bienes más sensibles, los aranceles a aplicarse podrían llegar al 200%. Wall Street observa esas iniciativas con cierta preocupación.
Por otro lado, una consagración de Orsi lo terminaría de aislar en la región, en la que ya convive con su enemigo Luiz Inácio Lula da Silva, Gabriel Boric, Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum.
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