Décima más, décima menos, los dólares semilibres mayorista y minorista cerraron la rueda de este martes sin mayores cambios, pero podría decirse que de ese modo van consolidando su aproximación al piso de la banda de entre 1.400 y 1.000 pesos fijada en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pidan perdón, conminó al mundo Toto Caputo.
"Habría que esperar una catarata de colegas y periodistas pidiendo disculpas por decirle (sic) a la gente que habíamos devaluado, pero seguramente no va a suceder", posteó el ministro de Economía con un dejo de desencanto.
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Los funcionarios cuentan con una ventaja clave respecto de los periodistas, los analistas y los traders: a no ser que trafiquen con información reservada, saben antes que nadie qué van a hacer. Un ejemplo de eso fue la habilitación de la autopista internacional para el carry trade –la bicicleta financiera– hasta las elecciones legislativas, con aumento de tasas y un un virtual seguro de cambio que surge de definiciones oficiales como la mencionada de Caputo y otras del propio Javier Milei. Por si faltaba algo, hasta apareció una misteriosa apuesta de mercado atribuida a algún ente gubernamental.
El rescate del FMI y después, episodio...
Hay que recordar que el Gobierno acudió al Fondo Monetario Internacional (FMI) con las reservas del Banco Central más que vaciadas, en medio de una corrida contra el peso y con un plan económico al borde del colapso debido al atraso cambiario inducido para forzar una desinflación que, de hecho, se amesetó hace seis meses y comenzó a rebotar entre febrero y marzo. En esos días, en los que el equino lucía verdaderamente exhausto, se echaban en falta las bravuconadas oficiales.
Después de mucho mendigar, el acuerdo con el Fondo llegó y, con él, la salida de la tablita cambiaria, un esquema de dólar cuasifijo que evolucionaba mes a mes al 1% –bien por debajo de la inflación– y que había constituido otro seguro de cambio para un carry 1.0, a esa altura agotado.
Como el texto del nuevo préstamo establece la obligación de que el Banco Central acumule reservas para que el Gobierno pueda volver al mercado voluntario de deuda y así refinanciar o, en su defecto, pagar los abultados vencimientos por venir, se interpretó ampliamente que se terminaba el "dólar Miami" y que se produciría una devaluación del peso.
De hecho, el debut del esquema produjo un salto del 12% de la divisa.
La estrategia de Javier MIlei y Toto Caputo
Sin embargo, contra lo que establece el acuerdo, el Presidente decidió que el Central –de cuya independencia nadie habla en el gobierno libertario– no compre dólares hasta que la cotización caiga al piso de la banda. En eso anda… Desde ese mismo momento, ya no fue difícil desentrañar la estrategia.
De la mano de eso, el Palacio de Hacienda estableció una serie de condiciones para hacerse trampa jugando al solitario.
- Reforzó el poder del fuego del Banco Central al endeudar al país en alrededor de 10.000 millones de dólares más, 6.000 millones netos del FMI más aportes del Banco Mundial, el BID, el BIRF y otras fuentes.
- Limitó la demanda de divisas en el nuevo mercado cambiario unificado, al dejar fuera de la flexibilización del cepo a las empresas, las que dan cuenta, por mucho, del grueso de la presión.
- En paralelo, incrementó la oferta de dólares al lanzar el nuevo esquema en plena temporada de sojadólares y en el marco de una reducción temporal de retenciones, al sorprender con la habilitación de la ruinosa autopista de ida y vuelta al exterior del carry trade y al instar a las grandes cerealeras y a los productores agrícolas a liquidar exportaciones aun cuando la devaluación inicial se revierta, el tipo de cambio no alcance y los costos aumenten. ¿La solución? "Hagan carry hasta las elecciones", les dijeron funcionarios de Economía y del Banco Central.
Bicicleta hasta agosto y, como máximo, sin pasarse de ninguna manera de las elecciones del 26-O, recomendó JP Morgan a sus clientes.
En ese contexto, en el campo hay decisión de vender lo menos posible para pagar compromisos y adelantar la próxima campaña, y de guardar lo máximo posible en silobolsas, pero al Gobierno le alcanzará en lo inmediato con lo que sea que salga. Todo es cortísimo plazo, plazo electoral.
Perdón, Toto.
¿Master class, Toto Caputo?
Caputo y Milei imponen el rótulo de "liberación del cepo" a una flexibilización que no llega a ser semejante cosa. Restringe así la demanda de divisas de modo artificial y aumenta la oferta básicamente con deuda nueva y dólares de la timba. Así y todo, el ministro clama por una reivindicación, mientras el Presidente recurre en sus ataques a periodistas y analistas que, si un error cometieron, fue no haber pensado que sería capaz de volver a meter al país en el mismo lío al que lo había llevado hasta el viernes 11… sólo que con 10.000 millones de dólares de deuda más.
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Las sutilezas de Javier Milei en la guerra de economistas.
Lo que le sobra al Gobierno es banca. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, dijo por fin lo que Buenos Aires tanto esperaba: Donald Trump podría entregar una línea de crédito especial, de gobierno a gobierno, si la coyuntura internacional desquiciada por el propio republicano llegara a poner en peligro la mileinomía. El mundo se ha llenado de bomberos pirómanos.
La autocelebración presidencial ya no es sólo ególatra, violenta y grosera, sino también supersticiosa: en un posteo se presenta como el "hombre gris" mencionado en las psicografías de Benjamín Solari Parravicini, quien "vaticinó" en 1941 que "el hombre humilde en la Argentina se allega para gobernar. Él será de casta joven y desconocida en el ambiente, mas será santo de maneras, creencias y sabiduría".
Santiago Caputo idolatra a Solari Parravicini y se ha tatuado imágenes que remiten a sus "profecías". Parece que también le vendió ese paquete a Milei.
¿Quién debe pedir disculpas, Toto Caputo?
Con el debido respeto, no corresponde ningún pedido de disculpa. A no ser que "perdón, Toto", sea una manera de indicarle al ministro de Economía que eso es lo que él debería presentar ante la sociedad argentina.
Por un lado, porque con Mauricio Macri al mando ya la endeudó por 60.000 millones de dólares con acreedores privados y cuando eso se gastó y fugó, por 45.000 millones más con el FMI.
Por el otro, porque en la era Milei se "fumó" el saldo comercial positivo de 2024 –producto del final de la sequía y de la hiperdevaluación de diciembre del 23–. Además, porque luego dilapidó el blanqueo para dejar al Central con reservas negativas en más de 8.000 millones de dólares antes de volver a acudir al Fondo.
Por último, porque acaba de tomar 10.000 millones más que pagarán y sufrirán generaciones de argentinos.
Para peor, porque la inflación del 3,7% de marzo sería seguida de una del 4% este mes, probablemente menor que la esperada cuando se hablaba de devaluación y no de una revaluación nuevamente inducida. Al revés de lo supuestamente necesario y de lo requerido por el Fondo, cuyos técnicos hablaron meses atrás de un atraso cambiario del orden del 20%, vuelven el peso artificialmente fuerte, los viajes a Miami, los incentivos a importar y los desincentivos para exportar.
El atraso cambiario tiende a moderar la inflación y a generar, en los sectores medios y asalariados alivio y algo parecido al bienestar. Justo a medida de las necesidades electorales del gobierno de extrema derecha. Hasta que el esquema estalla, claro.
Vale reiterar la inquietud: ¿Milei y Caputo le están comprando a la sociedad fatigada que gobiernan una crisis que no debería acontecer?
Perdón, Toto Caputo
Esas políticas de atraso cambiario y timba financiera a la postre ruinosa –el gran expertise de Toto Caputo– comenzaron a implementarse al minuto siguiente de la desmesurada devaluación de diciembre de 2023 y han redundado en la destrucción de lo que queda de un tejido industrial necesario para que los argentinos tengan dónde trabajar e ingresos para darles de comer y educar a sus hijos.
Desde el ballotage de 2023 y hasta enero último desaparecieron 12.986 empresas, mientras que desde agosto de 2023 –antes y después del plan basado en el hallazgo de la fórmula de la Coca-Cola– se perdieron 236.700 puestos de trabajo en el sector formal.
La economía rebota desde el subsuelo y de modo desigual, pero el consumo popular registra 16 meses seguidos de retracción –esa es toda de los dueños de la master class–.
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De la mano de eso, las jubilaciones se licúan con el bono fijo de 70.000 pesos y con una fórmula de ajuste que las deteriora más cuando la inflación –como ocurre ahora– va en alza.
Por último, los salarios reales, que venían en fuerte caída desde comienzos de año, se enfrentan ahora a una nueva ronda paritaria con topes fijados por la Secretaría de Trabajo por debajo del IPC. Porque todo es libre en la Argentina libertaria, salvo el derecho a vivir mejor.
La verdad es que sí: perdón, Toto. Como dijo el colega Alejandro Bercovich en su editorial radial de este martes, eso es lo que el ministro debería pedir a sus damnificados de ayer, de hoy y de mañana.