El dólar está atrasado. Es la frase que repiten economistas de ambos lados de la biblioteca, mientras que el presidente Javier Milei niega esa situación cambiaria y asegura que una devaluación no está en los planes de la administración libertaria.
La definición de los economistas responde a cuestiones técnicas: cuánto aumentaron los precios respecto del tipo de cambio, la relación entre bienes transables (de exportación) y no transables (del mercado interno), la competitividad de los productos argentinos y la relación con los principales socios comerciales, entre otras.
A Milei, sin embargo, le molesta por una sola razón, lo que prometió desde el inicio de su gobierno y no cumplió: una lluvia de dólares que permita levantar el cepo y evitar la dinámica de la devaluación que atrasa bolsillos y que hasta quizás, a corto plazo, no sirva para corregir desequilibrios. El mal argentino.
El atraso del dólar
El dólar está atrasado alrededor de un 20%. Es el número que expone el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, a quien secundan economistas del establishment que coinciden en los márgenes del Círculo Rojo de estudiosos de los números.
En la cotidianidad, se puede ver en algunas transacciones:
- No es tan caro importar productos pequeños del exterior (los que estamos caros somos nosotros);
- El turismo: Chile se convirtió un paraíso de compras y Brasil, el lugar para pasar las vacaciones elegido por la clase media que logró cierto ahorro;
- Es más accesible el ahorro en moneda extranjera.
Talón de Aquiles del programa económico
El Presidente lo niega, porque es el talón de Aquiles del programa económico. En una columna que publicó en La Nación, planteó las tres experiencias recientes de atraso cambiario y, al hablar de la actualidad, enumeró logros: bajar la inflación y reducir el déficit y la emisión monetaria.
La intención es demostrar la confianza necesaria para que suceda una remonetización con los dólares de abajo del colchón.
“Lo primero que habría que señalar es que la Argentina es acreedor neto del mundo, motivo por el cual el país podría vivir con déficit permanente dentro de su restricción presupuestaria intertemporal. Por otra parte, si uno mira los proyectos en petróleo, gas, litio, cobre y en el sector agropecuario, debería resultar que, ante semejante oleada de dólares, el país debería ir camino a una moneda mucho más apreciada. Es más, dada la caída del riesgo país observada desde que LLA ganó las elecciones, en la medida que la tasa de interés internacional caiga debajo de la doméstica, no debería sorprender que el país vaya a una cuenta corriente negativa. ¿Es de temer? Dado el equilibrio fiscal, no”, escribió Milei en su columna del viernes.
El fantasma de la devaluación
¿Por qué es el punto débil del programa? Porque sostener el dólar tanto tiempo sin devaluar, prometiendo que no habrá una depreciación abrupta, implica una expectativa de afluencia de capitales que hasta ahora no llegaron.
Ya van tres ilusiones que no se cumplieron:
- No hay dólares de la inversión (de hecho, la inversión real directa cayó en 2024);
- No llegó el acuerdo con el FMI con giros frescos;
- No llegó el financiamiento de privados externo.
Mientras tanto, el Banco Central sigue quemando reservas en la brecha cambiaría. En los últimos cuatro meses, usó alrededor de u$s 800 millones para sostener la cotización de la divisa.
Toto Caputo y Santiago Bausili.jpeg
Este lunes, Milei echó a Sonia Cavallo, que era embajadora ante la OEA. Una señal política repetida. Cuando el padre de la despedida (el padre de la Convertibilidad) criticó este mismo aspecto del programa económico, Joaquín Cottani, exviceministro de Economía y exfuncionario suyo, voló del Palacio de Hacienda.
El que cuestiona es el propio establishment al que Milei quiere proteger.