La apertura de sesiones del Congreso expuso la crisis institucional. ¿Una "unidad" imposible, pero inevitable? El modelo político amenaza al económico.
Facundo Manes, héroe opositor por ausencia del peronismo. Javier MIlei junta tropa... enemiga.
En un discurso de campaña seguido de graves denuncias de amenazas y agresión física, Javier Milei dio inicio al año legislativo y a la carrera electoral. A tono con la lógica populista de su construcción política, estableció los enemigos a confrontar: Axel Kicillof, Cristina Fernández de Kirchner, Facundo Manes, el propio Congreso y el Grupo Clarín.
Todo apunta a un año de alto voltaje. La pregunta surge sola: al designar a sus "marcados", ¿Milei establece las bases de una "alianza" heterogénea y extraña en sus eventuales componentes, pero acaso inevitable?
Atado al mástil de la violencia como forma de creación de poder, el Presidente logra el prodigio de disimular el choque entre Kicillof y CFK. Además, acelera el proceso en el que el radicalismo crítico –lo que queda de una UCR fracturada de hecho– va venciendo sus pruritos antiperonistas, a la espera de algunos pasos al costado de concreción incierta. La unidad se forja en el espanto y la mira no está puesta en octubre, sino en 2027.
Lo de Clarín es más complejo de pensar y no parece probable que pueda formar parte de una ecuación que involucre a los segmentos del peronismo mencionados.
Con todo, los procesos de "unidad" pueden ser meramente tácticos. Sus componentes pueden empujar en un mismo sentido desde distintos lugares y con distintos objetivos. Así en la política como en la física, toda fuerza genera una resistencia equivalente.
Hay que pensar, además, que la marejada política que anticipa un conflicto de poderes podría conspirar contra la calma que necesita el Gobierno en el mercado y en materia de desinflación y de reactivación.
La crisis institucional con la que coquetea el país tuvo en la ceremonia de apertura de sesiones del Congreso varias postales elocuentes. Una, la de las bancas vacías de la oposición. Dos, la presencia de un juez introducido por decreto en la Corte Suprema –Manuel García-Mansilla–, fruto del aprovechamiento de una efímera ventana temporal tras el fin de las sesiones extraordinarias fechadas por el propio Ejecutivo. Tres, las "dos trompadas en el pecho" que denunció el radical Manes de parte de un acompañante del asesor Santiago Caputo, quien, según se ve en videos, intimidó al neurocientífico casi cuerpo a cuerpo.
"Si esto le pasa a un diputado en el edificio del Congreso, ¿qué pueden esperar los periodistas", se quejó un impactado Manes, "héroe" opositor por la discutible autocancelación del peronismo, quien recordó el poder de La Sombra sobre la ARCA y la SIDE, entre otros resortes de torsión. Anticipatorio, no había tenido chance aún de enterarse de las refriegas que se desataban en paralelo en el corralito alejado al que se confinó a la prensa.
Milei conminó otra vez al gobernador bonaerense a "abandonar la visión abolicionista y castigar a los criminales, o correrse del camino y dejarnos resolver el problema a nosotros". El crujido de la institucionalidad se percibió mucho más allá del kilómetro cero de la Argentina.
En tanto, el Grupo Clarín ya se sabe oficialmente apuntado y hasta salió a responder. Milei cifró en 30.000 millones de dólares a valores de hoy "el robo" que supuso el salvataje a los medios nacionales llevado a cabo en el marco de "la descomunal pesificación asimétrica" de 2002. El contexto de la nueva guerra, un concierto tributo a la fase superior del cristinismo, es el de una cobertura amplia de Clarín a la estafa de $LIBRA y el anuncio de la compra de la filial argentina de Telefónica, todo indica que compleja en las condiciones actuales.
El círculo de enemigos del Año II de la era Milei establece los contornos de una coalición de intereses inevitable. La ventaja del ultraderechista está dada por los viejos resentimientos de la grieta: parece impensable la cuadratura del círculo de una convivencia entre el peronismo cristinista y el kicillofismo naciente, por un lado, con el multimedios de Héctor Magnetto, por el otro.
Tironeados por la realidad, los sectores radicales que han agitado persistentemente la grieta buscan un lugar bajo el sol.
La clave, entonces, no es necesariamente electoral, sino una confluencia natural de intereses que también incluye, por el poder performático de la palabra presidencial, a la totalidad de "Unión por la Plata" (sic), los "empresarios prebendarios", la industria ineficiente que tendrá que desaparecer en el marco de una apertura importadora, el Mercosur y hasta "los industriales brasileños que se enriquecieron con la pobreza de los argentinos".
El hemiciclo semivacío de la Cámara de Diputados entregó la respuesta al acto fundacional del Gobierno: el recordado discurso del Presidente de espaldas al Congreso. El desplante no preocupa al libertario, quien anunció un amplio set de iniciativas de reforma –civil, comercial, penal, migratoria…– que se hará, dijo, con apoyo del Legislativo "o después del 11 de diciembre", cuando el Congreso se encuentre otra vez en receso y quede expedita la vía al decretazo. Curioso: no hay decreto que pueda legislar en materia penal sin violar gravemente la Carta Magna.
"Para realizar las reformas que el país necesita hace falta apoyo del Poder Legislativo", dijo el mandatario casi sobre el cierre. "Queremos darle la oportunidad a este Congreso de acompañarnos en el ambicioso proceso que hemos emprendido, (pero) si fueran a declinarla, francamente, no nos sorprendería (…). Habrán demostrado que el único camino para cambiar el país es cambiar este Congreso", añadió. Se supone que en las urnas.
Con el recinto de Diputados semivacío, Milei fue el protagonista de una autocelebración, llena de aplausos, vivas y gestos cariñosos de ida y vuelta con los ministros que hacen posible "el mejor gobierno de la historia". La única nota disonante fue el desafío de Manes, quien concentró sobre su figura las amenazas del asesor Caputo por haber osado mostrar un ejemplar de la Constitución en el recinto. La solidaridad partidaria que Rodrigo de Loredo mostró en declaraciones posteriores fue liviana al punto de la flotación antigravitatoria.
La narrativa del Presidente fue la conocida, la que apela a un núcleo duro que, por diversas razones, acompañan el PRO y los radicales violetas. Un tercio del Congreso, redondeando, y acaso un tercio de la sociedad.
El discurso, en general carente novedades, tuvo una omisión llamativa, la dolarización, y una ratificación curiosa: "La motosierra profunda, una política de Estado, seguirá hasta el final del Estado en el largo plazo". Milei siente que ya sea él o algún heredero de su proyecto llegaron para siempre.
La falta de novedades significativas –la más importante pudo haber sido que, al final, el eventual acuerdo con el FMI pasará por el Congreso– supone una invitación al electorado a acompañar a La Libertad Avanza (LLA) en base al logro de la reducción de la inflación. El camino, que continuará con ajuste y restricción monetaria, debería llevar a una etapa de "crecimiento del PBI per capita", capítulo local de una tendencia global que, merced a las nuevas relaciones carnales con Estados Unidos, llevará a "una era dorada para la humanidad", afirmó.
Ese sendero, advirtió el Presidente, no estará exento de turbulencias. Aludió así al Libragate, antes de listar una serie de gastos improductivos y "curros de la política" –tramo en el que mencionó a CFK– que, según señaló, son la única "estafa piramidal" que se debe señalar. El tema, se ve, lo desvela y se le sale por la boca.
Campaña electoral de tonos sostenidos. Escándalos con criptomonedas. Sugestivos votos de bloqueo en el Congreso, tanto a leyes como a comisiones investigadoras. Asesores superpoderosos, pero sin firma ni responsabilidad legal. Lógica del insulto y el bullying. Actos de intimidación a periodistas y diputados. Listados de enemigos. Promesas de reformas por decreto. Una Corte Suprema con dos miembros "en comisión" y a sola firma. Una seguridad jurídica en entredicho. Amenazas de intervención a provincias. Demandas de renuncias a funcionarios elegidos por el pueblo…
El caldo hierve. La república, la división de poderes y la convivencia democrática entran en zona de riesgo.