AMADO Y ODIADO

La noche que odiamos a Jorge Lanata

Del Página de Galeano al cruzado de las derechas, con escala en una redacción que había elegido creer. Así se nos derrumbó el ídolo de barro.

“Compramos el Página, leemos a Galeano”, cantaba León Gieco en Los salieris de Charly (1993). Eran los tempranos noventas y en la Facultad de Periodismo de La Plata comprábamos el Página, que, además de completarnos el outfit reglamentario de las juventudes progresistas de la época, venía con Galeano incluido. Negocio redondo. El sarcasmo en los títulos, los cuentitos garciamarquecianos en las cabezas de las notas, las contratapas pseudoliterarias y la rebeldía contra la década infame del Consenso Menemista de Washington… Todas y todos queríamos ser Jorge Lanata, el enfant terrible del Nuevo Periodismo argentino. Una década y media después, una noche de 2006, quisimos matarlo.

Embed - León Gieco - Los Salieris De Charly

Los periodistas de la editorial Perfil ya sentíamos los rigores de un paro total que llevaba varias semanas. En la dinámica de la protesta contra los sueldos miserables que percibíamos, necesitábamos generar hechos que le inyectaran nuevos bríos a la lucha.

De una de las asambleas diarias y maratónicas en las que definíamos el minuto a minuto de nuestra rebelión y llenábamos las tardes interminables de brazos caídos, surgió la idea de convocar a las principales firmas del diario Perfil para que dedicaran sus columnas del domingo que se aproximaba al conflicto que paralizaba la redacción. Buscábamos el respaldo de periodistas de renombre en la pulseada que sosteníamos con Jorge Fontevecchia, el patrón, que acertaba en su estrategia de apostar al desgaste.

Un pleno a Jorge Lanata

Tuvimos suerte dispar. Se me pierden detalles en la memoria, pero recuerdo que varias de esas celebridades prefirieron no pisar ese barro y ofrendaron, como todo guiño solidario, su ausencia: ese domingo no publicaron sus columnas. En cambio, dos tipos muy pesados accedieron a escribir sobre el conflicto.

Ese sábado de fiebre gremial nos ganó la ansiedad y no pudimos esperar a comprar el diario a la mañana siguiente: esperamos el cierre y a la medianoche nos amontonamos en una de las computadoras de la redacción –de la sección Sociedad, creo- y nos zambullimos en el sistema para buscar las notas de nuestros padrinos ilustres.

Víctor Hugo Morales hizo lo que esperábamos: nos bancó sin dobleces. Jorge Lanata

Los Jorges sean unidos

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Jorge Lanata y Jorge Fontevecchia (foto: Perfil)

Jorge Lanata y Jorge Fontevecchia (foto: Perfil)

El paladín del periodismo progre usó sus dos páginas centrales para solidarizarse, pero con su tocayo Jorge Fontevecchia, para tratarnos de vagos y caprichosos, para cargar contra el Estatuto del Periodista y para decir que estaba claro que nunca habíamos sentido el peso de sostener un medio.

El patrón se había comido al periodista.

La serpiente rompía el cascarón y nos rociaba su veneno.

El ídolo se desmoronaba sobre sus pies de barro.

Del prócer solo quedaba el traidor brillante, como lo llama Carla Castelo en un perfil post mortem que lo describe en toda su complejidad.

Nos queríamos matar. Lo queríamos matar.

Crítica de la Argentina: otra oportunidad para Jorge Lanata

Un par de años después, en 2008, Lanata reunió un dream team de las nuevas generaciones del periodismo para volver a poner un diario en la calle. Otro año más tarde, por desacuerdos con su socio o porque las ventas no levantaban, el traidor brillante pegó un portazo y dejó a esa feligresía optimista de la prensa libre, que había elegido creer incluso, en muchos casos, dejando buenos trabajos para ir en busca de la tierra prometida, colgada de un pincel, a la buena de un cachivache sin escrúpulos que para 2010 ya había detonado el diario y empujado a la calle a decenas de personas.

Lanata cruzó un pequeño desierto poniendo su cuerpo en la pantalla borrosa de Canal 26, hasta que decidió que, ya que no había podido con el maldito Grupo Clarín, más vale unírsele.

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Mauricio Macri, un trofeo de guerra en la mesa principal del casamiento de Jorge Lanata.

Mauricio Macri, un trofeo de guerra en la mesa principal del casamiento de Jorge Lanata.

El salto a la pantalla de Canal 13 –y al gran diario argentino y más tarde a radio Mitre- fue la pirueta consagratoria del nuevo esbirro del establishment, el flamante vocero de las derechas argentinas, el tanque de guerra (Diego Genoud dixit para revista Crisis) del periodismo de guerra.

Jorge Lanata.
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