La caída sostenida de las reservas del Banco Central, apenas disimulada por una precaria calma cambiaria de las últimas semanas, alarma cada vez más y llevó al Instituto de Finanzas Internacionales (IIF según su sigla en inglés), el principal nucleamiento de grandes bancos de todo el mundo, a advertir que ese proceso se agravará debido a la incertidumbre electoral, lo que proyecta una sombra espesa sobre las posibilidades de la Argentina de pagar su deuda a partir del año próximo, el del debut del nuevo Gobierno.
En su último informe sobre la Argentina, la entidad que reúne a medio millar de bancos de unos 70 países, advierte que "diferentes circunstancias justifican una reevaluación de las necesidades de financiamiento del país". Según el IIF, esas circunstancias son “la fuga de capitales, que pone presión en la etapa previo a la elección (presidencial)” y, en paralelo, el hecho de que el gobierno de Mauricio Macri está llevando adelante “un ajuste fiscal en el rango superior de lo que consiguieron programas previos del FMI, lo que aumenta los riesgos de su implementación, incluso después de que la incertidumbre electoral se disipe”.
En buen romance, las condiciones están dadas para que la pérdida de reservas se extienda y que, con ello, la capacidad de pago del país se vea todavía más comprometida. Por lo tanto, el organismo creado en 1983 en respuesta a la crisis de la deuda del año precedente y que representa los intereses de sus entidades asociadas, a las que nutre de informes y evaluaciones regionales, advierte que “el financiamiento previsto por del FMI para el próximo año resulta pequeño”.
En efecto, si después del desembolso más reciente del FMI las reservas saltaron el 9 de abril a 77.481 millones de dólares, el martes último cerraron a 65.264 millones, 12.217 millones menos, fundamentalmente por pagos de deudas que fueron imposibles de renovar en el mercado voluntario.
Gustavo Reija, director de la consultora Mecronomic, le dijo a Letra P que “el informe del IIF amerita realizar algunas consideraciones sobre el acuerdo vigente y sus perspectivas. El cronograma de desembolsos concentró los mismos en 2018 y 2019. Con los fondos recibidos en marzo, se completó el 70% del crédito total de 57.100 millones de dólares, mientras que en lo que resta del año se deben recibir 11.800 millones más y entre 2020 y 2021, 5.900 millones restantes”. Así, “en junio de 2021 deben comenzar las amortizaciones del crédito, con una alta concentración de capital e intereses entre 2022 y 2023 por 43.500 millones de dólares que se deberá tener solo para pagarle al FMI. Hay que recordar que ese organismo tiene carácter de ‘acreedor privilegiado’ y que, por lo tanto, debe ser el primero al que se le abone en caso de una crisis de financiamiento. Esto representa un verdadero cuello de botella para la administración que asuma el 10 de diciembre y resulta claro que Argentina deberá renegociar el acuerdo vigente de modo de mejorar el perfil de vencimientos”, agregó.
De acuerdo con el trabajo del IIF, si bien la dolarización de carteras de inversión del año pasado limitó su potencial para el actual, los plazos fijos en moneda local, superiores al billón de pesos, constituyen combustible más que suficiente para una segunda ronda de corrida cambiaria y fuga de divisas.
Suma a eso el nivel decreciente de renovación de deuda de corto plazo en manos de argentinos, a tasas cada vez mayores, lo que también dejaría dinero en manos del público capaz de presionar sobre las tenencias del Central.
Lo ocurrido el martes, en el cierre de la licitación de Letras Capitalizables (Lecap, en pesos) y de Lecer (atadas a la inflación), ilustra el punto.
Si las Lecap, lograron un nivel de renovación del 89%, las Lecer registraron uno de apenas 15%. Pero eso no es todo. Las primeras se lanzaron en dos series. Una, con vencimiento el próximo 30 de agosto (después de las PASO, pero antes de la primera vuelta de octubre), pagó una TNA (Tasa Nominal Anual) de 62,92%. La otra, con vencimiento el 20 de febrero del año que viene, después del recambio presidencial, arrojó un interés del 68,75%.
Las Lecer, en tanto, con vencimiento al próximo 30 de agosto, pagaron una TNA de 27,29%.
A los analistas no se les escapó el esfuerzo y el premio enormes que implicaron dichos roll overs.
Así las cosas, el IIF plantea para el futuro próximo dos escenarios, uno favorable y otro adverso. En el primero, la disminución de las reservas llegaría a 11.000 millones de dólares, mientras que en el segundo ascendería a 25.000.
“Hay una alta probabilidad de que los montos comprometidas por el FMI no sean suficientes para enfrentar con comodidad la incertidumbre en el período preelectoral y la dificultad de hacer un ajuste fiscal en el rango superior a lo que solicitan los programas del FMI", dijo el informe.
¿Cómo se puede, entonces, salir del entuerto?
Según Reija, “una de las opciones del menú de alternativas financieras es transformar el Stand-by vigente en un Programa de Facilidades Extendidas, que permitiría extender el período de repago hasta a diez años. Por supuesto que esto obligaría negociar la implementación de reformas económicas, ya que este tipo de crédito está diseñado para asistir a países que atraviesan problemas estructurales y que requieren períodos prolongados de ayuda financiera”. “Argentina ha utilizado este mecanismo en varias ocasiones en su historia y algunas no han terminado de la mejor manera”, recordó.
A más plazo, más condiciones del Fondo, algo que, se sabe, conlleva problemas políticos fuertes.
“Avanzar en un Programa de Facilidades Extendidas requeriría contar con un alto nivel de consenso político y mayoría parlamentaria para su implementación”, señaló Reija. Algo que dista de estar asegurado para el próximo turno, por lo que “otra opción sería negociar otro Stand-by al solo efecto de reperfilar vencimientos, extendiendo en tres años el cronograma original”, explicó.
En cualquier caso, “2020 será clave en este aspecto, ya que sin una baja del riesgo país y la recuperación del acceso al crédito internacional se reducen las opciones y aumenta el riesgo de crisis financiera”, advirtió el analista de Mecronomic.
¿Pero puede la entidad que dirige Christine Lagarde, jugada como nunca con la Argentina con el mayor paquete de asistencia financiera de su historia, poner todavía más dinero, sobre todo en la eventualidad de un regreso del kirchnerismo al poder con la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner?
“Para este año no es pensable que el FMI aumente el crédito. En caso de aceleración de dolarización de portafolios y salida de capitales la opción es renegociación. Hay que considerar que somos el principal deudor y que el FMI tiene mucho comprometido con esta administración. Lo más preocupante es la dinámica de los próximos años”, respondió Reija.
Sin embargo, aventuró que “en el marco de un Programa de Facilidades Extendidas habría posibilidad de incrementar el financiamiento con una extensión del plazo a diez años. Hoy veo más probable eso que un default que no le conviene a nadie y cuyas consecuencias ya conocemos”.