ELECCIONES 2019 | LAS PASO

El largo camino a diciembre

Los resultados de este domingo trizaron una promesa aspiracional del PRO: que Macri fuera el primer presidente no peronista que terminara su mandato en 70 años. La crisis del éxito ordenador.

Desde que el presidente Mauricio Macri reconoció la derrota en las primarias hasta que el escrutinio provisorio confirmó sus palabras, pasaron escasos dos minutos. El giro sucedió pasadas las 22.30, cuando el líder del PRO se decidió a poner la cara ante la caída de todos los pronósticos que sus funcionarios habían defendido con soberbia. "Duele que no hayamos tenido el apoyo que esperábamos", enunció el jefe de Estado en tono autocrítico. "Hemos tenido una mala elección y eso nos obliga a redoblar los esfuerzos a partir de mañana para en octubre continuar con el cambio", insistió el jefe de una administración que, desde junio del año pasado, ató su destino al endeudamiento que contrajo con el Fondo Monetario Internacional para no caer la cesación de pagos. La sombra de ese fantasma se incrementó desde este domingo y pone en duda buena parte de las certezas que construyó el gobierno desde la crisis de 2018. 

 

Con rostro demudado, Macri comenzó el último tramo de su mandato en una cuenta regresiva que, hasta el revés sufrido esta medianoche, contaba con otras dos etapas: las generales del 27 de octubre y una eventual segunda vuelta en noviembre. Luego del accidentado escrutinio de este domingo, la carrera electoral de Juntos el Cambio pareció acortarse por el calibre de la derrota que le propinó el Frente de Todos a nivel nacional y también en distritos clave para la gobernabilidad del proyecto de Macri. En especial, por las dudas sobre el futuro de la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, cuya reelección corre un riesgo inesperado a partir de la desventaja que registró detrás de Axel Kicillof, en una elección provincial que se define el 27 de octubre sin segunda vuelta. A diferencia de la presidencial, que cuenta con un improbable repechaje para fines de noviembre. Esa meta, que era clave para los cálculos de la Casa Rosada, se alejó luego de las PASO.

 

 

 

Con ese tembladeral en pleno desarrollo, a los gestos que protagonizó el Presidente este domingo en Costa Salguero le quedan dos interrogantes por responder. Por un lado, cómo transitará el impacto electoral en los mercados, que a partir de las 10 de la mañana de este lunes ofrecerán un veredicto que no se dirimirá en las urnas. La otra incógnita gira en torno a uno de los principales ejes de su campaña, sobre cómo hará Macri para caminar los meses que lo separan del 10 de diciembre, cuando le entregue la banda presidencial a su sucesor.

 

Al Presidente todavía le faltan cuatro meses para llegar a esa instancia institucional.

 

Hasta entonces, la gran incógnita: cuál será el comportamiento de la economía ante el impacto negativo de unas elecciones primarias que la Casa Rosada había acotado a una diferencia variable de tres puntos, comparable al margen de error muestral de las encuestas.

 

 

 

A partir de las dudas que dispararon los resultados de este domingo, Macri no sólo afronta dudas sobre su victoria. También, enfrenta incógnitas respecto a la credibilidad de su campaña, que hasta la semana pasada giraba en torno a un hito casi fundacional. La maquinaria electoral del Gobierno no sólo había definido a esta primaria como una bisagra histórica, sino a Macri como el primer presidente no peronista que iba a concluir su mandato en 70 años. Hasta el viernes, los exégetas de la plantilla pública del Gobierno consideraban a ese objetivo casi cumplido. Desde la noche de este domingo, las dudas sobre esa conquista ocupan un lugar secundario ante la incertidumbre que respiran por el desenlace de la próxima escala electoral del 27 de octubre.

 

La crisis de ese producto discursivo y electoral aparece como un contorno de la debilidad que el Gobierno deberá desafiar a partir de este lunes. Las primeras señales de esa flaqueza no fueron parte de la derrota en manos del peronismo, sino de las falencias estructurales que quedaron en evidencia ante la ausencia del éxito, un elemento históricamente ordenador para los protagonistas de una alianza hegemonizada por el PRO en el Ejecutivo, pero compartida en el Congreso con la UCR y la Coalición Cívica.

 

 

 

Por encima de los cálculos electorales para las dos escalas que desea Macri, el resultado de las PASO aumentó las intrigas dentro del Gobierno sobre su capacidad para maniobrar en tiempos difíciles. Una parte de esa incertidumbre no sólo quedó en evidencia por los volantazos en materia económica del Ejecutivo, sino por la fallida estrategia diseñada por la Casa Rosada para posicionar a los gobernadores provinciales como aliados tácticos de un ajuste fiscal inédito. A pesar de los esfuerzos invertidos por la cartera de Interior, que conduce Rogelio Frigerio, los caciques rodearon a la fórmula Fernández – Fernández, en una demostración de poder condicionante para el final del primer mandato de Macri. El "acuerdo federal" que el candidato del Frente de Todos contrapuso al acuerdo fiscal de Macri horadó la masa crítica que Balcarce 50 consideraba una carta asegurada.

 

 

 

Los demás interrogantes quedarán en manos de los votos en la primera vuelta y de la posible transición que el Fondo y Washington elijan diseñar para quien afronte un endeudamiento inédito que condicionará al próximo inquilino de la Casa Rosada. Aunque las chances se muestren cada vez más esquivas, Macri transitará desde este lunes un camino incierto para lograr su reelección. También, para terminar su mandato, como había prometido y como se jactaban los mismos funcionarios que aseguraban su continuidad en un ballotage "cabeza a cabeza". 

 

Omar Perotti, el gran apuntado por la debacle del peronismo en Santa Fe.
Victoria Villarruel y Javier Milei

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