“Mi hijo menor, que realmente es un chico encantador, muy inteligente, recién termina el bachillerato; mi otro hijo mayor no le da por el periodismo ni nada por el estilo y la única que está acá y que está bastante bien es la mayor, que es Dolores, que está como segunda del gerente de Ventas. No sé qué va a pasar. En los Saguier mismo no hay mucho interés”. Bartolomé Mitre a Jorge Fontevecchia en su libro “Periodismo y verdad” de 2018.
“Siempre me he resistido a lo del diario de derecha. Siempre digo que es un diario liberal. En general está más cerca de la derecha. Me siento identificado como un liberal de derecha.”
Bartolomé Mitre Noailles murió a los 79 años. Fue, quizás, el último representante de la hegemonía simbólica de los Mitre al frente de La Nación. Abogado, ingresó al centenario diario en 1966, tras el golpe de Estado efectuado por Juan Carlos Onganía. Tenía tan solo 26 años. A los 36 fue designado presidente del directorio de la empresa. A partir de entonces comenzaría una gestión ejecutiva que, con más bajos que altos, llevaría a la “tribuna de doctrina” a instalarse como referente único en la prensa local del liberalismo económico y el conservadurismo político, social y cultural.
En una de sus últimas entrevistas públicas para el libro de Fontevecchia, expresó sobre la línea editorial de La Nación: “Siempre me he resistido a lo del diario de derecha. Siempre digo que es un diario liberal. En general está más cerca de la derecha. De alguna manera podés estar más cerca de la izquierda o de la derecha. Me siento identificado como un liberal de derecha”.
A cargo de las negociaciones con la última dictadura militar para la compra de Papel Prensa, única fabricante de papel de diario en el país, su rol empresarial y de relaciones públicas en ese período fue fundamental para conseguir que Clarín y La Razón se sumaran a la operación. Además, consiguió que el Estado financiara a través del Banco Nacional de Desarrollo la inversión necesaria para los privados y un subsidio para el consumo eléctrico de la empresa. Ah, y un arancel del 48% para la importación del papel. La dictadura les dio el pescado y la caña de pescar.
Con Magnetto, ceo de su socio Clarín, y el represor Videla. Prósperos negocios con la dictadura.
Con el retorno de la democracia, “Bartolo” enfrentó la posibilidad de transformar a La Nación en una empresa multimediática. Con la principal competencia en la línea editorial conservadora fuera de carrera, La Prensa, las ventas del diario Clarín se disparaban y La Nación se consolidaba como el segundo periódico de mayor tirada, aunque con poco margen de crecimiento. Fue así que en los 80’s y pese a los impedimentos regulatorios, La Nación decidió comprar Radio Del Plata. Eso concretó la intención de Bartolomé y de su padre de ingresar al negocio de la radiodifusión, algo que había quedado trunco en la licitación de LS86 Canal 2 de La Plata (hoy América TV). También fue artífice del ingreso en la señal de cable Cele Video Color y se asoció con Loma Negra para gestionar la comercialización satelital de Paracom S.A.
“Teníamos un canal de televisión por cable que se llamaba Cele Video Color, en sociedad con sus antiguos dueños, pero no andaba muy bien. Después lo vendimos y seguimos solamente con la radio. Cuando entraron, los Saguier trataron de vender la radio y no lo lograron. Yo no quería vender. (…) Yo siempre decía que el primer enemigo de La Nación es La Nación misma y no la competencia. Creo que Clarín estaba muy bien económicamente porque tenía papel, publicidad y los clasificados. Tenía los medios también para intresar a la televisión. Nosotros ganamos Canal 2 (de La Plata) cuando se licitaron. (…) Mi pensamiento era el de pasar a los medios audiovisuales y mi padre estaba totalmente de acuerdo conmigo. Cuando ingresan los Saguier, cambian la política para focalizarse más, no seguir agrandando más e ir concentrándonos en el diario”.
En este momento de la historia de Bartolomé Mitre y de La Nación es cuando entra en escena Matilde Ana María Noble Mitre de Saguier. Bisnieta del fundador del diario y expresidente de la República, Matilde Noble Mitre era, además, sobrina de Roberto Noble, fundador de Clarín. En 1995 diseñó una estrategia financiera que le permitió, luego de un préstamo de 40 millones de dólares, transformarse junto a sus hijos en los principales accionistas del diario. Julio César (h), Luis, Alejandro, Fernán, Florencia y María Luz pasaron, así, a transformarse en la nueva familia dominante de los destinos del centenario matutino.
Los Saguier compraron las partes mayoritarias de la familia Mitre. El único que no quiso vender fue Bartolomé. Luis Emilio (asesinado en 2006) y María Luisa conservaron un exiguo 5% de las acciones, mientras Bartolomé se quedó con su 20.5%
Con una movida que incluye fondos y empresas en paraísos fiscales de origen desconocidos (BartonGroup es dueña del 50% de las acciones de la empresa que domina el accionariado de La Nación y se desconoce su origen), MNMS Holdings está compuesta por el fondo mencionado y la familia Noble Mitre de Saguier. Con esa sociedad y tras un préstamo del Clariden Bank, la banca privada del CreditSuisse, los Saguier compraron las partes mayoritarias de la familia Mitre. El único que no quiso vender fue Bartolomé. Luis Emilio (asesinado en 2006) y María Luisa conservaron un exiguo 5% de las acciones, mientras Bartolomé se quedó con su 20.5%. El resto del accionariado se lo reparten otros descendientes de la familia.
A partir de entonces, el papel de Bartolomé en la conducción de la empresa tomó un tinte marketinero: sostener la presencia de un Bartolomé Mitre en la “dirección”. Aunque, como dice Jorge Asís, en uno de sus libros: “El cargo de director, en La Nación, hoy tiene menos poder que el presidente de Italia. Una esfinge decorativa que se encuentra atribuida al perfil del doctor Bartolomé Mitre, aunque apenas por la franquicia centenaria de una razón meramente semántica”.
Las decisiones que siguieron (venta de la radio, compra de La Voz del Interior y Los Andes en sociedad con Clarín) ya no fueron suyas. El fin de su pérdida de influencia sobre la gestión periodística -la empresarial estaba terminada desde 1995- fue la salida de José Claudio Escribano como subdirector del diario a finales de 2005. El ingreso de Fernán Saguier en ese rol implicó el destino ineludible de Bartolomé como embajador intinerante de La Nación, aún cuando tuviera sus oficinas en el mismo piso del mismo edificio que los hermanos Saguier.
Su distanciamiento con la conducción de la empresa se hizo bastante explícito. Consultado por la importancia del cargo de director de La Nación en relación a los Saguier, Bartolomé decía a Fontevecchia: “De alguna manera no lo llevan en la sangre. Yo no sé si es algo de eso porque tampoco sé si se sienten Mitre (…) Lo mejor que hizo Fernán fue cuando yo lo nombré corresponsal en Nueva York. Fernán es un hombre muy raro; no sé qué es lo que hace. No sé si dirige La Nación; yo te diría que no la dirige”.
"Fernán (Saguier) es un hombre muy raro; no sé qué es lo que hace. No sé si dirige La Nación; yo te diría que no la dirige.”
Con el kirchnerismo y el rol central de la discusión con los medios de comunicación, Bartolomé Mitre volvió a tener una alta exposición mediática por la causa de Papel Prensa por el asesinato de David Graiver y las presiones a su familia para efectuar la transferencia. Llegó a tomar la decisión de mudarse a Montevideo junto a su compañero de batallas, Héctor Magnetto, por temor a ir preso. La justicia los absolvió en 2017. En una entrevista a la revista Veja de Brasil llegó a decir que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchneri era “una dictadura con votos”.
Bartolomé Mitre murió a los 79 años. Con él parece cerrarse un ciclo inédito de conducción familiar al frente de una empresa periodística. O al menos por ahora.