ENRIQUE NOSIGLIA

Coti eterno

El operador emérito de la UCR está en el centro de la rosca caliente de estas horas aciagas para el partido. El pensamiento íntimo de un mito indestructible.

A esta altura, el mito es indestructible. Enrique Nosiglia, "El Coti", sobrevive como actor relevante de la política y su extremo perfil bajo no impide que su nombre circule en todas las conversaciones, dentro y fuera de la alianza de Juntos por el Cambio. Treinta y dos años después de haber abandonado la función pública, el exministro de Interior de Raúl Alfonsín sigue gravitando en política y cotiza alto en la liga del poder. Lo llaman, lo consultan, lo denuncian, lo señalan como el responsable de pactos y rupturas. 

 

A los 71 años, Nosiglia sigue activo como siempre y su agenda es tan apretada o más que la de los ministros de Alberto Fernández o los funcionarios de Horacio Rodríguez Larreta. El misionero que se inició en política hace más de medio siglo y fue emblema de la Coordinadora Radical no aparece casi nunca y deja que otros hablen por él en público, una estrategia que le genera costos pero no piensa abandonar. Sus detractores lo destripan y lo identifican con todo lo espurio. Sus epígonos hacen política en su nombre y no siempre lo representan. 

 

 

Más tarde, vino la ruptura del bloque radical que lideró Emiliano Yacobitti en Diputados y la guerra de acusaciones entre Martin Lousteau y Gerardo Morales de cara a la batalla por la conducción de la UCR y la carrera presidencial. Nada, sin embargo, pudo impedir que Nosiglia se mantuviera en silencio. 

 

Enfrentados desde siempre dentro del partido, Carrió y Nosiglia tuvieron el último acercamiento hace ocho años, cuando Lousteau desembarcó en la política porteña aliado a la jefa de la Coalición Cívica. Nunca más volvieron a hablar. Como otros nombres propios cargados de historia a los que suele apelar, Nosiglia es para Carrió un lugar común que le permite atacar a sus contrincantes y condicionar a sus propios aliados para vender más cara su propia influencia. En este último caso, hoy por hoy, Rodríguez Larreta.

 

Romper o doblar

¿El Coti está detrás de la ruptura radical? Sus rivales internos no tienen dudas, pero sus socios políticos lo desmienten. Lousteau afirma en privado que hace tiempo no habla con el exministro de Alfonsín y lo define como “incapacitado” para dar la batalla que hoy él libra junto a Yacobitti. Otros, como Ernesto Sanz, uno de sus aliados intermitentes en la conducción de la UCR, coinciden a su manera y dicen que Nosiglia no tiene que ver con la tensión que desencadenó la fractura en Diputados. 

 

¿Qué dice Nosiglia? Según pudo saber Letra P de fuentes de su íntima confianza, el veterano dirigente radical comparte hasta cierto punto los movimientos del grupo que se identifica con él. “Había que dar un mensaje; no se podía evitar porque ellos quieren quedarse con todo en el Congreso y en todos lados, pero la ruptura no conviene; perdimos a parte de nuestros aliados”, le dijo el Coti a uno de sus habituales interlocutores en los últimos días. 

 

Para explicar su razonamiento, alguien que lo conoce muy bien sostiene que Nosiglia fomenta la discusión y la confrontación interna, pero tiene un axioma al que se aferra: nunca propicia un escenario del que después no sabe cómo salir. “Si no sabes cómo salir, no entres”, dicen que dice. Esa lógica es la que, según no pocos piensan, acaban de romper Lousteau, Yacobitti, el cordobés Rodrigo De Loredo y el mediático Martin Tetaz.

 

Sin embargo, sus críticas y matices sólo se expresan entre cuatro paredes y lejos de cámaras y micrófonos. Pueden escucharse en las reuniones del comité nacional de la calle Alsina, pero, sobre todo, en la sede que la UCR tiene en Corrientes casi Callao, donde Nosiglia montó su base de operaciones y atiende desde hace décadas. Pese a las diferencias tácticas, "El Coti” es promotor y socio de Yacobitti y Lousteau. “Yo me quedo con mis amigos. No los abandono” es una de las frases que le atribuyen quienes lo frecuentan.

 

La cuarta oportunidad radical

Inagotable, la lista de leyendas y denuncias que rodean a Nosiglia, con origen fuera y dentro del radicalismo, no lo detienen. Desde la Coordinadora hasta el Pacto de Olivos, desde la sociedad con Luis Barrionuevo hasta su influencia en la Justicia y en los servicios de Inteligencia, nada de eso le impide ser escuchado y convocado. Al contrario, lo sostienen como una rara avis del radicalismo que es sinónimo de poder, siempre y más allá de los gobiernos de turno. Fuera de la política, son pocos, sin embargo, los que conocen su manera de razonar.  

 

Quienes conocen a Nosiglia sostienen que toda su militancia histórica sólo puede entenderse desde la pretensión de convertir a la UCR en un partido de poder; desde fines de los años sesenta, cuando apareció como uno de los fundadores de La Coordinadora, pasando por su protagonismo decisivo en la gestión de Raúl Alfonsin hasta su participación en las últimas incursiones del radicalismo en el gobierno. Después de 1989, el partido tardó diez años en volver a un poder que se le escurrió de las manos en tiempo récord.

 

El Coti comparte la idea extendida de que la alianza UCR-Frepaso, la gestión de Fernando de la Rúa y el estallido de 2001 provocaron la ruptura del radicalismo con los sectores medios y repite que recuperar ese vínculo debe ser el objetivo prioritario del partido. Fue entonces cuando afloraron lo que Nosiglia considera los “liderazgos narcisistas” de Carrió y Ricardo López Murphy, otro que está de regreso. Solo un grupo de irreductibles se quedó sosteniendo las paredes de un partido que se venía abajo. Si antes la espera por el retorno se había extendido durante una década, tras la huida en helicóptero de De la Rúa, el radicalismo tardó 14 años -transversalidad mediante- en regresar a posiciones de poder y lo hizo subordinado por completo al liderazgo de Mauricio Macri y el PRO. El fracaso estruendoso del ingeniero dio paso a una mayor horizontalidad en la oposición y ahora el radicalismo sueña con una cuarta oportunidad en el poder, ahora como líder del espacio opositor.

 

Es la clase media, estúpido

Aliado a Lousteau y a otros dirigentes del interior como el neuquino (ya fallecido) Horacio Quiroga y el cordobés Ramón Mestre, Nosiglia fue uno de los que presionó por una postura más crítica de un macrismo que iba camino a la derrota. Así fue que en 2017 apareció el mendocino Alfredo Cornejo en reemplazo de José Corral, el santafesino que había caído rendido ante los encantos de Marcos Peña

 

Cornejo se enfrentó cara a cara con Macri y tuvo como aliado a Nosiglia y a Sanz, en lo que representó un giro con respecto a la liga antikirchnerita que prefería no cuestionar al egresado del Cardenal Newman. Necesitado de fondos para una provincia que apenas recauda el 10% del presupuesto que necesita, el jujeño Morales era por entonces el más macrista de la UCR. Agrandado, hoy Nosiglia le dice a sus visitantes que él y su grupo ganaron “la batalla conceptual”. “Hoy, todos se quieren separar del PRO, incluso los que comieron de Macri cuatro años”, le dijo “El Coti” a uno de sus amigos en el peronismo, en un intercambio que mantuvo con él en las últimas semanas. 

 

Pertenecientes a distintas líneas y con distintos criterios, Nosiglia y Morales estuvieron enfrentados en más de una oportunidad, pero hoy no atraviesan su momento de mayor tensión. El exministro de Alfonsín deja trascender que entiende la necesidad de fondos del gobernador y anticipa que Lousteau no irá a perder en la interna del próximo 17 de diciembre. Sin embargo, Morales es considerado un "caudillo populista" de acuerdo a los criterios de Nosiglia y no puede cumplir con la misión principal que debe proponerse la UCR en 2023: recuperar a los sectores medios. Tanto Lousteau como el neurólogo Facundo Manes son expresiones más acordes con ese objetivo de mediano plazo.

 

El nosiglismo viene de perder la juventud radical a manos de Valeria Pavón, una candidata que reporta al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. Pese a eso, la corriente que se referencia en "El Coti" busca hacer pie en las grandes capitales: con Lousteau en la Ciudad, con De Loredo en Córdoba, con Maximiliano Pullaro en Santa Fe -su aliado historico Julian Galdeano y Santiago Mascheroni propusieron a Carolina Losada-, en Entre Ríos, en Mendoza y en Tucumán. En Santa Fe, el objetivo de Nosiglia y Lousteau es ambicioso: que el exdirignete de Franja Morada, extitular de la FUA y hoy intendente de Rosario, Pablo Javkin, retorne al radicalismo. 

 

El maxikiosco

Hay algo más que se da por seguro y todavía está por verse: los términos, las condiciones y los alcances de la alianza de Larreta con Lousteau. El senador de Evolución le acaba de generar un costo alto al jefe de Gobierno con su choque con Morales, porque el jujeño aprovechó para acribillar al sucesor de Macri en la Ciudad con denuncias sobre cooptación. Sin embargo, nadie puede asegurar que Lousteau sea el candidato natural de HRL. Larreta tiene a María Eugenia Vidal como socio predilecta y a Fernán Quirós como as en la manga para conservar el distrito más rico del país. En el entorno de Nosiglia, le atribuyen una máxima que anticipa futuros movimientos: “Nosotros sabemos que Larreta no nos va a dar la Ciudad”. En ese caso, dicen, no habría que descartar tampoco que Lousteau evalúe qué le conviene más, si pelear por quedarse con la cuna del PRO o aventurarse a disputar la interna presidencial de Juntos.

 

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