ELECCIONES EN LA IGLESIA

El voto calificado de las sotanas

Obispos católicos eligen autoridades para el trienio. Recambio generacional, rumores, alianzas y puja interna por el poder eclesial. Bergoglio mira desde Roma.

Los obispos católicos se sumergen en su propia vorágine electoral tras los ritos de Semana Santa y el llamado a la clase política a desterrar las grietas para afrontar en unidad la lucha contra la pandemia y la pobreza. No es una elección episcopal más. Será la primera desde que Alberto Fernández llegó a la Presidencia de la mano del Frente de Todos (FdT), por lo que los referentes eclesiásticos deberán reacomodar su frente político tras el duro golpe que significó la sanción de la ley de aborto, además de exponer cómo se pararán con vistas a los comicios legislativos que se avecinan.

 

Las internas eclesiásticas no suelen tener la efervescencia de las partidarias, pero no dejan de hacer ruido puertas adentro de la Iglesia. Los sondeos previos entre los prelados dan una casi segura reelección de Oscar Ojea (San Isidro) al frente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA); pero no está dicha la última palabra, sobre todo porque un sector pugna por cambios en la conducción episcopal.

 

Tres “listas” aparecen en el escenario electoral eclesial: el Club de San Isidro, que en la actualidad lidera la decisiones; el núcleo interior de “Los Carlos” (Córdoba, Tucumán y Bahía Blanca) junto con los patagónicos y los arzobispos de cepa bergoglista que llegan en solitario de La Plata (Tucho Fernández) y Mercedes-Luján (Jorge Scheinig).

 

Candidatos. Poli, Ojea, Fernández, Scheinig, Colombo y Azpiroz Costa.

Casi 90 obispos están habilitados a votar. En los dos primeros escruti­nios se requiere obtener dos ter­cios para acceder al cargo. En paridad de votos, resulta elegido el obispo más antiguo en ordenación episcopal y, si hubieran sido ordena­dos el mis­mo día, el de mayor edad.

 

Ojea llega confiado y con chances altas de repetir como máximo jefe episcopal pese a cierta resistencia del interior, que sacude el avispero y busca a un obispo que se ponga el sayo de candidato antes del 19 de abril, cuando está previsto el inicio de la asamblea plenaria electiva sin modalidad definida: presencial o virtual. Es una movida que motorizan el arzobispo cordobés Carlos Ñáñez, sin posibilidad de acceder a un cargo por estar a punto de jubilarse, y el tucumano Carlos Sánchez, aislado tras dar positivo de Covid. A estos se acoplan el arzobispo Carlos Azpiroz Costa (Bahía Blanca) y los prelados de las diócesis patagónicas.

 

Además de su reelección, Ojea busca rodearse de referentes de su misma línea, por lo que espera tener a un arzobispo aliado en una de las dos vicepresidencias, muy probablemente Marcelo Colombo (Mendoza), que puede ser reelecto. La gran incógnita es cómo jugará el cardenal Mario Poli(Buenos Aires), actual vicepresidente primero; mientras que el platense Fernández y el mercedino Scheinig anhelan, por afuera, sentarse en la mesa chica.

 

La salida obligada de Carlos Malfa (Chascomús) de la Secretaría General de la CEA por no poder ser reelecto para un tercer trienio fogoneó la idea de impulsar a un obispo auxiliar sanisidrense para ese puesto clave y de control de gestión. No es un dato menor que el nombre del “novato” Raúl Pizarro apareciera en el escenario electoral eclesiástico, aún antes de recibir la ordenación episcopal; ni tampoco que el arzobispo Scheinig pida pista para el cargo, habitualmente en manos de auxiliares u obispos diocesanos cercanos a Buenos Aires.

 

Los datos preelectorales emanan desde la casona del barrio porteño de Retiro, donde funciona la sede episcopal, convertida en una usina de rumores de doble vía: por un lado, calentando el clima electoral eclesiástico y, por otro, dejando trascender posibles movimientos de obispos que el papa Francisco tendría en carpeta.

 

La renuncia anticipada de Ñáñez al arzobispado de Córdoba, dado que en agosto cumple los 75 años de límite de edad canónica, disparó las versiones sobre sucesores para esa jurisdicción eclesiástica de alta estima entre los prelados. Tucho Fernández, considerado el interprete más puro de la doctrina Francisco en el país, corre con ventaja por su cercanía con Jorge Bergoglio y por ser nativo de la provincia. Sin embargo, no pocos coprovincianos esperan que su destino sea otro: Buenos Aires o Roma, para algún cargo de relevancia junto al pontífice. La idea de que el arzobispo platense pueda llegar a la sede primada argentina se alimenta también con las especulaciones sobre la ida del cardenal Poli hacia el Vaticano. Pero no es la única, también crece el nombre del bahiense Azpiroz Costa para pastorear la principal jurisdicción eclesiástica del país.

 

Más allá de las versiones y anhelos de ocupar espacios de mayor poder eclesial, en los pasillos clericales tienen claro que no hay “palabra santa” detrás de este rum rum episcopal porque el papa ya tiene acostumbrados a sus compatriotas obispos a dar sorpresas en las designaciones para las diócesis de su tierra natal, que no han sido pocas -más de medio centenar- desde su llegada al Vaticano en marzo de 2013.

 

Guillermo Francos durante la 19° asamblea del Consejo Regional del Norte GrandeNoticias Argentinas
Pablo Cornet y Victoria Villarruel.

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