ELECCIONES 2021

El nuevo Chile inicia la carrera presidencial con otro desafío al statu quo

Izquierda y derecha definieron en primarias sus candidatos presidenciales sin extremos. La juventud y la renovación, características comunes de lo que viene.

Las primarias chilenas del domingo sorprendieron por sus resultados y, lejos de empezar a definir el escenario electoral, generaron nuevas incertidumbres de cara a las generales del 21 de noviembre. La victoria del diputado Gabriel Boric en la izquierdista lista de Apruebo Dignidad y el triunfo del independiente Sebastián Sichel en el oficialista Chile Vamos, del presidente Sebastián Piñera, arrojaron una estela de sorpresas que obliga a reconfigurar la escena de un país que vive un año trascendental para su futuro.

 

Lejos de lo que plasmaban las encuestas en la previa y a contramarcha de las últimas tendencias políticas, el fin de semana se impusieron las figuras menos radicales. Boric, el candidato del Frente Amplio, ganó su interna de forma contundente con el 60,43% de los votos ante el hombre del Partido Comunista, Daniel Jadue, quien recogió el 39,5%. Lo mismo ocurrió del otro lado del espectro, donde Sichel conquistó la interna conservadora con el 49% al superar al favorito, Joaquín Lavín, de la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), que llegó al 31,3%. Lejos quedaron los otros dos competidores, Ignacio Briones con el 9,82% y Mario Desbordes con el 9,8%. De esta manera, los dos postulantes más moderados y jóvenes de sus respectivas contiendas superaron el primer obstáculo y le agregaron nuevos desafíos a la carrera hacia noviembre.

 

En diálogo con Letra PDavid Altman, profesor titular de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, aseguró que, a pesar de pertenecer a sectores diferentes, Boric y Sichel tienen similitudes que hacen al escenario electoral. Por un lado, destacó que “son los candidatos más moderados de sus grupos”, lo que “indica que hay una intención más centrista del electorado que participó”. Por el otro, afirmó que “hay un cambio generacional muy fuerte”, ya que Boric es el postulante más joven, con 35 años, y que Sichel solo llega a los 43, lo que “representa una suerte de oxigenación de lo que estaba pasando en el país”.

 

Los resultados marcaron una continuidad y una ruptura con las últimas tendencias políticas chilenas.

 

Por un lado, revitalizaron el sentimiento de cambio de un importante sector de la sociedad que observa un agotamiento del modelo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet y demanda transformaciones. Esto se expresó a expensas de las tradicionales estructuras políticas del país. El domingo resultaron derrotados el Partido Comunista de Jadue y la UDI de Lavín, dos partidos de gran estructura que sufrieron el agotamiento que se expresa desde octubre de 2019. “Las grandes perdedoras han sido las máquinas partidarias más experimentadas de un lado y del otro”, analizó Altman.

 

Por el otro, atenuaron la fortaleza de quienes se muestran más radicales al dar las respuestas que demanda una parte de la sociedad. Luego del estallido de 2019 y de la contundente victoria de las fuerzas de izquierda e independientes en la conformación de la Convención Constituyente –el órgano encargado de redactar una nueva constitución– se esperaba que el último domingo se impusieran las fuerzas más duras, es decir, Jadue por la izquierda y Lavín por la derecha, algo que no ocurrió. “Es indiscutible que hay sectores muy amplios que buscan cambios importantes, pero también que hay una forma de concretarlos. Cambios sí, pero ojo cómo lo hacemos”, agregó Altman.

 

De esta manera, de cara a las elecciones de noviembre, los candidatos enfrentarán el dilema de aglutinar esos deseos de cambio estructural con la obligación de ampliar sus bases electorales. En diálogo con Letra P, la diputada nacional por el Frente Amplio e integrante del equipo de campaña de Boric, Gael Yeomans, analizó que “la política tradicional ha tocado un techo” y que el reto no será “ampliar juntando siglas”, sino “incorporar visiones que reflejen las mayorías sociales”. “La configuración política ha cambiado totalmente y la representación de la sociedad también lo ha hecho”, agregó.

 

El escenario chileno se completa con una característica internacional: este año se realizarán elecciones presidenciales al mismo tiempo que una Convención Constituyente, elegida por el voto popular, redacta una nueva constitución con consecuencias impredecibles y desconocidas. “Ambos procesos van a estar permeados por todos lados”, auguró Altman, quien agregó: “Pensar que se van a mantener independientes y que no va a haber una contaminación mutua es ingenuo. La campaña presidencial va a tener un ojo en la Convención y la Convención, uno en la presidencial”. Para Yeomnas, será un “desafío” alcanzar esta articulación y “fomentar la participación para terminar con la Constitución de Augusto Pinochet”.

 

La forma en la que se realizará este inevitable trabajo conjunto es una incógnita, pero una característica se observa en ambos procesos: la demanda de renovación. De los 155 curules que componen a la Convención, 48 son de fuerzas independientes y la derecha tradicional quedó lejos de llegar al tercio de asientos (52), juntando apenas 37. En aquella jornada, Piñera aseguró: “No estamos sintonizando adecuadamente con las demandas de la ciudadanía y estamos siendo interpelados por nuevas experiencias y liderazgos”. El domingo, la política tradicional volvió a ser interpelada y deberá atender el llamado histórico si quiere ser parte de las discusiones del nuevo Chile que se empieza a formar.

 

En este año histórico, la construcción del nuevo Chile acaba de dar un nuevo paso. Aún queda mucho tiempo por conocer el panorama definitivo, pero el Chile del futuro empezó a construirse con sorpresas, nuevos rostros y demandas que deberán ser atendidas para evitar los errores del pasado.

 

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