La crisis del gobierno

Un puente directo al corazón del poder territorial

Con Insaurralde y Nardini, Kicillof empodera la teleraña intendentista del conurbano profundo, donde va a buscar los votos. El lomense y la sociedad M&M.

A grandes problemas, grandes soluciones. El sopapo del domingo en las urnas ameritó para el gobernador Axel Kicillof cambiar a su hombre de mayor confianza, a su alter ego, Carlos Bianco, que deja la Jefatura de Gabinete. Con la elección de Martín Insaurralde para reemplazarlo, el mandatario tiende un puente directo al corazón del poder territorial en el cornubano de los millones de votos y termina de cicatrizar una herida de larga data con la legión de intendentes que siempre reclamaron espacio en el Ejecutivo.

 

La importancia de la elección radica, además, en la ascendencia del de Lomas de Zamora sobre otros jefes comunales y la sintonía fina que tiene con dos actores fundamentales del Frente de Todos mucho más allá de los límites del territorio bonaerense: Máximo Kirchner y Sergio Massa, la sociedad M&M.

 

El gobernador tomó nota del reclamo repetido que le hicieron las jefaturas comunales en la seguidilla de reuniones que mantuvo con todos en La Plata. Le pidieron más obras para mostrar y celeridad en la gestión. Con Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) en Infraestructura les entregó la llave del ministerio que les permitirá apalancar los dos meses de campaña hacia las generales y con Insaurralde borra la intermediación que atrasaba las cosas.

 

Kicillof, Máximo K. y Massa decidieron mucho antes de las PASO que los intendentes debían transformarse en garantes del segundo tiempo del gobierno bonaerense. Sencillamente porque son quienes juntan los votos. Y por eso las listas están pobladas de jefes comunales o dirigentes que les responden. El caso paradigmático es el de Mariano Cascallares (Almirante Brown), primer postulante a diputado por la Tercera (única sección donde el peronismo no perdió), pero también se cuentan Walter Torchio (Carlos Casares), en la Cuarta, clave en la pelea por el Senado; Alejandro Dichiara (Monte Hermoso), Carlos Puglielli (San Andrés de Giles), Cecilio Salazar (San Pedro), Ricardo Alessandro (Salto) y Alberto Gelené (Las Flores). En la Primera, encabeza Luis Vivona, histórico dirigente que promovió a Nardini a la intendencia, y en el tercer lugar va Gustavo Soos, que responde al intendente Gustavo Menéndez (Merlo).

 

Toda esa teleraña intendentista que se expande por el conurbano y el interior tendrá ahora una terminal propia en el corazón del poder de Buenos Aires.

 

En un mapa bonaerense pintado de rojiblando, Insaurralde y Nardini siguen mandando en sus distritos. El lomense ganó con el 43% aventajando a la suma de Juntos por 10 puntos y Nardini alcanzó el 48% y una diferente de 19 puntos.

 

Ambos representan las dos secciones electorales más potentes; la Tercera y la Primera que, juntas, amontonan 9,6 millones de electores (4.845.998 y 4.795.973). Es en ese denso conurbano donde el Frente de Todos va a ir a buscar los votos con la esperanza de remontar el partido. En el gobierno están convencidos de que la baja participación ciudadana (votó el 68%) perjudicó más al oficialismo que a la oposición. Y respaldan la teoría afirmando que la mayor ausencia se dio en los barrios populares del conurbano, donde gravita el voto peronista. Por eso se proponen ir a buscar esos votos, y nadie mejor que los jefes y jefas comunales para hacerlo.

 

Las intendencias fueron quienes organizaron todas las actividades de campaña, arengaron a la militancia, atemperaron las quejas de una sociedad atravesada por la pandemia, pusieron el aparato en marcha y fueron anfitriones del desembarco de funcionarios provinciales y nacionales antes de la PASO. La relación del flamante jefe de gabinete bonaerense con la plana mayor de la alianza gobernante quedó de manifiesto en la campaña. Lomas fue el lugar elegido por CFK para hacer su desembarco en el arranque de julio y también pasaron por allí el presidente Alberto Fernández y Máximo K. en reiteradas oportunidades.

 

Pero mucho antes, el lomense comenzó a construir una relación con los tres actores –Kicillof, Massa y Kichner– que se fue afianzando con el tiempo. En 2020, en épocas de anuncios casi diarios en la gobernación, Insaurralde mantuvo asistencia perfecta. Y fue durante todo ese tiempo el mandatario comunal que le transmitía el pulso del territorio al gobernador.

 

Más acá en el tiempo, en febrero, cuando comenzaba a cocinarse el desembarco de Kirchner en el PJ bonaerense, el rol de Insaurralde fue clave. Fue quien llamó uno por uno a los intendentes para invitarlos al asado en Lomas de Zamora en el que el Presidente dio el respaldo para el desembarco del Subcomandante Máximo. En silencio, fue operador central del arribo del diputado a la estructura partidaria, quien convenció a la mayoría de la conveniencia de la renovación pese a la resistencia de un grupo minúsculo que más tarde terminaría alineándose, con excepción de Fernando Gray.

 

Con las designaciones, el gobernador cicatriza también una herida abierta desde el inicio mismo de su gestión, cuando les negó a los intendentes lugar en su gabinete. Se garantiza, además, una campaña a fondo ahí donde se cocina la elección.

 

Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación.
El gobierno de Gustavo Petro echó a diplomáticos argentinos de Colombia.

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