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Los argentinos necesitamos previsibilidad

La revisión del sistema electoral no sólo es válida, sino necesaria, pero debe hacerse en el marco de un debate amplio que respete las instituciones.

Faltan unos días para que empiece el mundial de fútbol. Una alta autoridad de la FIFA se levanta y decide modificar, de un día para el otro, el formato del torneo: con algunos colaboradores resuelve eliminar la fase de grupos y dejar afuera a algunas selecciones. No importan los recursos invertidos ni el esfuerzo de los jugadores. Mucho menos, la ilusión de hinchadas enteras que esperaban el inicio del campeonato. Lo único que pareciera valer es la conveniencia de un funcionario de turno. Sería extraño, ¿no?

Aunque parezca absurdo, en los últimos meses los argentinos fuimos testigos de una serie de avances por parte del Gobierno que responden a una metodología bastante similar.

Un ejemplo es la pretensión de modificar el sistema electoral a un año de las elecciones presidenciales, algo que sigue impulsando un sector del oficialismo y que vemos en algunas provincias. La evidencia es clara: en ninguna democracia seria del mundo se cambian las reglas a un año de las elecciones y mucho menos para favorecer intereses particulares. La revisión del sistema electoral no sólo es válida, sino que es necesaria, pero debe hacerse en el marco de un debate amplio que garantice la previsibilidad a los argentinos y que respete las instituciones.

En 2017, 2018 y 2019 presenté el proyecto de ley de Boleta Única, que representa no sólo un ahorro fiscal, sino también un gran beneficio en materia ambiental. Y lo más importante: le da más transparencia al proceso y más equidad a la contienda electoral, porque hay muchos espacios políticos que no tienen la posibilidad de tener miles de fiscales en todo el país.

Pero la transparencia y el recorte del gasto público parecieran no ser prioridades para muchos, en especial para este gobierno. La necesidad de generar previsibilidad y reglas claras, tampoco.

Lo comprobamos cuando, al inicio de la gestión, pretendió avanzar en una reforma judicial guiada por intereses particulares. Lo comprobamos cuando quiso aumentar la cantidad de jueces de la Corte Suprema a 25 miembros. Lo comprobamos al ver su intención de extender las facultades para imponer retenciones que planteó en el Presupuesto 2023 y que afortunadamente logramos frenar desde la oposición. Lo comprobamos al ver la pasividad ante cada uno de los hechos que van en contra de lo que dicta la Constitución, como la toma de una escuela, la ocupación y el bloqueo de una fábrica o la usurpación de la propiedad privada. Volvemos a verlo ahora, que vuelve a insistir con la eliminación de las PASO como parte de una maniobra especulativa propia de esa vieja política que debe quedar atrás.

Este tipo de prácticas, además de debilitar nuestras instituciones, deja al descubierto una triste realidad: la política de espaldas a los ciudadanos; una clase dirigente más preocupada por defender sus privilegios que por dar una respuesta de fondo a los problemas que sufrimos a diario. Mientras se concentran en atacarse unos a otros, tenemos más de diez tipos de dólar. Mientras ponen el foco en sacarles más dinero a los que producen y a los que invierten, se espera una inflación del 100% en el año. Mientras prestan atención a lo que dicen los participantes de Gran Hermano, en el país hay más pobres que cuando asumieron.

Es hora de que esto cambie, porque el daño ya es demasiado y lo sentimos en el bolsillo, en la angustia que nos genera ver partir a nuestros jóvenes, en la imposibilidad de ahorrar o de planificar. Con todo, tal vez el deterioro más profundo, el de fondo, sea el golpe a nuestra confianza.

Cuando se cambian permanentemente las reglas de juego, cuando un partido político o una persona se cree por encima del resto de los ciudadanos, es cuando más falla la democracia y más se erosiona la credibilidad de los gobernantes. Los argentinos enfrentamos una realidad compleja sin precedentes y el Gobierno, en vez de impulsar medidas que nos ayuden a salir adelante, promueve proyectos que dañan nuestro sistema democrático y sólo buscan mantener a los funcionarios en el poder y preservar sus privilegios; proyectos que nos hacen retroceder mientras el mundo avanza hacia la modernidad.

La política tiene que ser un ámbito donde se trabaje para solucionar problemas, no un lugar oscuro, incierto. La política tiene que volver a ser un lugar de servicio, no un lugar para que se “salven” o se enriquezcan unos pocos.

Desde Juntos por el Cambio vamos a seguir defendiendo a los argentinos con firmeza en el Congreso y en las legislaturas provinciales. Vamos a seguir trabajando para terminar con ese tipo de maniobras que alejan a los ciudadanos de la política y les hacen creer que da todo lo mismo. La buena noticia es que la sociedad ya se dio cuenta. La sociedad, aunque le pese al oficialismo, ya decidió que este no es el camino.

Temas
Martín Menem y Karina Milei.
Aníbal Tortoriello vive un proceso interno en el PRO de Río Negro. Juan Martín quiere manejar el partido.

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