ELECCIONES 2023

Fantino gobernador: ¿Outsider al poder o pura espuma?

Perotti lo tanteó para su sucesión en Santa Fe. Versiones, operaciones y ensayos con el conductor. Ganas y posibilidades. El factor Mirabella.

ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) “¡Pará, pará, pará, Omar! ¿Vos me estás diciendo si me animo a ser candidato a gobernador de Santa Fe?”. Esa frase, imaginaria pero no imposible, pudo ser la respuesta de Alejandro Fantino al gobernador Omar Perotti cuando lo tanteó para la gobernación hace algunas semanas. Con muletilla de show o formalidad, con mediciones o simple intuición, como globo de ensayo o apuesta política, el nombre del conductor de radio y TV se largó a rodar en la previa electoral santafesina y él mismo se encargó de subirse a esa moto.

 

Después de semanas de rumores y versiones, Fantino entrevistó en su programa Animales Sueltos al diputado Roberto Mirabella, ladero y candidato sin candidatura de Perotti, quien, con un ida y vuelta al aire que rozó el acting, confirmó las intenciones del perottismo. El conductor dijo querer caminar la provincia "sin intenciones políticas", una aclaración rápida para periodistas que, dijo, le preguntan insistentemente si será candidato. Mirabella recogió la pelota y soltó, jocoso: "Yo les digo que sí serás candidato... después de mí". El exrelator completó la escena con un "no está en mi cabeza ahora, pero, si algún día lo fuera, tengo que caminarla". Win-Win.

 

El operativo Fantino no pegó fuerte de entrada, pero llamó la atención que se volviera a recoger con la escena televisiva narrada. Las versiones de un acercamiento se llenaron de supuestos difíciles de conocer a ciencia cierta, pero que, justamente, por sus límites vidriosos, alimentan hipótesis. El gobernador no lanzó oficialmente una candidatura para competir por su legado en 2023 y por eso se entiende que, a esta altura, algún plan ensaya. En ese marco, la idea de un outsider no suena una rareza en la cabeza de Perotti, sobre todo con un Fantino, que en las últimas semanas reveló varias veces encontrarse en el inicio de una etapa de introspección en su vida. Los 50 le pegaron, parece.

 

Ale, el muchacho de San Vicente, del interior productivo santafesino, compinche, familiero, gringo de campo de corazón. Fanta, urbano y ágil en su manejo en el mainstream y los negocios de los medios. De hecho, en aquel rumoreado contacto con Perotti habría encarado el asunto más como si negociara un pase de un canal a otro que en términos políticos. Algunos puntos en común tienen ambas profesiones, por ejemplo, cubrirse ante una jugada incierta. 

 

Esa versión lo ubica como interesado en experimentar el nuevo rumbo, aunque no tan alejado al roce de su profesión. Luego de años de conducir programas al filo de la medianoche donde convertía en épicas frivolidades del fútbol o el espectáculo y atraía por ser el más canchero de la barra, pasó, de un día para el otro, a conducir un programa político y con influencia en la agenda nacional. Dicho en otras palabras, una cocina a pantalla abierta de maniobras del poder político. Por lo tanto, no se espantaría fácil de la ferocidad política.

 

La transformación de Fantino continuó con una evidente intencionalidad de mostrarse leído, conocedor de literatura, y de escarbar en la mitología con paralelismos más altisonantes que académicos. La idea de bajar la filosofía al televidente que lo buscaba por anécdotas fue graciosa al principio, empalagosa poco después. Lo mismo que pedir simplificar al máximo análisis rebuscados para el segmento neodoña Rosa, adornado con el pará, pará, pará. Todo un intento de superación y de que le da para más, aunque sin renegar de lo otro.  

 

Sus horas libres leyendo en la tranquilidad de Nordelta, como se mostró más de una vez, claramente lo posicionan muy por encima de quien supo ser el candidato outsider del espectáculo y que estuvo dos veces a tiro de ser gobernador de Santa Fe, Miguel Del Sel. Mientras el Midachi era sólo carisma y la última resaca de un humor de otra generación, Fantino podría darle un poco más de vuelo a una eventual construcción del personaje político y no sólo quedarse con el tipo entrador. 

 

El prototipo tiene sus límites y los encuentra en la exposición del conductor. No es el producto 100% a la medida de Perotti, más allá de que conecten por ser, ambos, gringos de campo. “Se manda algunas border, sobre todo en el último tiempo”, apunta alguien que estudia posicionamientos de candidatos. Aquel video haciendo ejercicio con una vehemencia artificial puede entrar en esa observación y también dejar mal parado a cualquier candidato. Se le suma la rabiosa pelea que creó desde su radio contra Sebastián Vignolo y Mariano Closs, entre desubicada y despechada: si alguien conoce cómo funciona la TV es, justamente, Fanta. Punto a favor: para la política hay que tener algo de ese ímpetu.   

 

“No corre, está en otra”, se la juega frente a Letra P un operador con campañas y años de asesoría política en el lomo respecto a la candidatura. Esa campana mezcla información con interpretación: que está con la cabeza en su segundo matrimonio, que no se metería en una campaña tan feroz como la que se avecina, que no pensó en profundidad en los desafíos de ponerse al mando de una provincia como Santa Fe y que todo el show de mostrarse dispuesto en algún momento, no fue más que eso, show.  

 

Dos semanas atrás, el conductor se casó con Coti Mosqueira en una estancia de Cañuelas y, curiosamente, Mirabella estuvo presente por más que no tengan vínculo para semejante invitación. Al menos así lo ventilaron en su entorno, pero la foto estuvo en la cuenta de Instagram del político.

 

¿Entonces? Los guiños están, los tanteos también. El operativo Fantino podría durar lo que un programa sin rating o firmar para la próxima temporada y reinventarse al aire.

 

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