LETRA PEPE

La mesa está servida

El cristinismo dice que CFK ya ordenó el tablero político y ahora espera la convocatoria de Fernández. El mensaje de Máximo al Presidente. La mudanza del Evita.

En Bali, Alberto Fernández tuvo una sensación de alivio. Horas después de haber sufrido una descompensación, producto de una gastritis erosiva con signos de sangrado que lo dejó fuera de juego en el G20, habló durante un largo rato con Cristina Fernández de Kirchner, que lo llamó preocupada por su salud y lo saludó con un tono cálido que parecía perdido en el tiempo. Después de meses de silencio, distancia y críticas ácidas, el Presidente recibió, también, un mensaje de Máximo Kirchner. Fue más que un bálsamo, una alegría. Las conversaciones trajeron el recuerdo del lazo que más los une, el pasado añorado al lado de Néstor Kirchner, que sufrió episodios similares, producto del colon irritable.

 

Aunque las conversaciones transitaron el terreno de lo personal contribuyeron a aplacar, también, las tensiones políticas que dominan el Frente de Todos (FdT) cuando queda poco más de un mes para el comienzo del año electoral y Fernández todavía se resiste a convocar a una mesa política que pueda empezar a ordenar la interna.

 

Para Cristina y su entorno, el ecosistema político peronista está “ordenado” y a la espera de la llamada presidencial. La vicepresidenta terminó de consolidar lo que considera que es la primera etapa de la organización interna con el acto que encabezó en el Estadio Único de La Plata el 17 de noviembre, mientras Fernández volaba de regreso desde su gira por Francia e Indonesia. El grupo de dirigentes de la provincia de Buenos Aires con el que se reunió en la residencia del gobernador Axel Kicillof le pidió de manera explícita que, ante la demora presidencial, fuera ella quien se pusiera al frente de la convocatoria de la mesa política. Cristina se explayó en las razones de su negativa.

 

“Eso lo tiene que hacer Alberto. Yo ya hice todo”, dijo la vicepresidenta. Un dirigente que participó de la cena explicó que “sin el Presidente, cualquier ámbito de conversación atentaría contra la unidad” porque si Cristina encabezara las reuniones se generaría un sinfín de “operaciones”. “Correríamos el riesgo de que Alberto se victimice y que nunca más exista la posibilidad de generar un espacio de diálogo”, apuntó. Cristina lo dejó claro: “Si hacemos eso, nos vamos a equivocar”.

 

Entre los comensales identificados con el cristinismo estaban Kicillof, Kirchner, los ministros bonaerenses Andrés “Cuervo” Larroque, Augusto Costa y Leonardo Nardini, las ministras Cristina Álvarez Rodríguez yDaniela Vilar, el jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, la senadora Juliana Di Tullio, los intendentes Jorge Ferraresi y Federico Achával, la intendenta Mayra Mendoza Achával, el ministro del Interior,  Eduardo de Pedro, y la legisladora provincial Teresa García, entre otros. También estuvieron la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, - que pertenece al Movimiento Evita- y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, de relación estrecha con el presidente Fernández. Mariel Fernández se sentó al lado de Cristina. Katopodis fue uno de los primeros en hablar y recibió un elogio a su gestión por parte de la vicepresidenta.

 

En el Gobierno, el cónclave que encabezó Cristina tuvo diversas interpretaciones. Una fue que la vicepresidenta busca ordenar la provincia de Buenos Aires para replegarse en ese distrito, a sabiendas de que la elección nacional ya está perdida. Las encuestas que maneja la Casa Rosada no son auspiciosas. El último de los sondeos que llegó a manos de la cúpula del FdT – y que algunos funcionarios califican como “no tan malo”- muestra que, en la PASO, el oficialismo podría cosechar el 33% de los votos, mientras que Juntos por el Cambio obtendría el 37% y el espacio de Javier Milei, el 17%. Esos porcentajes se transforman en veintipico de puntos para cada uno en una elección general y son una derrota segura para el oficialismo en un eventual ballotage. El escenario no variaría demasiado si el candidato fuera Fernández, Cristina o Sergio Massa.

 

El cristinismo lo relativiza. En el Instituto Patria repiten que en los últimos años las encuestas ya mostraron suficientes falencias como para confiar en que pueden pronosticar el resultado con precisión. “Lo que indica que sería difícil ganar una elección son los datos vinculados a la caída del salario real”, explican cerca de la vicepresidenta. Pero creen que la promesa de Massa de “bajar un punto de inflación cada dos meses” no es un imposible. “Más aún, cuando hay una persona que tiene las condiciones políticas para hacerlo, como Sergio”, agregan.

 

En el entorno de Cristina niegan, además, que la estrategia de ordenamiento de la provincia de Buenos Aires tenga que ver con un repliegue que tiene como horizonte la derrota electoral. “Si Alberto no convoca en el ámbito nacional eso nos obliga a trabajar en la provincia porque tenemos el gobierno y los intendentes están alineados. La idea es que esto sirva como base para el armado nacional”, dice un dirigente que participó del encuentro en La Plata.

 

La decisión de Cristina de sumar al encuentro al Movimiento Evita movió el avispero oficial. Pese a las tensiones y a las críticas de la vicepresidenta a la organización, el diálogo Kirchner- Emilio Pérsico se mantuvo siempre vigente. El diputado sigue de cerca la disputa por La Matanza que la organización le plantó a Fernando Espinoza con la legisladora provincial Patricia Cubría, a su vez esposa de Pérsico. Pidió “prudencia” para evitar que la tensión se transforme en una disputa con un sesgo violeto. El Evita hizo el viernes una denuncia policial en la que aseguró que ocho militantes fueron golpeados y amenazados con armas de fuego la noche anterios, mientras realizaban pintadas a favor de Cubría.

 

En La Plata estuvieron el diputado Leonardo Grosso y los dirigentes Esteban “Gringo” Castro y Gildo Onorato, entre otros. Pérsico mantuvo, además, una reunión presencial con Cristina el martes en el Senado. En el Instituto Patria entienden que el frente de tensiones está despejado, al menos con ese sector.

 

Eso fue lo que le transmitieron el propio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro al Presidente el miércoles durante el almuerzo que compartieron en la Casa Rosada. Los dirigentes del Evita le pidieron a Fernández que retomara el diálogo político con Cristina y empezaran a definir el esquema electoral. Le plantearon que, para ser competitivos en 2023, hay que trabajar “seriamente” en la unidad, y no confiar solamente en los resultados económicos que vaticina Massa.

 

El jefe de Estado pidió calma y aseguró que la situación interna se resolverá en el corto o mediano plazo. Pérsico y Navarro se fueron con la sensación de haber escuchado lo mismo que en otras ocasiones, preocupados por la tendencia del Presidente a la procrastinación. Como la vicepresidenta, creen que el diálogo tiene que empezar a darse antes de fin de año para llegar maduro a marzo.

 

Fernández tiene otras urgencias. Al igual que Cristina, confía en la palabra de Massa respecto de la inflación. Cree que hay que terminar el año con buenas señales económicas antes de ordenar lo político. Marcarán el ritmo el IPC de noviembre y el bono de fin de año. “Hay que meter un ancla económica y recuperar el orden político. Vamos de a poco”, explicó un funcionario de primera línea de la Casa Rosada que habló en las últimas horas con el Presidente. Lo vio “animado” después del episodio difícil que atravesó en Bali y sin ánimo de confrontar con la vice.

 

En el cristinismo no lo ven tan claro. Cerca de Cristina tomaron nota de la visita de Daniel Scioli a Hurlingham, invitado por el intendente Juan Zabaleta. Lo interpretaron como un movimiento de resistencia del albertismo residual por instalar candidaturas propias, al margen de Fernández. Anotan en esa lista a Scioli y al jefe de Gabinete, Juan Manzur. Un grupo entiende que todavía hay margen para intentar una alternativa por fuera del paraguas de Cristina. "Es un error. Ya quedó demostrado que el nivel de contención de Cristina tiende al infinito", asegura un camporista que pone como ejemplos de esa generosidad a Fernández y a Massa. 

 

Quienes dialogan con el Presidente dicen que pretender descartar candidaturas de antemano es un error de Cristina y de La Cámpora. “Si los candidatos no fueran Alberto ni Cristina sería bueno tener varias alternativas. Podríamos tener una PASO competitiva”, apunta un funcionario de primera línea que entiende que todo se encaminará cuando el Presidente y la vice recompongan el diálogo personal. Después, llegará la mesa política.  

 

Fernández no tiene mucho más margen para esquivar la convocatoria, no solo porque el año electoral está a la vuelta de la esquina. Con distintas tácticas según el caso, Cristina fue conquistando a la dirigencia que estuvo, en algún momento, más cerca del Presidente. Desde gobernadores, intendentes, ministros, como Katopodis, o ex, como Ferraresi, la plana mayor del Movimiento Evita, el diputado Leandro Santoro, todos pasan por el despacho de la vice en busca de una brújula para 2023. La descomposición del albertismo que nunca terminó de ser. “Es simple, ella ocupa los espacios que dejó vacantes Alberto”, define un referente peronista de buen diálogo en las dos terminales. 

 

Por lo pronto, Cristina se enfocará ahora en el frente judicial y no tiene en agenda ningún otro acto político. El martes 29 hablará por última vez en el juicio por la obra pública. La sentencia se conocería en diciembre. En paralelo, sigue de cerca la investigación por el atentado en su contra y, en particular, la pista que involucra al diputado Gerardo Milman, mano derecha de Patricia Bullrich.

 

En su entorno dicen que están a la espera del llamado presidencial para comenzar a ordenar el mapa 2023. “De nuestra parte ya están dadas todas las señales. Tenemos toda la predisposición”, apuntan. Dicen que no hay motivos para que el Presidente o su núcleo íntimo teman que, una vez armada la mesa política, la primera exigencia sea la rendición incondicional del sector. Y ya no queda más tiempo que perder.  

 

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