MALDITA INFLACIÓN

El 4,9%, el ruido y la gran pregunta: ¿qué pasa después de la era del hielo?

Massa respiró y se lanzó a una carrera de obstáculos hacia su candidatura presidencial. Las sospechas por asociación. ¿Congelamiento es pan para hoy?

La relativa sorpresa que significó el dato de inflación que difundió este jueves el INDEC pondrá –seguramente de modo precipitado– el nombre de Sergio Massa en todas las especulaciones sobre la oferta electoral que presentará el Frente de Todos el año próximo. El vacío que dejó el renunciamiento de Cristina Kirchner agranda las urgencias del peronismo y, también, las de una oposición que quiere saber a qué se enfrentará.

 

El dato, 4,9% en noviembre, es el más bajo desde febrero y supone la primera victoria del ministro de Economía en un maratón de 180 días para definir si se lanza a la presidencia el año que viene. Le quedan por delante 179 paradas bravísimas hasta el momento de las definiciones, un desafío que explica no solo su cautela en torno a la cuestión sino también sus dudas: ¿se lanza o espera una coyuntura más propicia?

 

El mencionado 4,9% no solo fue menos que lo esperado por los analistas privados, que fueron bajando estimaciones cercanas al 6% a otras de "cinco y pico". También mejoró lo que parecía anticipar la inflación medida por la Ciudad de Buenos Aires, que fue de 5,8%. Eso, más la triste memoria de lo ocurrido con el sistema nacional de estadísticas durante los gobiernos de CFK, alimentaron velozmente la suspicacia del mercado: ¿el peronismo vuelve a perrear los datos del INDEC?

 

La suspicacia se alimenta del hecho de que el Gobierno está disparando con Massa la que acaso sea su última bala electoral. Tanto se dijo que el propio organismo dirigido por Marco Lavagna –encima, un massista que juega el doble rol de jefe del INDEC y funcionario del Palacio de Hacienda– salió a dar explicaciones.

 

Según le dijeron allí a desPertar, el newsletter de Letra P, "en el mes a mes siempre hay discrepancias entre distintos tipos de las mediciones porque, más allá de cuestiones metodológicas, los momentos en que se recaban los datos son diferentes. Por eso esas diferencias se compensan cuando se analizan serios más largas".

 

El 4,9% del INDEC completa un 85,3% en lo que va del año y un 92,4% en los últimos 12 meses. Mientras, la inflación de la Ciudad registró, respectivamente, 5,8%, 82,9% y 89,9%. Es decir que el mes y el acumulado de 2022 le dieron más bajos al instituto nacional, mientras que la interanual le dio más arriba. Antes de mirar debajo del agua, paciencia…

 

A este portal solo le importan las peleas del día en la medida en que, considera, revelan algo más que simples cotilleos. Así, interesa que la vocera Gabriela Cerruti haya dicho que la reducción del IPC ya “la notamos quienes vamos al supermercado" y que Patricia Bullrich haya salido a cruzarla.

 

La clave del asunto –de eso habla Cerruti– es que la Argentina está experimentando el alivio módico que son capaces de generar las políticas de congelamiento, cuya bandera son los Precios Justos, pero que continúan con un sinfín de acuerdos sectoriales que Massa y el secretario de Comercio, Matías Tombolini, siguen cerrando –el último, con las farmacéuticas, que solo podrán remarcar 3,8% mensual hasta fin de marzo–. Aunque vaya a servirse del efecto de corto plazo, el ministro intenta simplemente establecer un puente hasta el momento en que la reducción del déficit fiscal y del desequilibrio monetario empiece a dar soluciones de fondo al gran drama nacional. Además, se ha empeñado en que el esquema sea voluntario.

 

Así las cosas, más que poner la mira en los procedimientos del INDEC –al menos, en tanto no haya evidencias concretas de manipulación–, convendría ir al fondo del asunto y preguntarse –primero– si los congelamientos se seguirán respetando y los productos estarán en las góndolas y –segundo– qué pasará el día después, el 1 de marzo, cuando Precios Justos caduque y haya que renovarlo –reconociendo subas– o eliminarlo.

 

Esa es, ni más ni menos, la carrera con obstáculos que queda por delante, más difícil de ganar que la propia final del domingo contra Francia.

 

Lo anterior se prueba cuando se examina qué ítems contribuyeron en mayor medida a una inflación que, incluso siendo menor que la esperada, sigue siendo un disparate: Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles –en el que pega la segmentación–, Comunicación –que, como dijo el Poder Judicial, no es un servicio público– y otros. En cambio, allí donde el congelamiento incide más –Alimentos–, el guarismo se redujo al 3,5%.

 

Si tu inflación sigue así, toda baja es política. Perdón, Indio.

 

Más allá de lo forzado de la cita, el punto es relevante. El acierto –provisional, aclaremos– de la designación de Massa en el Palacio de Hacienda no pasa solamente porque haya sido capaz, con cintura política, de controlar una interna dañina entre Cristina y Alberto Fernández. También surge del modo en que encaró –al menos en lo que hace a la inflación– la relación con los formadores de precios, sin caer en el ineficaz congelamiento de prepo y sin destino que reclamaba el cristinismo ni en la sumisión ante intereses que, después de la fase aguda de la pandemia, no han hecho más que recomponer desenfrenadamente márgenes de ganancia mientras la sociedad se empobrece.

 

Ya lo dijo Carlos Melconian, quien, en inesperados elogios, descartó la posibilidad de un estallido inflacionario el año que viene y señaló que Massa "saca agua de la canoa". Con él, "la situación es mejor, muy mejorada con relación a junio", concedió.

 

Lo que Massa le trajo al Gobierno es nada menos que política, pero su problema es que la salida del esquema que pergeñó será, en el "día después" de los Precios Justos, eminentemente económica.

 

Martín Menem y Karina Milei.
Javier Milei en una exposición de maquinaria agrícola, uno de los pocos sectores industriales con expectativas

También te puede interesar