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#8M GÉNEROS Y PODER

¿Quién manda en la Argentina? Spoiler: los varones

Por qué las mujeres no acceden a los espacios de decisión. El trabajo de cuidado y la violencia política, los principales obstáculos. Desigualdades y derechos.

Las conclusiones del Dossier Estadístico del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) a propósito del 8 de Marzo resumen la situación actual en relación con la brecha de género. “A pesar de contar con niveles más altos de educación formal, las mujeres participan en menor medida en el mercado laboral y, cuando lo hacen, son más propensas a situaciones de subocupación horaria y desocupación. Con mayor presencia en sectores vinculados a los cuidados, tienen menores posibilidades de acceso a puestos de decisión y perciben ingresos más bajos. Esta situación se da en paralelo con una mayor participación femenina en las actividades domésticas y de cuidado de niños y niñas al interior del hogar, lo que las hace más propensas a trabajar desde sus domicilios, con la sobrecarga que esto conlleva”, señala el trabajo.

La descripción –cimentada en evidencia– alude a todos los espacios posibles, porque la desigualdad es transversal y se profundiza en las capas sociales más vulnerables. El trabajo de cuidado -según un estudio de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, a cargo de Mercedes D'Alessandro, representa un 16% del PBI, por encima de la industria y el comercio- es el principal obstáculo para que las mujeres accedan a mejores condiciones laborales y de vida y, consecuentemente, tengan las mismas posibilidades que los varones a la hora de ocupar espacios de decisión.

Para Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), no hay una sola variable que explique la escasez de mujeres en espacios de poder. Identifica por lo menos dos: “El peso de las responsabilidades de cuidado y la forma en que eso opera como un recorte en la disponibilidad de tiempo y lo que significa en términos de exposición a la violencia política la mayor visibilidad pública”.

El ejemplo es claro. “Cuando hay concursos para altos estamentos en el Poder Judicial -salvo en los cargos cuyo nombramiento depende de propuestas de Presidencia- la cantidad de mujeres que se anota no tiene relación con las que están en condiciones de hacerlo, que son muchas más. Hay ahí una autorestricción de quienes estarían en condiciones de concursar para esos cargos y que se autolimitan”. De hecho, la Corte Suprema no incluye a mujeres desde la renuncia, el año pasado, de Elena Highton de Nolasco y sigue con el cupo vacante.

De acuerdo con el informe de ELA Sexo y poder, que releva la participación de mujeres en el poder político, en la Justicia Electoral el 83 % de los juzgados están encabezados por varones y el 17 % por mujeres.

No hay paridad que alcance

Lo que ocurre en la Justicia se reproduce de maneras parecidas en los distintos espacios donde se toman decisiones. El ejemplo más claro es el gabinete nacional, con solo dos mujeres, un 10% del total de titulares de ministerios (Elizabeth Gómez Alcorta en Mujeres, Géneros y Diversidad y Carla Vizzotti en Salud). De acuerdo con el estudio de ELA, y aunque parezca mentira, el equipo de Alberto Fernández no es el ganador en términos de brecha de género, porque el gabinete del gobernador Ricardo Quintela, en la provincia de La Rioja, está integrado solo por varones.

«Es indispensable mostrar lo que se pierde por la falta de mujeres en la mesa chica, las consecuencias dañinas que tiene para las decisiones que se toman sin las mujeres en ese espacio»

Natalia Gherardi, Directora Ejecutiva de ELA

Las acciones afirmativas como la Ley de Paridad en Ámbitos de Representación (que se reflejan en un Congreso con 44,51% de mujeres y 55,49% de varones) son necesarias, pero no suficientes. La politóloga Dolores Gandulfo explica que “la Ley de Paridad de 2017 también insta a los partidos políticos a generar paridad al interior de su puertas y, sin embargo, eso todavía no sucede” y agrega: “Aun cuando en muchos casos se puede visualizar la presencia de mujeres en los cargos de los órganos partidarios, sabemos que no están en la mesa chica de decisión”.

Para la directora de Política Institucional de la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires, “la norma es necesaria, pero es imprescindible analizar la parte más cualitativa”, es decir, monitorear “si el acceso al poder garantiza el ejercicio del poder”.

La participación en la toma de decisiones y el impulso de una agenda de género no se reduce exclusivamente a la presencia paritaria de mujeres. “La perspectiva de género es una parte indisoluble de una perspectiva de derechos humanos y ese compromiso se lo reclamo a varones y a mujeres”, sostiene Gherardi. “Es indispensable, primero, mostrar lo que se pierde por la falta de mujeres en la mesa chica y, después, las ventajas que tendría contar con ellas”, enumera.

«Es importante no sólo pensar cómo llegar, sino también cómo sostenerse en el poder, porque es muy difícil para mujeres que llegan a ámbitos de gestión tener las redes y los recursos económicos para poder generar políticas»

Dolores Gandulfo, Directora de Política Institucional de la Defensoría del Pueblo CABA y Directora del Observatorio Electoral de COPPPAL

Entonces, de nuevo aparece la necesidad de un compromiso que excede a los feminismos y que involucra directamente a las personas que integran esos espacios, “en su mayoría o casi exclusivamente varones”. “Debiera resultarles problemático ser parte de una mesa chica tan homogénea, de gente tan parecida a sí misma -y no solamente en términos sexuales-, para tomar decisiones para un conjunto tanto más amplio y diverso de la sociedad”, cuestiona y profundiza: “Es imprescindible mostrar esas consecuencias, hacerlas visibles y que tengan algún costo exigible por la sociedad civil, por el ámbito de la cultura, por los medios de comunicación”.

Violencia política

Tanto la directora de ELA como Gandulfo consideran que la violencia política es uno de los principales obstáculos para las mujeres que buscan desarrollar una carrera en el ámbito público y ejercer cargos de poder. “La violencia política en las redes sociales y en los medios de comunicación funciona como disciplinamiento para muchas mujeres que tienen la vocación de incorporarse a la vida política, sobre todo quienes vienen de trayectorias sociales, de trabajo comunitario en los territorios”, analiza la politóloga. En esa línea, se pregunta: “Si hay una dirigenta con muchísima trayectoria que es víctima de violencia política, ¿qué pasa con aquellas mujeres que no se sienten con todo el anclaje, digamos, de trayectoria para participar de la vida política?”. Las agresiones funcionan, entonces, de manera doble: el hostigamiento obliga a retroceder a referentes conocidas y desalienta a quienes quieren incorporarse a la política.

Es que no se trata solamente de llegar, sino de sostenerse. “Es muy difícil para mujeres que llegan a ámbitos de gestión, sobre todo en el ámbito local, tener las redes y los recursos económicos para generar políticas”, reflexiona Gandulfo. “Sabemos que los partidos políticos cuando tienen que generar financiamiento, en general se lo destinan a los hombres y después es muy difícil para las mujeres consolidarse en esos cargos, si no trabajan en red y no tienen herramientas de gestión”.

¿Y dónde está la diversidad?

La desigualdad no es desigual para todas las personas y, aunque se habla de la ausencia de mujeres en espacios de decisión, la ausencia más invisible es la de la diversidad. “No se puede pensar en los derechos civiles y políticos escindidos de los derechos económicos, sociales y culturales”, dice Gandulfo –también directora del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal)–, “el colectivo de la diversidad tiene muchísimos de sus derechos relegados y, por lo tanto, tenemos que trabajar para que esas desigualdades desaparezcan y, al mismo tiempo, promover los derechos civiles y políticos”.

“Cuando hicimos 'Sexo y poder' y antes también, por el recorte de la definición metodológica de qué significa un lugar de poder, prácticamente no pudimos capturar a ninguna persona del colectivo travesti trans”, cuenta la directora de ELA. Frente a la falta de información, se propusieron hacer una búsqueda más casuística para visibilizar la escasez y la poca participación y, aunque hay algunas personas travestis y trans en mandos medios, ninguna llegó aún a ocupar un lugar de poder y mucho menos franquear los muros de las mesas chicas.

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