LA CASA ES UN DESORDEN

Gestionar en la guerra, la quimera de un peronismo roto

Después de los lanzallamas camporistas y ministros "presidenciales", entran al barro Fernández y Cristina. Tarifas y FMI, claves en La Guerra de los Roses.

"Cuando una pareja comienza a hacer cuentas, no hay ganador, solo grados de pérdida", dice Gavin D’AmatoDanny DeVito– en la película La Guerra de los Roses, en la que Oliver Rose –personificado por Alberto Fernández– y Barbara RoseCristina Kirchner– dirimen con violencia hilarante quién se queda con la casa común, el Frente de Todos y el control del Gobierno, cuando el amor se apaga.

 

Lo anterior, claro, no es un un error, sino una humorada y haber reemplazado los nombres de Michael Douglas y Kathleen Turner por los del Presidente y la vicepresidenta es apenas un modo de tomarse con soda los efectos que esta remake clase B de aquella recordada película tiene sobre la economía y la sociedad argentinas. El espectáculo no solo es impresentable, sino peligrosamente paralizante de una gestión a la que no le sobran dinamismo, luces ni margen de acción.

 

El momento no podría ser peor. El aumento de las tarifas de luz y gas –vía segmentación– es cuestión de días después de las audiencias públicas del martes, el miércoles y el jueves de la semana que viene. De eso depende el cumplimiento de una parte clave del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la tropa cristinista del área lo sabe. ¿Qué sostendría a Guzmán en el cargo si quienes deben jugar a favor de una iniciativa oficial clave decidieran patear en contra e insistieran, como ha hecho el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, con reiteradas filtraciones de documentos internos que dan cuenta de la inaplicabilidad de ese esquema?

 

Como las audiencias no son vinculantes, dependería luego de su conclusión de que Basualdo, su allegada, la también cristinista Soledad Manin, titular del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), y el interventor del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), Federico Bernal, firmen las resoluciones que pongan en acto los incrementos. ¿Llegará el momento de la verdad para el Presidente, que días atrás mandó a Guzmán a decir que la gestión continuará con "los funcionarios que estén alineados" con la política del Gobierno? ¿Será ese el momento en que la fractura quede finalmente expuesta?

 

Los misiles apuntan a Martín Guzmán, pero el ministro es una anécdota. El objetivo es la política fijada por Fernández y, si es necesario, este último en sí mismo. Como Barbara Rose, Cristina Kirchner no quiere irse de una casa que considera suya y hace todo lo posible para que sea el otro quien pague el costo de la ruptura, se analiza en la consultora El Hotel de los Famosos.

 

Ahora bien, dado que su sector actúa movido por la percepción de que las políticas en curso son lesivas para quienes menos tienen –su propia base electoral–, cabe preguntarse por el modo en que la sociedad lee estas acciones.

 

Por mucho menos que eso, el cristinismo previo a 2015, que entonces sí sentía que el Gobierno era suyo, se revolvía en la condena a movidas "destituyentes". Con las cartas sobre la mesa, ¿qué clase de liderazgo espera la vicepresidenta que se le reconozca? ¿El de quien defiende con valentía sus principios y defiende a los más vulnerables o el de alguien que solo piensa en su propio núcleo político –hoy, sin dudas, más pequeño que en 2019 para aspirar a hegemonías– y que es capaz de devorarse sin culpa a su propia criatura, esto es la unidad del peronismo?

 

En la misma línea, ¿qué mensaje envía a potenciales aliados? Ocurre que la vida sigue y, si ya no será con Alberto Fernández, serán otras las figuras de las que pretenda rodearse. Entonces, ¿qué conclusiones sacará Sergio Massa, quien es a la vez otro crítico de Guzmán y un aspirante a ser el Alberto de 2023? He allí otro trauma anunciado.

 

La inusual reunión de gabinete de este miércoles estuvo destinada a mostrar al infortunado Guzmán como parte del equipo y darle un respaldo que el propio Fernández le entrega de modo ambiguo, esto es ratificando el rumbo, pero sin mencionar al ministro y, a la vez, ofreciendo una vez por semana la cartera de Economía a personas que imagina potables para su enemiga íntima.

 

Dicha reunión, a la que siguió una conferencia de prensa incómoda, en la que los ministros presentes tuvieron que responder si forman parte de un elenco "de odio", fue el corolario de un martes de locos.

 

Para empezar, Andrés Larroque, el lanzallamas designado por La Jefa, se permitió adjudicarle al jefe de Estado "operaciones de desgaste sobre la figura de Cristina" y recordarle que "el Gobierno es nuestro".

 

"Yo no soy dueño del Gobierno", replicó el Presidente desde General Pico.

 

"Nadie es dueño del Gobierno. Nosotros representamos al pueblo y es el pueblo el que quiere que trabajemos juntos y cumplamos con la palabra empeñada", agregó entre aplausos, no unánimes, ni siquiera en la tarima sobre la que lo escuchaban los funcionarios presentes.

 

Por si hacía falta precisar más el sentido cabalístico de las palabras del camporista, la propia Cristina Kirchner trajo de la estratósfera un hilo de tuits en el que muestra su reencuentro con "Pilar del Rio, periodista y esposa de José Saramago".

 

En el mismo, recuerda una charla compartida en 2003, cuando Néstor Kirchner se disponía a asumir el poder con un magro 22% de los votos debido a la deserción de Carlos Menem de la segunda vuelta. Para ella, entonces y ahora, hay que legitimarse a través de la gestión porque se puede "ser legítimo y legal de origen y no de gestión".

 

La estocada fue a fondo y presentó –implícitamente, claro– a Fernández como un presidente sin legitimidad de ejercicio, contracara perfecta de Néstor Kirchner.

 

El racconto de la guerra civil del Frente de Todos puede continuar infinitamente, a riesgo de quedar viejo en minutos. Baste decir, entonces, que el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, salió en defensa del mandatario y le atribuyó al ya veterano dirigente juvenil "declaraciones estúpidas".

 

"Ya estoy preparado para cuando venga la invasión de los platos voladores, que es la única que me falta. Después ya nos pasó todo", comentó, entre divertido y resignado, Alberto Fernández en el acto de La Pampa. Lo que calló es quién imagina que puede bajar de esas naves.

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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