LESA HUMANIDAD

Un 2x1 por goteo, el jubileo para represores de Mahiques y Yacobucci

Los jueces de Casación Penal hilvanan una seguidilla de beneficios y alivian condenas. Etchecolatz, Acosta y más. El ministro de Vidal y el escriba de Cabildo.

El paso del tiempo, la impunidad biológica y la insistente búsqueda de impunidad que los represores y sus defensas nunca abandonaron es un cóctel que, por estos tiempos, está mostrando resultados en el proceso de memoria, verdad y justicia sobre los crímenes de la última dictadura cívico militar eclesiástica: un “2x1 por goteo”, definen entre el colectivo de sobrevivientes, familiares de víctimas y militantes de derechos humanos. Tal cosecha no sería posible sin la sensibilidad de varios magistrados del Poder Judicial siempre dispuestos a darle una mano a quienes aún sostienen el pacto de silencio frente a centenares de testimonios que los ubican una y otra vez como responsables de secuestros, torturas, asesinatos, desapariciones, abusos sexuales, apropiación de niños y robo de bienes.

 

La Cámara Nacional de Casación Penal estuvo esta semana especialmente dedicada a beneficiar represores. Quienes le sacaron fuego a la lapicera para firmar domiciliarias fueron los integrantes de la Sala II de ese escalafón judicial, Carlos Mahiques y Guillermo Yacobucci, cuya benevolencia no causa sorpresa a la hora de analizar recursos que involucran a integrantes de las fuerzas armadas, de seguridad y civiles vinculados con violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado.

 

Desde el pasado lunes, Mahiques y Yacobucci habilitaron el beneficio de la prisión domiciliaria para tres genocidas: Mario Ocampo y Luis Firpo, militares retirados condenados a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad contra militantes que participaron de la Contraofensiva de Montoneros, y el expolicía multicondenado Miguel Osvaldo Etchecolatz. La semana anterior, la misma sala ordenó al Tribunal Oral Federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires una nueva definición sobre un pedido de libertad condicional que la defensa del verdugo de la ESMA Jorge “Tigre” Acosta mantiene flotando en los pasillos tribunalicios desde hace algunos años y, en ese mismo fallo, habilitó que se le aplique la ley más benigna para ese cálculo. A fines del mes pasado, los camaristas le otorgaron la libertad condicional a Santiago Omar Riveros, el último jerarca vivo del terrorismo de Estado.

 

Yacobucci es Director del Instituto de Derecho Penal de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales

Los camaristas rescataron de la cárcel VIP de Campo de Mayo a Ocampo, quien fue jefe de Inteligencia de esa guarnición militar entre 1979 y 1980 y, en ese rol, participó de secuestros, torturas y asesinatos de montoneros durante la Contraofensiva. En el fallo, Mahiques dice, y Yacobucci coincide, que la decisión del Tribunal Oral Federal número 4 de San Martín de determinar que cumpla su condena en una cárcel común no tuvo en cuenta “razones humanitarias”: achaques de salud y la edad –tiene 74 años–, por ejemplo, además de la pandemia de Covid. Los camaristas ignoraron que Ocampo permaneció prófugo hasta 2019, cuando fue detenido en un barrio privado de Buenos Aires.

 

En el caso de Firpo tampoco tuvieron en cuenta la violación de la prisión domiciliaria que el genocida cometió mientras transitaba el juicio en su contra. Firpo fue registrado fotográficamente en noviembre de 2020, en plena pandemia, mientras salía a hacer compras al supermercado de su barrio cuando, según los papeles, debía permanecer cumpliendo prisión preventiva en su casa. Entonces, el TOF 4 lo mandó a la UP34. Este miércoles, Mahiques y Yacobucci lo devolvieron al calor de su hogar.

 

La lista sigue porque, desde que Mahiques y Yacobucci unieron fuerzas, la Sala que comparten en la Casación se convirtió en “la trinchera” de los represores, apunta una fuente vinculada a la lucha por memoria, verdad y justicia para las víctimas del terrorismo de Estado. Durante la pandemia, por ejemplo, habilitaron todas y cada una de las presentaciones de represores para ser beneficiados con domiciliarias.

 

Lobos en Casación

Entre 1980, cuando comenzó su carrera judicial, y hoy, Yacobucci pasó por la justicia de primera instancia, la Corte Suprema de Justicia y los tribunales federales de la ciudad de Buenos Aires. En 2008 ingresó a la Cámara Nacional de Casación Penal, donde subrogó el cargo de camarista de la Sala II hasta 2011. Le bastaron ese par de años para pegar un par de guiñadas de ojo a investigados, procesados y condenados por crímenes de lesa humanidad de la última dictadura. Eso sí: siempre desde la postura que sostienen hasta la actualidad de ceñirse estrictamente a la letra de la ley.

 

Ministro. Mahiques con Vidal, su jefa de entonces en la gobernación bonaerense

En diciembre de 2008, por ejemplo, junto a sus entonces colegas en la Sala Gustavo Mitchell y Luis García, excarceló a represores entonces investigados por su participación en violaciones a los derechos humanos en la ESMA. En su voto –lo explicó días después, inclusive– sostuvo que genocidas de la calaña de Alfredo Astiz, el “Tigre” Acosta, Juan Carlos Rolón, Jorge Rádice y Juan Antonio Azic, entre otros marinos integrantes del Grupo de Tareas 3.3, habían pasado demasiado tiempo en prisión preventiva. Le echó la culpa al sistema judicial por “demorar demasiado”. Medio año después, el magistrado avaló un pedido de Acosta para rechazar la querella de organismos de derechos humanos en su contra. Decía el genocida que no representaban víctimas concretas, un argumento que por entonces la Corte Suprema, inclusive, había desechado. Yacobucci, en cambio, avaló.

 

Años después, el juez regresó al máximo tribunal penal del país, por concurso, acuerdo del Senado y decreto del expresidente Mauricio Macri mediante. Ni Macri ni el Senado tuvieron en cuenta las advertencias que organismos de derechos humanos le hicieron sobre el prontuario que el magistrado había construido durante su subrogancia. Tampoco otro dato que aportaron en sus repudios: durante el terrorismo de Estado, Yacobucci escribió algunos artículos que fueron publicados por la revista Cabildo, de corte abiertamente progenocida y negacionista.

 

Mahiques, en cambio, entró por la ventana. Jefe de una familia dedicada a entretejer poder y Justicia, “Coco” Mahiques interrumpió con una licencia su rol de juez en la Cámara de Casación porteña, donde llegó en 2013, para ser ministro de Justicia de María Eugenia Vidal en noviembre de 2015. Renunció en mayo del año siguiente. En 2017, el Consejo de la Magistratura lo propuso como integrante de la Casación nacional, sin haberlo probado en concurso. Su hijo Juan Bautista, representante del Poder Ejecutivo en el órgano rector del Poder Judicial, empujó su candidatura. Un año después, el Senado lo confirmó en la Sala II.

 

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