Más allá del salario

Las razones de fondo que acercan el acuerdo entre Llaryora y el SUOEM

Tras las protestas, se encaminó la paritaria del gremio municipal. Contención de la planta juecista y factor electoral, en una negociación con la guardia alta.

CÓRDOBA (Corresponsalía) “Todavía falta un año de gestión”. La necesidad de sostener la guardia alta es mandamiento dentro de la administración de Martín Llaryora, que en las últimas semanas se vio conmocionada por la reactivación del conflicto con el sindicato que nuclea a trabajadores y trabajadoras municipales de la capital cordobesa, el SUOEM. Después de un primer acercamiento poco feliz y una posterior convivencia armónica, o casi, la cuestión salarial volvió a hacer arder los papeles de la gestión que se propone servir de base para la proyección del intendente a la gobernación mediterránea. Más allá del conflicto puntual, en la que la oferta y el reclamo estuvieron separados por 30 puntos, esa proyección es la que empieza a influir en el talante general de la política cordobesa. El sindicato, uno de los más fuertes y combativos de la provincia, no escapa a esa discusión.

 

En la Municipalidad saben que el afán inicial de Llaryora por “acomodar las cosas” dentro de la administración dejó descubierto un flanco a futuro. La dureza con la que se enfrentó al sindicato sirvió “para afuera”, pero complicó las cosas “para adentro”. Reconocen, además, que el grueso de la planta permanente ingresó durante las gestiones de Luis Juez y Ramón Mestre, y que la situación de esos cálculos sobre la “identificación política” dentro del gremio se complejiza si se toma en cuenta los retiros anticipados que impulsó la actual gestión. El recambio generacional termina siendo un mal negocio para el PJ.

 

En el mundillo político cordobés también se observa con atención a la figura de Rubén Daniele, que enfrenta el primer conflicto desde su reasunción al frente del sindicato. “Si vos mirás las movilizaciones de las épocas anteriores con Daniele en la conducción, estas últimas no fueron tan grandes como el gremio quiere presentar. No hay que restarles importancia, pero lejos están de ser históricas”, advierte un funcionario que observa el devenir de la convivencia con confianza en que “todo va a andar bien” y no ve en el secretario general del sindicato a "un opositor".

 

“Las bases, en su mayoría, son marcadamente antiperonistas”, señalan a Letra P fuentes consultadas en el sindicato. Nada nuevo bajo el sol mediterráneo. A la tradicional identificación radical, se suma una vertiente que saltó del peronismo al macrismo de la mano de Juez. Algo así como el juecismo histórico dentro de la órbita municipal. A quienes conforman tal vez conforman el núcleo más importante del Frente Cívico de Córdoba, el propio senador ya les dijo que “hay que jugar” y que “está para lo que haga falta”. Pidió y ofreció. Sabe que tiene una “buena imagen” en un sector no menor de la planta, y que es transversal a las disputas internas del sindicalismo.

 

Más allá de cualquier otro defecto que pudiese encontrarse en la revisión histórica de su gestión, los adversarios de Juez siempre cuestionan su política en el área de recursos humanos. Puntualmente, los nombramientos y pases a planta permanente que se produjeron durante sus cuatro años de mandato, entre 2003 y 2007. Detrás de esas críticas, siempre se escondió una fuerte mirada antisindical que el propio Juez trató de combatir, al menos en el plano de la ciudad de Córdoba, para defender lo hecho durante su intendencia. Aquellas designaciones le generaron la adhesión con la que hoy cuenta entre el grueso del gremio municipal, que suma a la base de quienes ingresaron a la planta en tiempos del Frente Cívico a quienes lo hicieron durante la primera parte de la gestión de Daniel Giacomino. Juez dejó la intendencia al borde de duplicar la cantidad de personas en planta permanente, pero también redujo considerablemente las situaciones de precarización generadas vía planta transitoria o monotribustismo, en comparación con la gestión de Germán Kammerath.

 

Conocedor del paño como pocos, Daniele es consciente de la estructura con la que hoy cuenta el sindicato, pero mantiene su máxima de defender los derechos conquistados y el salario dejando sus preferencias políticas a un costado. De todos modos, sabe que las elecciones de 2023 van a meter la cola y arriba a acuerdos con aquellos sectores que pueden presentarse más propicios “a pudrirla” para que la imagen de Llaryora se vea de algún modo perjudicada. Por eso, el acuerdo interno es “despolitizar la lucha salarial”. Ni la conducción ni las bases aceptarán acuerdos que pierdan contra la inflación y de esa manera se determinarán las acciones para conseguir ese objetivo, alcanzado sin altos grados de conflictividad el año pasado.

 

“La presión de las bases a Daniele es real, pero confían en él. Saben que no va a claudicar en la lucha. Él advierte que el tipo de conducción ejercida por la actual administración es más dura que las anteriores y que puede ser un poco más difícil, pero los objetivos están claros y los modos de hacerlo también. Hay un compromiso de todos para que el salario no siga cayendo”, describe a Letra P uno de los hombres que habitualmente moviliza entre las filas del Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales.

 

Este miércoles, la discusión salarial se encaminó y después de semanas agitadas en las calles, con frases altisonantes y “advertencias” cruzadas, puede llegar a haber un acuerdo en el que ambas partes cedan una porción importante de sus intenciones iniciales. “Todavía falta un año de gestión y Martín ni siquiera se lanzó”, advierten en el llaryorismo. Así, encienden las alarmas, aunque también lanzan una pregunta al aire: "¿Si la imagen de Llaryora se fortaleció con aquella primera pelea con el sindicato en el inicio de su mandato, qué tanto puede perjudicarlo una discusión con el SUOEM en medio de la campaña?".

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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