FASE B

Dólar-soja: el debate, el hecho, las interpretaciones y el costo político

La medida dispuesta por el Gobierno (¿por quién del Gobierno?) no es chicha ni limonada. El campo no se emociona y la calle se calienta.

El Banco Central dispuso este martes por la noche medidas para mejorar la cobertura del sector exportador rural ante una posible devaluación, temor que, se supone, lo ha llevado a retener porotos de soja como nunca desde que comenzaron los registros, en 2005. Tras un debate tenso en el Gobierno y, sobre todo, en el Banco Central, las esperables marchas y contramarchas dieron lugar a una medida que permitirá, hasta el 31 de agosto, que "los productores realicen un depósito a la vista en las entidades financieras con retribución diaria variable en función de la evolución del tipo de cambio A3500, conocido como ‘dollar-linked’, por hasta el 70% del valor de la venta de granos. Además, por el 30% restante se permitirá la Formación de Activos Externos al valor del dólar oficial más el impuesto PAIS y las retenciones a cuenta que percibe la AFIP".

 

En medio de un debate furioso dentro del Frente de Todos respecto de qué hacer con su rival-enemigo "el campo" y sobre si debe o no desdoblar formalmente el mercado cambiario para aliviar la situación acuciante de las reservas de la autoridad monetaria, la medida quedó a mitad de camino de todas las encrucijadas y se presta a diferentes interpretaciones, como quedó expresado en la cobertura de la noticia que hicieron los principales medios. Clarín habló de un “dólar especial" para el sector rural. La Nación, de un “dólar soja" que llega "después de que el Gobierno negara varias veces esa posibilidad".  Infobae  señala directamente que se creó “un nuevo tipo de cambio". Ámbito Financiero, más técnico, da cuenta de un “régimen especial" y  El Cronista  explica porqué esto no es un desdoblamiento cambiario. ¿Cómo hay que interpretar lo ocurrido?

 

Lo anunciado es un híbrido que surge –¡ufa, otra vez!– de las contradicciones del Frente de Todos entre desdoblar o no hacerlo y si buscar que los productores liquiden granos almacenados en silobolsas por las buenas o por la malas –unos 20.000 millones de dólares, según el Gobierno–. Así, entender la medida, que podría arrojar vencedores y derrotados internos, es complejo.

 

En principio, desdoblamiento no es y tampoco un nuevo tipo de cambio, si bien el resultado financiero de las exportaciones que se concreten en el próximo mes y pico efectivamente mejoran, levemente y de modo indirecto, el tipo de cambio que se obtiene. Sin embargo, ese efecto resulta de las posibilidades financieras que se abren, que en parte equiparan el tratamiento al campo con el ya vigente para otros sectores y que suponen, antes que nada, una garantía contra una eventual devaluación del tipo de cambio oficial, lo que, se suponía, era hasta ahora la gran traba para las liquidaciones remanentes. Con ello, un mensaje: el Gobierno no piensa devaluar el peso y las cotizaciones internacionales de los granos se instalan ya decididamente en niveles de preguerra, por lo que es mejor dejar de especular.

 

No es un desdoblamiento o la creación de un nuevo tipo de cambio ya que la medida simplemente modifica las condiciones de ahorro del sector. Es más, la opción de depositar el 70% del dinero resultante de la pesificación "dollar-linked" ya estaba vigente y no novedoso para el acceso, por el 30%, al dólar ahorro, que este martes cerró a 239,75 pesos, bien lejos de los libres y que además implica un costo impositivo –el 35% más el 30%–. En este esquema, el exportador recibe los mismos pesos que antes de que rigiera, pero la alquimia financiera dispuesta le mejora, como efecto secundario, el tipo de cambio obtenido de los actuales 130,68 pesos en el tramo mayorista a 166 pesos. A eso, claro, hay que descontarle las retenciones. 

 

Desde ciertas usinas oficiales se había hablado de un desdoblamiento que reconociera a los productores el valor del dólar libre por un cierto período o una reducción de retenciones, cosas que no ocurrieron. Es más, se le achacó al ministro de Agricultura, Julián Domínguez,  la "contradicción" entre lo dicho el martes en la Exposición Rural y lo anunciado luego, por la noche, por el Central, pero eso no es cierto. Lo que el funcionario había dicho es que la decisión presidencial era que no hubiera devaluación ni baja de retenciones y no las hubo. Eso sí: que las interpretaciones pasen, en algunos medios influyentes, por la creación de un nuevo tipo de cambio debilita la narrativa de Miguel Pesce contra un desdoblamiento formal del mercado y atiza la percepción de reservas al límite y de que el margen para no devaluar se achica.

 

¿Vale la pena el costo político?

El Gobierno aparece cediendo bajo la presión de sus reservas escasas y en un frente en el que no querría entregar ni un tranco de pollo, como para usar un lenguaje acorde al tema. Las primeras consultas que realizó Letra P entre analistas del sector arrojan que el plan podría, básicamente, ayudar a decidir ventas a los productores que necesitan cubrir costos de la campaña anterior o de la que viene y que no se decidían por el riesgo devaluatorio, que queda bastante despejado. Así, la medida tendría un impacto, pero sería limitado, que no alcanzaría a quienes tienen espalda financiera para seguir encima de un activo que está sujeto a variaciones de cotización, es cierto, pero que no es otra cosa que dólar.

 

Es más, el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, ya juzgó el plan como "confuso" y de "difícil implementación".

 

Con todo, el gesto oficial descomprime el clima en torno a la manifestación prevista para el sábado por organizaciones piqueteras ante la sede de la SRA, de derivaciones "potencialmente peligrosas", según fuentes del sector consultadas por Letra P. Sin embargo, Juan Grabois se encargó, otra vez, de mantener la mecha encendida.

 

La calle dio ya indicios de inquietud social en la marcha que realizaron camioneros, bancarios, la CTA de los Trabajadores y organizaciones piqueteras cristinistas frente al al Ministerio de Desarrollo Social por el 70 aniversario de la muerte de Eva Perón. Efemérides y críticas a los formadores de precios aparte, hubo allí un testimonio crítico de las políticas oficiales.

 

En medio de tanto ruido, la ministra de Economía, Silvina Batakis, volvió de Washington, donde ratificó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo que no habló de replanteo de metas –eso quedará para cuando la misión técnica del organismo venga a auditar la marcha de la economía–, trató de mostrar un rostro más "liberal" ante representantes de fondos de Wall Street y hasta aseguró no temerle al ajuste fiscal y dijo contar, para realizarlo, con el aval no solo de Alberto Fernández, sino también de Cristina Kirchner y de Sergio Massa.

 

A propósito, bien al estilo del recordado general Alais, el presidente de la Cámara de Diputados sigue enfilando hacia la Jefatura de Gabinete, incluso exigiendo amplia autonomía de gestión. Lento, el asunto.

 

Hagan o no hagan, pero definan: una encuesta de Synopsis que publicó La Nación arrojó que "nueve de cada diez personas creen que la Argentina va a estar peor en 2023". El horno no está para bollos.

 

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