EL BÚMERAN SINDICAL

Se sabía: la marcha de la CGT pone al Gobierno en la mira

Lo que se presentaba como una protesta contra el Círculo Rojo se encaminaba a terminar en fuerte presión sobre la Casa Rosada. Firmeza, bono y paritarias.

"No sos vos, es la inflación: la CGT marcha, pero no contra el Gobierno". El título que le puso Letra P a la nota que, el 14 de julio, anunciaba la decisión de la central obrera de movilizarse daba cuenta de la delgada línea por la que caminaría el movimiento obrero organizado con esta jugada, que hubiera necesitado genios de la comunicación para evitar que pasara lo que, en el amanecer mismo de la jornada, estaba pasando: en vez -además, en todo caso- de sobre el poder económico concentrado en oligoplios que manipulan los precios a su antojo, la mira quedaba puesta sobre el gobierno del compañero Alberto Fernández, de gira por la precordillera riojana, sobre quien caían pesados reclamos lanzados por las principales cabezas sindicales.

 

Para muestra, un botón: "Compañero Alberto, no podemos seguir con este nivel de inflación por parte de los especuladores. Vamos a salir a la calle todas las veces que haga falta. Denunciamos a esta manga de delincuentes”, arrancó Pablo Moyano con el plan original, pero enseguida torció el rifle y apuntó a Balcarce 50. “Alberto, poné lo que tengas que poner; aplicá multas", le reclamó al Presidente y le avisó: "Los trabajadores te vamos a bancar”... si hacés lo que tenés que hacer, que sería lo que no está haciendo.

 

“Hay que denunciar a los que quieren darle un golpe al Gobierno”, se cebó el cosecretario general de la CGT y advirtió, en línea con lo que dijo la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando todavía hablaba: “Los trabajadores no llegan a fin de mes”. Moyano insistió: “Vamos a salir a las calles a defender al Gobierno”, pero le reclamó: “Alberto, sacá ese bono para los trabajadores que no llegan a fin de mes y mantené las paritarias libres".

 

No fue el único. El líder de la CTA, el diputado kirchnerista Hugo Yasky, también caminó por esa cornisa. “Algunos le cubren las espaldas a los grandes especuladores del país, que también son dueños de medios de comunicación", dijo y aclaró que "el objetivo (de la movilización) es denunciar a los formadores de precios", pero le pidió al Gobierno que muestre “firmeza para enfrentar a estos sectores”. Corta: si se la reclama, entiende que le falta.

 

Otro Moyano, más impredecible en su andar sinuoso por las anchas avenidas de la política, no anduvo con vueltas. "El Gobierno es responsable de lo que está pasando, no podemos mentirnos”, dijo Facundito y metió un poco más la daga en el costado del Presidente: "Existen formadores de precios, pero también existe un Estado con herramientas para controlarlos”.

 

Desde los bordes del oficialismo, pero del lado de adentro después de abortar su Operación Saltemos, el Frente Patra Grande, la fuerza que lidera Juan Grabois, también terminó metiendo presión sobre el Gobierno en ese juego dual que la diputada Natalia Zaracho llamó "apoyo crítico", aunque quizá las palabras más ajustadas sean "apoyo condicionado".

 

“Vamos a participar (de la marcha) porque necesitamos decir que hay que ponerles un freno a los formadores de precios. Hay que ser duros con los duros y, si el Gobierno hace eso, el pueblo lo va acompañar. Es un apoyo crítico”, explicó.

 

Es lógico. Era esperable que ocurriese lo que estaba ocurriendo al cierre de esta nota. Las cúpulas sindicales venían soportando una fuerte y creciente presión de sus bases, que no dan más y les reclamaban acción. Calle. Marcha. Lo dijo CFK cuando todavía hablaba: "Hay trabajadores en relación de dependencia pobres". "Nunca había pasado", había agregado. Esa a la que se refería la vice es la fuerza de trabajo representada por las organizaciones agrupadas en la CGT. 

 

Bicho como siempre, desde el afuera del peronismo que decidió habitar cuando quiso darse el gusto de ser macrista, Miguel Pichetto lo dijo en la mañana de este miércoles: "Es una marcha contra este gobierno".

 

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