LA GRIETA ARDE OTRA VEZ

¿De Juncal o de Uruguay?

Bastó con que un fiscal-futbolista saliera a la cancha al frente de su equipo y que pronunciara su alegato-arenga en un juicio de primera instancia –esto es, que no generará por años cosa juzgada ni encarcelamientos ni proscripciones– para que la Argentina se enloqueciera. Con cierre de las defensas el mes que viene, fallo –con suerte– hacia fin de año y previsibles apelaciones a Casación y a la Corte Suprema, la causa "Vialidad" seguirá abierta por un buen tiempo. El país igual hierve.

 

Las interpretaciones sobre el pedido de Diego Luciani de 12 años de prisión e "inhabilitación perpetua" para ocupar cargos públicos para Cristina Fernández de Kirchner dependen de en qué lado de la grieta se pare cada cual. Los medios ofrecen explicaciones sobre la mesura o la desmesura de la tipificación de asociación ilícita, la solidez o la endeblez de las pruebas, los respetos y las omisiones al debido proceso, la pertinencia o la impertinencia de que se le haya impedido a la vicepresidenta refutar lo que considera elementos de prueba injertados de otras causas y metidos por la ventana, cosa que, de todos modos, esta hará este martes desde las 11 ante el tribunal de la opinión pública.

 

Institucionalmente, la Argentina es un jenga enclenque. Inevitablemente, las piezas deben cambiar de lugar, pero nadie logra darle al edificio siquiera una apariencia de estabilidad. La vicepresidenta está amenazada con la cárcel; sus incondicionales operan para que el Presidente la indulte, algo que hasta ahora ni ella ni él han querido y que se presta a polémica en cuanto a su viabilidad jurídica. Las acusaciones de corrupción abundan en cada gobierno, pero el Poder Judicial actúa lentamente y con criterio selectivo, al modo de un árbitro bombero al que no lo salva ni el VAR. El Gobierno está lleno de gente –en posiciones de poder– que años atrás quiso hacer carrera prometiendo meter presas a personas a las que hoy deben defender, aunque sea a desgano. La oposición defiende la república, pero se apresura en condenar, fomenta escraches y hasta tiene exponentes que piden pena de muerte. Los incondicionales de la principal acusada salen a defenderla y la Policía de la Ciudad reprime, también con criterio selectivo. En medio de gritos de "¡Chorra!" y "¡Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar!", las multitudes arden y los canales de cable apostan sus cámaras en la tribuna que cabe esperar en cada caso. Se está en Juncal o en Uruguay, no hay otra. La calle flirteaba hasta esta madrugada con el estallido en Recoleta, no en la Plaza de Mayo ni en la avenida 9 de Julio, como podría haberse esperado.

 

Grieta sin remedio

¿Qué construcción es posible en medio de semejante clima?

 

Más allá de volver a denunciar lo que considera una persecución mediático-judicial en su contra, Cristina arremetió contra Horacio Rodríguez Larreta  por el ataque de la Policía de la Ciudad a sus simpatizantes.

 

En algo tiene razón: desPertar, el newsletter de Letra P, alertó en su momento sobre la connivencia de los uniformados con grupos minúsculos, pero violentos que patrullaban Buenos Aires para acosar a cualquiera que les pareciera peronista. Este lunes, los agentes reemplazaron su pasividad anterior por la toma de partido. Ojo con el jenga…

 

El alcalde porteño, en tanto, acusó a la vice de ser ella quien alienta la violencia y sorprendió al hacerlo en mayúsculas, gritando en los códigos de las redes sociales.

 

Alberto Fernández Sergio Massa  y el panperonismo en pleno, con más o menos entusiasmo, respaldaron a la principal figura del Frente de Todos, mientras que en Juntos por el Cambio no se distinguieron halcones de palomas. Pensar que el último jueves, nomás, el Círculo Rojo y el embajador Marc "Spruille" Stanley clamaban por la conformación de una amplia coalición centrista para poner en práctica un ajuste con sustento político... Con este nivel de grieta, ¿en qué cabeza cabe tal posibilidad? En verdad, ni eso ni mucho menos, incluso consensos más constructivos para la vida cotidiana de una población sufrida. Sin dudas, lo que está en juego es la viabilidad política de la Argentina, incluso antes que la económica.

 

Lo que la grieta une

Por lo pronto, une al Frente de Todos –Fernández llamó y se puso a disposición de Cristina–, aunque en pos de una agenda mucho más primaria que la que hace al futuro del país; lo importante se cohíbe frente a lo urgente.

 

Esa unidad pone de manifiesto algo de lo que se habla poco. La alianza panperonista necesitó a Cristina para ganar las elecciones de 2019, la necesita para tener alguna chance en 2023 y la necesita también para gobernar cada día.

 

Sin embargo, la vice –que no podría liderar de nuevo este país por razones mucho más pesadas que su techo en las encuestas–, también necesita a sus socios, incluso a los menos convencidos, porque con ellos forma la masa crítica de respaldo que puede significar para ella la diferencia entre la reivindicación y el escarnio.

 

La grieta, claro, también unifica a Juntos por el Cambio y disimula sus fragilidades y, por fin, une a oficialismo y oposición en la dispensa de ofrecerle a la sociedad una visión de futuro porque, como ya se sabe, con el aguante tribunero basta y sobra.

 

Los caminos insondables de la república

En Brasil, Sergio Moro metió preso 19 meses a Luiz Inácio da Silva, pero el mismo Supremo Tribunal Federal que omitió sus abusos procesales cuando la opinión pública empujaba hacia el punitivismo finalmente dio por tierra con la operación Lava Jato. Asimismo, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas determinó que el derecho de defensa del expresidente fue flagrantemente violado.

 

Ser "no culpable" no equivale a ser éticamente inocente. En tiempos de Dilma RousseffPetrobras –una empresa de capital mixto, pero controlada por el Estado– admitió un rojo de 2.000 millones de dólares, adjudicables a maniobras de corrupción. Que Lula haya tenido responsabilidades políticas por, al menos, no haber desbaratado esos esquemas es probablemente cierto, pero eso no alcanza para mandar a la cárcel a alguien. Para eso hacen falta pruebas sobre delitos efectivamente cometidos y en Brasil no las hubo.

 

¿En el futuro se hablará aquí de cosas similares cuando se recuerde que el fiscal equiparó todo un gobierno con una asociación ilícita, les atribuyó a Néstor y Cristina Kirchner su jefatura y aseguró que, debido a su rol institucional, no pudieron ser ajenos a lo que hacían Julio De Vido, José López y otros en beneficio de Lázaro Báez?

 

Ciertamente, la trayectoria de este último, un bancario vertiginosamente convertido en empresario contratista del Estado, es llamativa, pero el tiempo dirá si la sospecha realmente llegó al nivel de prueba.

 

El país que no miramos

Mientras, todo lo demás queda en segundo plano. Las reacciones al nombramiento de Gabriel Rubinstein como viceministro de Massa; la decisión de este último de absorber un sobrante de caja de varios ministerios por 210.000 millones de pesos y de recortar el giro de otros 130.000 millones a Educación, Salud y el programa Procrear; la caída del dólar blue a 292 pesos y la declinación de hasta 1,5% de los tipos de cambio negociados en bolsa; el preocupante déficit comercial de 437 millones de dólares registrado en julio; la compra de 140 millones por parte del Banco Central en el mercado mayorista, parte de los 300 millones acumulados en ocho ruedas… Enceguecida por lo urgente, la Argentina olvida lo importante.

 

Martín Llaryora, gobernador de Córdoba. 
valenzuela acompano a bullrich en un operativo de destruccion de armas

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