ELECCIONES 2023

Poné la fecha: Llaryora quiere votar y choca con el tiempismo de Schiaretti

El armado nacional del gobernador estira la convocatoria a las urnas en Córdoba. El candidato oficialista apura. Boleta única, la traba para pegarse a las PASO.

CÓRDOBA (Corresponsalía) La semana terminó con el gobernador Juan Schiaretti haciendo olas en la playa de un armado nacional nuevo. Pasan las estaciones y el peronista antikirchnerista insiste con su mensaje de que es posible construir algo superador. Se muestra contundente en sus declaraciones, pero la foto que retorna es, por ahora, un poco más escuálida que aquella integrada por Roberto Lavagna, Sergio Massa, Miguel Ángel Pichetto y Juan Manuel Urtubey en los tiempos de la efímera Alternativa Federal.

 

Solo pasaron el tamiz de la grieta el gobernador salteño y el fundador de Hacemos por Córdoba (HxC). El puntano Alberto Rodríguez Saá se prestó para una foto que lo acerca a la dupla mediocampista. Habrá que seguir esperando para conocer las posibilidades de un espacio que escape a los polos que representan Juntos por el cambio (JxC) y el Frente de Todos (FdT), aunque la reconfiguración inevitable -tras la autoexclusión de la vicepresidenta Cristina Fernández de la ronda electoral y el adelantamiento de las elecciones locales en algunas provincias- anima a los “alternativos” a no claudicar.

 

En el Palacio 6 de Julio, el candidato elegido para pelear por la sucesión electoral, Martín Llaryora, cree en la importancia del “Gringo” en la escena federal. El día del opacado lanzamiento electoral por el accidente fatal que protagonizó el caudillo de Traslasierra y tercera autoridad de la provincia, Oscar González, el propio intendente capitalino pidió por “Schiaretti, presidente”. Lo cierto es que no hay elementos que lleven al cordobesismo a trascender de la expresión de deseo.

 

Precisamente, desde el corazón del llaryorismo envían un mensaje al jefe del PJ provincial para traerlo a asuntos más terrenales, como la elección provincial en la que se juegan El Panal y el cierre o continuidad de un cuarto de siglo en el poder.

 

La primera observación se refiere a la fecha. El intendente opina ante los suyos que, si fuera por él, votaría ya. ¿Cómo se explica que de un trimestre complicado por crisis políticas en el seno del oficialismo se pase a una ciega convicción sobre las posibilidades de Llaryora?

 

Sobre la larga mesa de la sala de reunión del Palacio 6 de Julio circulan encuestas que entusiasman al delfín. Solo el día de la votación se sabrá si fueron insumos de operación o instrumentos estadísticos anticipatorios. Por ahora, sirven para generar expectativa entre los intendentes que integran el mapa de calor diseñado por el equipo de campaña y que pone como prioridad el área metropolitana de la provincia. Esto es, la Capital y las grandes ciudades que la rodean.

 

Además de jurar que van primeros en los sondeos, pese a los niveles de desconocimiento que los preocupaba al filo del 2022, el equipo de Llaryora sostiene que el trabajo territorial se facilita por la incertidumbre asociada a la falta de definiciones en JxC. La semana que viene desembarcará en Río Primero y en otras localidades amasadas previamente por el jefe de campaña, el vicegobernador Manuel Calvo.

 

Les hablará a los intendentes desfavorecidos por la imposibilidad de ser reelectos por un período más. Quizás les confiese lo que realmente piensa sobre el tema: les da la derecha por la simple razón de que no se puede legislar con efecto retroactivo. También entonará promesas sobre los lugares que ocuparán en su futuro gobierno si lo apoyan.

 

En este punto ya se cuentan dos diferencias con Schiaretti: la casi caída posibilidad de adelantar la fecha de las elecciones, salvo que se habilite para la primera semana de febrero coincidiendo con la apertura de sesiones en la Legislatura; y la postura sobre la famosa “re-re”.

 

Sobre el último punto, Llaryora no quiso entrar en una batalla que suponía que la totalidad de quienes la votaron en 2016 levantarían la mano para arreglar el furcio jurídico. No obstante, no significa que no intente contener algunos enojos y aprovechar el fastidio de la oposición molesta con la tajante posición de algunos socios que no tienen intendentes, como es el caso del Frente Cívico de Luis Juez.

 

Sobre la fecha electoral, el llaryorismo deja entrever su deseo de no sacar del mazo la posibilidad de jugar con los tiempos electorales si conviene a la estrategia. ¿Por qué envían el mensaje? Quedó bastante claro que Schiaretti no quiere cerrar su tercer mandato con prácticas que él y la oposición critican al kirchnerismo.

 

Schiaretti canceló la “re-re” y no habilitó la modificación del Código Electoral. Los comicios serían a mediados de junio. Si bien en el búnker municipal se preparan para un escenario de unidad de JxC, entienden que el tiempo los beneficia para reacomodarse.

 

No lo admitirán públicamente: necesitan de un Schiaretti robusto en el frente nacional, pero las posibilidades de pegar las elecciones provinciales con la PASO son casi inviables desde el punto de vista técnico. Córdoba utiliza el sistema de boleta única de papel para sus comicios, mientras que para las elecciones nacionales se emplea el conocido sistema de papeletas electorales. “Se necesitarían dos urnas, es imposible”, lamentan y con el reconocimiento asoma la necesidad de pensar creativamente. Es decir, cómo aprovechar a un dirigente de alta imagen, pero que no estará en el cuarto oscuro el día D.

 

El señalamiento llaryorista sobre la fecha electoral es un recordatorio de que la elección se pelea con los elementos que hay en casa. Si lo de Schiaretti prospera, será otro capítulo en la historia de HxC. Llaryora quiere garantizarse el suyo y, de manera sutil, lo hace saber.

 

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