PRETEMPORADA 2023

Llaryora diseña la rosca de febrero para alinear el territorio con su candidatura

El alfil de Schiaretti quiere comicios simultáneos con la provincia al menos en 200 municipios. Ya cerró a la mitad. Puente al FdT y a radicales en fuga.

CÓRDOBA (Corresponsalía) De los 427 municipios de la provincia, el peronismo cordobesista, sus aliados y un puñado de intendencias que llegaron al poder con el sello de Hacemos por Córdoba y después pegaron el salto al Frente de Todos gobiernan alrededor de 280. Otros 140 se reparten entre las fuerzas que forman parte de la pata provincial de Juntos por el Cambio (JxC). A esa caudoloso río de voluntades dispersas va a pescar el candidato del oficialismo, Martín Llaryora, buscando cerrar acuerdos con tantas autoridades comunales como sea posible. Ya se aseguró un centenar, pero quiere exactamente el doble, de mínima, para dar comienzo oficialmente a su año electoral evitando cualquier tipo de sobresalto. 

 

Mientras la mayoría de las figuras nacionales de la dirigencia política parece recostar su agenda de campaña en los grandes centros turísticos y la región festivalera de la provincia, el intendente de la ciudad de Córdoba dedica el verano a acomodar la tropa interna para llegar a la línea de largada, que Juan Schiaretti marcará cuando defina la fecha para las elecciones mediterráneas, sin demasiadas cuitas por resolver.

 

Como viene contando Letra P, la intención de los equipos de campaña que trabajan alrededor del intendente que quiere ser gobernador es lograr la adhesión de la mayoría de los jefes y las jefas locales. Esa tarea, a la que el propio Llaryora se aboca cotidianamente junto con el grueso de legisladores y referentes territoriales del peronismo cordobés, conlleva una doble tarea. Por un lado, la militancia local en pos de fortalecer las chances del delfín de Schiaretti, pero también garantizar un arrastre de esas referencias a partir de hacer coincidir los calendarios electorales.

 

“Que peguen las elecciones” es la principal indicación que baja desde la Capital al interior en cada una de las reuniones que se suceden en los pasillos políticos de los municipios y unidades básicas de la Córdoba profunda.

 

En el llaryorismo afinan números y esperan poder contar con el apoyo de la mayoría de los municipios que gobierna el panperonismo, aunque en esa cruzada descartan a algunos de los gobernados por intendentes que se alinean con lo que consideran “el sector más extremo” del Frente de Todos. Es decir, el kirchnerismo.

 

Sin embargo, no dejan de considerar en sus alianzas potenciales aliados a jefes y jefas comunales que “son bien valorados” por la ciudadanía. En esa vereda están el intendente de Villa María, Martín Gill,  y su par de Embalse, Federico Alesandri, dos de los anotados para buscar su lugar en lo más alto de la boleta de este año. “Va a haber una mesa para invitarlos a sumarse a nuestro proyecto”, aseguran en el entorno del intendente capitalino.

 

La expectativa también suma, como mínimo, a 15 intendentes radicales que darán el salto a la coalición oficialista y a un puñado de vecinalistas que se irán sumando en las próximas semanas. Hasta el momento, los equipos comandados por el vicegobernador Manuel Calvo, en su rol de virtual jefe de campaña, ya recorrieron 11 departamentos y cerraron a un centenar de jefes y jefas comunales.

 

En esa labor, ubican el horizonte en los próximos 20 días. “En febrero tenemos que tener todo cerrado, incluso el nombre del candidato para la Capital”, señalan en el entorno de Llaryora. La idea es adelantarse, en la medida de lo posible, a las definiciones de los tinglados opositores. “Así, vamos a demostrar que somos un equipo de trabajo serio y previsible, que resuelve sus cuestiones internas en orden, en tiempo y en forma”, afirman. La expectativa es que el 95% de los municipios comandados por el peronismo confirme su adhesión al acuerdo antes de la segunda semana de febrero.

 

Con todo, la batalla sobre la fecha y el alineamiento intendentista es algo que preocupa a Juntos por el Cambio, puntualmente al radicalismo, el partido que más intendentes tiene a cargo a lo largo de la provincia. Entre los más importantes se destacan Río Tercero, Jesús María, Bell Ville y Arroyito, estos dos últimos gobernados por dirigentes que el peronismo confía en sumar a sus filas. También hay otra docena de localidades con más de 10 mil habitantes que se ubican entre los primeros 50 casilleros en el ranking de ciudades. El PRO tiene dos, Marcos Juárez, que ya votó, y Villa Allende. El Frente Cívico de Luis Juez se quedó sin nada tras la elección de 2019.

 

“El radicalismo no puede ordenar la decisión de sus municipios porque el panorama no está tan claro como para nosotros. El único que llamó a elecciones fue el intendente de Hernando y ya las separó”, confían en el oficialismo cordobés. De hecho, Gustavo Botasso es uno de los hombres más cercanos a Rodrigo de Loredo, pero eso no pareció pesar a la hora de cuidar el territorio propio. Llamó a votar el 26 de marzo en una de las elecciones que inaugurará el calendario electoral 2023 en Córdoba junto con la que se realizará, una semana antes, en La Falda, también gobernada por la UCR. El peronismo cree que la mayoría de las autoridades municipales radicales seguirá su ejemplo. Algo similar a lo que sucedió en 2019, cuando 127 municipios, la mayoría de ellos gobernados por el radicalismo, convocaron a elegir autoridades municipales un mes antes de los comicios provinciales.

 

A De Loredo, el potencial aspirante a la gobernación por el partido centenario, parece importarle poco. “Gracias a esa actitud de vieja política, de creer que un poder central es dueño de los pueblos y la voluntad de la gente, vamos a recuperar importantes ciudades que hoy gobierna el PJ”, le dijo la semana pasada a Letra P en referencia a la estrategia oficialista.

 

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