TODOS CONTRA TODOS

El TEG de Alberto y Cristina, un juego de vetos cruzados

El Presidente pone la mesa con riesgo de proscripción interna pero con plan de negociar la del kirchnerismo duro. Massa y la economía, la gran electora.

La reunión del peronismo bonaerense en Merlo dejó una novedad importante para que la interna del Frente de Todos deje de ser la carnicería que es: Alberto Fernández aceptó la necesidad de poner en marcha una mesa nacional para diseñar la oferta electoral y la estrategia de campaña. Su anterior negativa a ello era un dique que finalmente se rajó y deja que el agua se empiece a filtrar.

 

Lo anterior tiene más de una lectura. El Presidente, en efecto, se resigna ante una presión del cristinismo que le resultaba incontenible y cuyo último embate comenzó con la decisión de Eduardo de Pedro de contar, off the record, su desconsuelo por no haber sido invitado a una reunión con Luiz Inácio Lula da Silva y referentes de los derechos humanos. El resto –con las declaraciones de Máximo KirchnerAndrés LarroqueMariano Recalde et al– es historia conocida.

 

Sin embargo, por otro lado, Fernández logra algo que quería: tener voz en la definición de las candidaturas nacionales, en particular la presidencial. El problema para él, que era justo lo que quería evitar, sería que en esos diálogos le condicionen la gestión con argumentos vinculados a las necesidades de la campaña.

 

Cuando el proceso, que todavía genera desconfianzas, se ponga efectivamente en marcha, lo que podría no ser inmediato, llegará la hora de la verdad para el jefe de Estado. Un requisito que impone –dice– para iniciarlo es que se le permita pelear por su reelección en las PASO si no se alumbra una postulación "de síntesis”. Como si eso fuera socialmente viable...

 

Fernández visitó este miércoles en Chaco a Jorge Capitanich, que ha jugado como un acelerador de partículas al criticar la proliferación de precandidaturas virtuales, pero también al urgir al Presidente a dejarse de juegos y definir una postura.

 

Conviene ecualizar todo el ruido. Cuando la mesa futura inaugure el debate sobre las postulaciones, ¿cuál sería la primera que Cristina Fernández de Kirchner vetaría, de modo terminante, si no la del propio Presidente? De hecho, es totalmente imposible imaginar un Fernández 2.0 con el aval de la vice y el Frente de Todos entero.

 

Sin embargo, como contrapartida, el mandatario podría tener en su mano la carta –su propio renunciamiento– para forzar a CFK a una designación de consenso y sacar de la cancha al kirchnerismo duro. El juego de los vetos cruzados, en el que se dirime qué sector será el dominante en la coalición, se anuncia interesante.

 

Bajen el volumen

Uno de los ministros que banca al Presidente, Gabriel Katopodis  –presente en Merlo– dijo que el mantenimiento de la unidad de la coalición está asegurada por voluntad de los diferentes sectores. Asimismo, reveló que se planteó como límite del "debate de ideas" –por llamarlo de un modo piadoso– que el mismo no genere “festejos en la tribuna de enfrente". El cumplimiento de esa premisa paga un millón de dólares en las apuestas.

 

Otro punto de acuerdo fue un clásico de todas las campañas en las que un gobierno se asume como un lastre y apuesta sus chances nacionales a una supuesta tracción ascendente desde la provincia de Buenos Aires. Creyeron en su momento en eso Cristina Kirchner en 2015 y Mauricio Macri en 2019; el experimento, se sabe, les falló  ambos. La fe, que se renueva, nunca se discute.

 

En Merlo, un grupo de intendentes ansiosos y convencidos de que si existe, la tracción siempre es descendente empezó a hablar de la postulación de Sergio Massa. ¿Será el hombre del consenso necesario? Massa, sin embargo, pisó el freno al asegurar que "es incompatible ser ministro de Economía y candidato a presidente". El tiempo precisará los alcances de esa definición, pero ninguno de sus respaldos se alarmó: desde su asunción, el funcionario ha dicho que este es un momento de gestión y que sus chances pasarán por la posibilidad de que la inflación baje a menos del 4% entre abril y mayo.

 

Juan Rezzano recuerda en Letra P  “la maldición de los ministros de Economía", que aquejó a aspirantes al poder como Álvaro AlsogarayAntonio CafieroDomingo CavalloRicardo López Murphy Roberto Lavagna. La lista abruma.

 

"De todos modos, con una inflación que acumuló 95% en 2022 y amaga con no aflojar y con el Frente de Todos empantanado, otra vez, en una interna que es como una ciénaga, apelar a esoterismos acaso sea una buena técnica de evasión de una realidad que se le presenta más aterradora que la peor de las maldiciones", señala el autor. La verdad, como dice Massa, pasará por los resultados.

 

Por ahora, el partido viene bravo y la mejor apuesta es a una pelota parada salvadora. El Banco Central sigue en posición vendedora y perdió 516 millones de dólares en reservas en diez de las últimas 11 ruedas. Con todo, una de cal y otra de arena: el dólar blue se desinfló nueve pesos en la semana y, al menos, salió de los titulares catastrofistas.

 

Fuente: infodolar.com

 

La pelea de fondo es la inflación y enero no arrojaría buenas noticias, según consultoras privadas que la proyectan apenas por debajo de un 6%. Encima, el trigo y sus sensibles derivados son una preocupación y la carne le mete presión al índice esperable para febrero. Para el primer deadline de abril queda apenas un trimestre.

 

Un aliciente para el superministro es que el Fondo Monetaria Internacional (FMI) le cree más que cualquier peronista y toma por buena la proyección de IPC anual del 60%.

 

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