OPINIÓN

Poder Judicial y perspectiva de género: el caso Wanda Nara y Mauro Icardi

La separación de la conductora y el futbolista coparon los medios. La desigualdad de género y las fallas del sistema judicial, detrás del escándalo.

El caso de Wanda Nara y Mauro Icardi coparon titulares, pero detrás del escándalo mediático se esconde una realidad mucho más cruda: un caso emblemático de violencia de género que incluye violencia vicaria, económica, simbólica, difamación y la falta de perspectiva de género en el sistema judicial. Este caso no solo expone las vulnerabilidades de Wanda y sus cinco hijos (tres varones y dos mujeres), sino también las fallas estructurales de una sociedad que sigue perpetuando el mandato patriarcal.

Wanda fue víctima de múltiples formas de violencia por parte de Icardi, su expareja. Lo que los medios presentan como un "drama de espectáculos" es, en realidad, un reflejo de las desigualdades de género y las fallas del sistema judicial. Este caso no es solo un conflicto privado: es un síntoma de un problema sistémico que afecta a miles de mujeres en Argentina y el mundo.

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Wanda Nara, Mauro Icardi y la China Suárez.

Wanda Nara, Mauro Icardi y la China Suárez.

El caso se desarrolla en el ámbito público, con repercusiones en Argentina y a nivel internacional. Los medios lo trataron como un "chimento", ignorando su dimensión social y política. Sin embargo, las implicancias de este caso trascienden lo mediático: ocurre en un contexto donde el 85% de los hogares monoparentales están a cargo de mujeres y el 40% de ellas vive en situación de pobreza.

Este caso es un ejemplo claro de cómo el sistema judicial y los medios naturalizan la violencia de género. Además, expone las dificultades que enfrentan las mujeres en hogares monoparentales, donde la pobreza infantil duplica el nivel general de pobreza extrema. La falta de políticas públicas adecuadas y la brecha salarial, que a nivel nacional alcanza el 38%, agravan esta situación, perpetuando un ciclo de vulnerabilidad.

Cómo se manifiesta la violencia en este caso

Violencia vicaria: Mauro Icardi utilizó a sus hijos como instrumentos de control. Según la ONU, el 60% de las mujeres víctimas de violencia de género denuncian que sus agresores utilizan a los hijos con esos fines. Esta forma de violencia no solo daña a Wanda, sino que también afecta psicológicamente a los niños. En casos como este, la custodia compartida en contextos donde existe violencia de género expone a las víctimas y a los menores a mayores riesgos, como lo demuestra la sentencia STS 4838/2024 del Tribunal Supremo de España, que advierte sobre la necesidad de un marco de respeto mutuo para garantizar el bienestar de los menores. Sin embargo, en contextos de violencia de género, este marco de respeto es inexistente, ya que el agresor busca mantener el control sobre la madre y los hijos, perpetuando un ciclo de dominación que no solo daña a la víctima, sino que también normaliza la violencia en las infancias.

Violencia económica: Wanda enfrentó dificultades económicas tras la separación. En Argentina, el incumplimiento de las obligaciones alimentarias por parte de los padres es una problemática extendida: según datos de la CEPAL, el 60% de las mujeres en América Latina no recibe la cuota alimentaria completa o en tiempo. A nivel mundial, la ONU estima que el 70% de las madres solteras enfrentan dificultades económicas debido al incumplimiento de estas obligaciones. Esta desigualdad económica agrava la vulnerabilidad de las mujeres, especialmente en hogares monomarentales.

Violencia simbólica y difamación: Los medios estigmatizaron a Wanda, presentándola como una "mala madre" o una figura superficial. Esta narrativa no solo daña su imagen, sino que también normaliza la violencia simbólica, reforzando estereotipos de género que exigen perfección de las mujeres mientras excusan a los hombres.

Institucionalización de la violencia: El sistema judicial falló en proteger a Wanda y sus hijos. Solo el 29% de los cargos judiciales son ocupados por mujeres, y en los altos rangos, la representación femenina es aún menor.

Aunque la Ley Micaela (que entró en vigencia en 2019) exige capacitación en perspectiva de género, su aplicación es irregular y enfrenta resistencias. Esta falta de perspectiva de género en las instituciones que deberían garantizar justicia refleja una herencia histórica del "pater familias", una figura jurídica romana que otorgaba al hombre autoridad absoluta sobre la familia.

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Hacia una comunicación y una Justicia con perspectiva de género

El caso de Wanda Nara y Mauro Icardi no es solo un "escándalo de espectáculos". Es un reflejo de una sociedad que sigue naturalizando la violencia de género y fallando en proteger a las mujeres y las infancias. Los medios de comunicación y el sistema judicial tienen una responsabilidad crucial en transformar estas narrativas.

Es imposible coparentar y maternar en paz siendo víctima de violencia. Aunque la violencia vicaria no esté tipificada en Argentina, su impacto es evidente: mantener relación con un progenitor agresor perpetúa el ciclo de violencia y expone a los menores a riesgos psicológicos y emocionales. La custodia compartida en contextos donde existe violencia de género sólo agrava estas situaciones, ya que la asimetría de poder inherente a estas relaciones no se disuelve con la separación. El agresor no busca una relación equitativa ni el bienestar de los hijos, sino mantener el control sobre la madre y utilizar la relación parental como un campo de batalla para continuar ejerciendo dominación. Esto se evidencia en comportamientos como hablar mal de la madre frente a los hijos, interferir en decisiones sobre su educación o salud, y utilizar los espacios de visita para hostigar y amenazar. Las infancias, lejos de ser ajenas a esta violencia, son víctimas directas, expuestas a situaciones de riesgo y sometidas a un estrés emocional constante que afecta su desarrollo.

Los neomitos, son nuevos mensajes de apariencia neutra y “defensora del bien común” que mantienen las posiciones patriarcales tradicionales. Estos mitos, como la idea de que las mujeres exageran o mienten sobre la violencia, restan apoyo a las víctimas y responsabilidad a los agresores, perpetuando un sistema que no protege a quienes más lo necesitan.

Con un presupuesto reducido en un 43% para programas de prevención de la violencia de género en 2024, y un 2025 que comenzó con récord de femicidios, es urgente repensar las políticas públicas y garantizar que las infancias y las mujeres no sigan siendo víctimas de un sistema que les falla.

Necesitamos una comunicación que eduque, que cuestione estereotipos y que promueva la equidad. Necesitamos un Poder Judicial con perspectiva de género, que garantice justicia para todas las mujeres y sus hijos e hijas. Solo así podremos construir una sociedad más justa e inclusiva.

El Presupuesto 2025 de Javier Milei destina $0 a políticas contra la violencia de género.
El gobierno de Javier Milei contra las políticas feministas.

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