OPINIÓN

Riesgo Javier Milei: competencia fiscal entre provincias y balcanización de la Argentina

El autor advierte sobre las consecuencias de la destrucción de los lazos del Estado nacional con las provincias. Los 90 como inspiración omnipresente.

Lo hizo citó la teoría de "votar con los pies" de Charles Tiebout y la decisión de Elon Musk de trasladar Tesla de California a Texas por razones impositivas.

Sin embargo, esta propuesta, que implica permitir a las provincias ajustar sus impuestos para atraer inversiones, podría profundizar las desigualdades regionales. En un país con marcadas asimetrías, la competencia fiscal supone el riesgo de favorecer a las jurisdicciones más desarrolladas mientras debilita la capacidad de las provincias periféricas para financiar servicios esenciales, fragmentando aún más el equilibrio federal.

¿Una visión anacrónica de Javier Milei?

La propuesta de Milei, lejos de ser novedosa, se inscribe en una larga tradición de propuestas en el mismo sentido hechas por varios de los más radicalizados tecnócratas de los gobiernos de derecha de las últimas dos décadas.

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Javier Milei junto al busto de Carlos Menem que mandó a colocar en la Casa Rosada.

Javier Milei junto al busto de Carlos Menem que mandó a colocar en la Casa Rosada.

El proyecto de regionalización de Carlos Menem y Roberto Dromi en 1996-1997, basado en una interpretación controvertida del artículo 124 de la Constitución de 1994, buscaba reorganizar el país en regiones con competencias descentralizadas para enfrentar la crisis fiscal de las provincias.

Según Menem y Dromi, el “monólogo centralista” había generado "baldíos nacionales" y mantenido a las provincias sumidas en el atraso. Aunque se presentaba como una solución, en la práctica promovía una autonomía forzada de las provincias que debilitaba los lazos con el Estado nacional y abría la puerta a una fragmentación territorial.

A su turno y en línea con las ideas expresadas por Domingo Cavallo en los 90, quien calificó a ciertas provincias como "inviables" por su dependencia del Estado central, Milei ha retomado esta perspectiva con una retórica más radical. En 2022, afirmó que, si una provincia es inviable, "que se haga cargo", sugiriendo que cada jurisdicción debe sostenerse por sus propios medios, sin transferencias nacionales discrecionales.

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Domingo Cavallo y Javier Milei

Domingo Cavallo y Javier Milei

Haciendo gala de su autocelebrada “coherencia” continúa ahora con esta postura que ignora las profundas desigualdades estructurales entre las provincias argentinas y amenaza con debilitar a las regiones más postergadas. Al desvincular la responsabilidad del Estado nacional, Milei profundiza una lógica de competencia fiscal que beneficia a las provincias más ricas, agudizando las asimetrías y poniendo en riesgo la cohesión territorial.

Las políticas de Javier Milei y la balcanización

El concepto de balcanización refiere al proceso de división o fragmentación de un Estado en unidades menores que pierden cohesión política y económica. En el caso argentino, esta fragmentación no se manifiesta en la creación de nuevas entidades jurídicas, sino en la autonomización forzada de las provincias frente al desmantelamiento de los lazos fiscales y administrativos que las articulan con el Estado nacional.

Desde el comienzo de su mandato, Milei parece avanzar hacia una balcanización de facto mediante decisiones que, lejos de fortalecerlo, debilitan al federalismo y refuerza una agenda centralista al condicionar la asistencia financiera al grado de adhesión a la voluntad presidencial. Tres ejes principales configuran este escenario:

  • Suspensión de la obra pública. Al paralizar proyectos de infraestructura, Milei genera una desigualdad creciente entre provincias con capacidad fiscal propia y aquellas que dependen de la inversión nacional. Esto no solo frena el desarrollo regional, sino que refuerza asimetrías que debilitan la integración nacional.
  • Desfinanciamiento por falta de coparticipación. El incumplimiento de los compromisos de coparticipación federal restringe la autonomía de las provincias y las obliga a buscar recursos propios o reducir servicios esenciales. Este retroceso recuerda la "provincialización del déficit" denunciada en el proyecto menemista, donde las provincias asumían pasivos sin recibir recursos proporcionales.
  • Ausencia de Presupuesto nacional. La negativa a presentar un presupuesto nacional aprobado institucionaliza la discrecionalidad en la asignación de recursos, debilita las capacidades de planificación provincial y fuerza una competencia desigual por fondos.
Gobernadores en el CFI
Los gobernadores en el CFI.  

Los gobernadores en el CFI.

El escenario de balcanización implícita que promueve la actual administración tiene implicaciones profundas:

  • Desigualdad territorial. La falta de inversión y de garantías fiscales amplía las brechas entre provincias ricas y pobres, fomentando tensiones regionales.
  • Desarticulación del Estado. Al desmantelar la capacidad de coordinación nacional, las provincias se ven obligadas a actuar de manera aislada. Eso dificulta la elaboración de respuestas conjuntas a crisis sociales o económicas.
  • Riesgo de conflicto político. La desigualdad en la distribución de recursos puede exacerbar disputas interprovinciales y erosionar la cohesión política del país.

A partir de estos vectores, las acciones del gobierno nacional no solo alteran el equilibrio federal, sino que también ponen en peligro la estabilidad institucional al fragmentar las capacidades de gestión de las provincias. Esta balcanización encubierta podría conducir a una Argentina más desigual y menos integrada, afectando la gobernabilidad y la cohesión territorial a largo plazo.

El modelo de Javier Milei: ¿"provincias inviables" o Estado prescindente?

En lo político, la balcanización evoca la fragmentación de un territorio en entidades pequeñas y hostiles, como ocurrió en los Balcanes tras la caída de Yugoslavia. Este fenómeno, aunque asociado a Europa del Este, se refleja en la Argentina bajo la gestión de Milei. Las políticas de suspensión de la obra pública, el desdén por los mecanismos de coparticipación, la ausencia de un presupuesto aprobado y la falta de articulación territorial parecen crear una balcanización de facto.

En lo económico, recuerda los “hostile takeover” (adquisición hostil) de empresarios como Donald Trump en los 90, donde grandes corporaciones eran desintegradas y sus activos, controlados, buscando maximizar el poder de unidades autónomas.

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Javier Milei con Donald Trump

Javier Milei con Donald Trump

En ambos casos, se busca debilitar estructuras de poder central y promover un sistema atomizado y descentralizado. Así, tanto la ambición de Trump por Groenlandia como las políticas fragmentadoras globales y locales responden a una estrategia de reconfiguración que sacrifica la cohesión en favor del control sobre entidades más pequeñas, con efectos potencialmente desestabilizadores.

En este contexto, la amenaza de intervención a la provincia de Buenos Aires, lejos de ser un pretendido mal entendido en Twitter o un arrebato de ira en medio de la campaña electoral, se parece más a un intento de “hostile takeover” que a una propuesta de solución al problema de la seguridad en ese territorio, y se inscribe en un contexto de deriva autocrática que promueve el debilitamiento permanente de la institucionalidad democrática en el país.

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Este escenario, que recuerda las tensiones políticas y las más siniestras prácticas económicas de desguace de los 90, plantea interrogantes urgentes. ¿Cómo sostener la unidad nacional en un contexto de fragmentación económica y política creciente? ¿Alcanza con la siempre presente solidaridad del pueblo argentino frente a un Estado cada vez más autocrático y prescindente? ¿Se puede lotear un país y venderlo por pedazos? ¿Constituyen Volodymyr Zelensky, exaliado de Milei, y las lecciones de la guerra ruso-ucraniana un espejo prospectivo para el futuro de Argentina?

Ya sea impericia o agenda encubierta, la cooperación federal debe ser un punto de encuentro estratégico para todos los mandatarios provinciales recordando que, si bien hacen y pueden seguir haciendo mejoras en la administración de sus recursos, siempre deben hacerse en el marco de la unidad nacional ya que “nadie se salva solo, como individuo aislado”.

Las obras energéticas paralizadas por Javier Milei
Axel Kicillof.

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