OPINIÓN | EL LOOP DE LA CRISIS

Un fantasma recorre la Argentina de Javier Milei: ¿que se vayan todos, otra vez?

El Gobierno se deshilacha y hay clima de nueva desilusión. ¿Nada cambió? ¿Quién podrá ayudarnos? Il Gattopardo, un clásico que amaga con revalidar su éxito.

Para algunos, el fantasma de 2001, aquel momento dramático del que se vayan todos, empieza a sobrevolar la Argentina de Javier Milei. El Gobierno, en cambio, advierte sobre comportamientos destituyentes. Ambas lecturas, con sus diferentes interpretaciones, actúan como alarmas de una alteración en la vida política y social; evidencias de que algo nuevo esta ocurriendo o empieza a revelarse. Tarea nada sencilla, la de detectar una alteración, un quiebre en ciernes, en un país que nos tiene acostumbramos a la anormalidad. Al transitar de salto en salto.

Conviene aclarar a qué hacemos referencia con clima de 2001. No es en relación a las condiciones económico estructurales, sino a ese malestar profundo con la representación política en general, sin distinciones, que por supuesto obedece a múltiples dimensiones y entre ellas a un agravamiento de la situación económica, pero que la exceden.

De aquel 2001, nacieron algunas expresiones políticas, como el kirchnerismo y el PRO. Son expresiones que significaron cierto oxígeno y aire de renovación, que liberaron la presión de una sociedad cargada de furia, harta de una dirigencia política que le daba la espalda. ¿Fueron catalizadores o cambio real?

¿Nada cambió con Javier Milei?

Después de casi un cuarto de siglo, agotado ese proceso, el propio Milei actuó como nueva válvula de escape. ¿Se podría decir, ahora que El Gatopardo, el clásico de Tomás di Lampedusa, acaba de estrenarse en Netflix, que todo cambió para que nada cambiara? Si es que verdaderamente se está instalando el mismo clima y no se trata sólo de fantasmas, podríamos estar en presencia de la constatación de aquella máxima expresada en la novela italiana. Como sea, hasta acá llegamos. ¿La remake era también política?

Embed - El gatopardo | Tráiler oficial (SUBTITULADO) | Netflix

Javier Milei, de la demolición a la desilusión

Si esto fuera verdaderamente así y todo hubiese cambiado para que nada cambiara, ¿cuáles serían las causas que nos harían retroceder 24 años? ¿La incapacidad de dar respuestas a las demandas mas elementales o la falta de aprendizaje de una dirigencia que comete los mismos errores una y otra vez? ¿Incapacidad o engaño?

De la fase de demolición a la desesperanza. Del rompan todo a la desilusión. Javier Milei expresó ese par, ese hombre común con pantalla, en todo caso ese panelista, ese líbero que venia de afuera a romper con el agotamiento de lo establecido, con el hartazgo de las no respuestas, la indiferencia y los privilegios. Sin embargo, estamos corroborando que es mucho más fácil y redituable demoler que construir. Romper que inspirar. Ganar una elección que gobernar y ser un estadista. Conocer para qué sirve el GDE no gana elecciones. Tampoco te convierte en estadista.

Embed - "¿Sabes que es el GDE"? la pregunta de Massa a Javier Milei

¿Será cierto aquello de que todo lo que se necesita para ser un buen candidato conspira con lo que se requiere para gobernar bien?

Concluida la fase de demolición (aunque siempre se puede romper algo más) queda ver si hay capacidad para inspirar la posibilidad de un futuro mejor. En la campaña, había necesidad de ir contra todo, porque ese todo no sólo no había dado respuestas, sino que había sostenido lo que se buscó derrumbar en 2001. Entonces apareció un candidato dispuesto a romper. Sea con un martillo de demolición o una motosierra. La metáfora aplica igual. Había que canalizar el impulso irrefrenable motorizado por el resentimiento gestado en aquel engaño de que nada cambie.

El fenómeno Javier Milei: el acontecimiento y el reloj de arena

¿Por qué, con sus más y sus menos y más allá de quien haya sido quien disparó recientemente la frase, hay cierto consenso en que iniciamos un tiempo de descuento, en que se agota el crédito, como sugiere el resultado de un trabajo de la consultora Delfos que Letra P publicó este domingo, que muestra una caída de 17 puntos en la imagen positiva del Presidente?

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Una encuesta de la consultora Delfos reveló que la imagen positiva de Javier Milei cayo 17 puntos desde febrero: de 50% a 33%.

Una encuesta de la consultora Delfos reveló que la imagen positiva de Javier Milei cayo 17 puntos desde febrero: de 50% a 33%.

Sin duda, el primer desencadenante fue la estafa CriptoLibra, pero todavía mas significativo fue que se filtrara la intervención de Santiago Caputo en la entrevista del Presidente con Jonatan Viale. Ese “acontecimiento”, que en palabras de Zizek refiere a algo perturbador que parece suceder de repente y cambia el curso normal de las cosas, fue toda una señal. Erosionó, habrá que ver hasta donde, la idea de autenticidad de Milei, uno de los atributos mas valorados por sus seguidores. Que alguien lo interrumpa para indicarle aquello que no le conviene decir y le sople, a la vista de todos, el libreto a reproducir, fue toda una revelación.

A partir de entonces, asistimos a una sucesión de desatinos con epicentro en el triangulo de hierro, un entorno que trastabilla. Una nueva interrupción de Caputo, esta vez increpando a un diputado nacional, vuelve a darle visibilidad a los ingenieros del caos. Los contundentes señalamientos a la hermana Karina en una serie de relaciones opacas y sospechosas, con personajes tan enigmáticos como reprobables, amplifica el principio de revelación. Los abusos de la ministra Patricia Bullrich, que acumula más temporadas XXX a su reputación, y más dudas sobre los supuestos logros macroeconómicos, remiten indefectiblemente al reloj de arena.

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La consultora Ana Iparraguirre sostiene que, si bien no se vislumbra todavía una narrativa que haga frente a la corriente que sustentan referentes como Milei, Donald Trump y tantos otros, ya es posible detectar algunas pistas. En ese sentido, señala tres condiciones ineludibles que debe tener el relato de un político con pretensiones de liderar un nuevo proceso:

  • Nitidez. Ante la falta de atención y de tiempo para escuchar, el dirigente tiene que ser contundente en su propósito. Sin grises. Al menos, en las cuestiones centrales con las que se identifica. Puede perdonársele que no lo sea en todo, pero debe serlo en lo central. Esto sirve tanto para explicar la victoria de Milei como para entender por qué el rejunte de voluntades diversas resulta confuso y pierde atractivo. Incluso, es visto como oportunismo para ganar.
  • Autenticidad. Se valora que el candidato sea quien es, más allá de que estemos o no de acuerdo. Que diga lo que piensa. Podrá parecer un loco, pero, si realmente dice lo que piensa, tiene valor. Resulta una condición ineludible. Acá se explica el daño de la interrupción de Caputo en la entrevista de Viale.
  • Romper con lo establecido. Animarse a ir contra el status quo. El riesgo es que, cuando se rompe, se rompe incluso aquello que no había que romper, pero esa es la pericia que necesita un gobernante y no alguien que está en campaña. Romper con la Universidad. Romper a los jubilados. Eso es manejar la motosierra en un quirófano. Un elefante en un bazar. Más allá de que haya quienes están convencidos de que, para que el país mejore, no hace falta construir, sino que alcanza con “liberar el campo de juego”.

Esas condiciones que debería encarnar alguien que tenga pretensiones de representar son, tal vez, las que vieron en Milei a la hora de votarlo. A la vez, las que, si no respeta, pueden darle vuelta el reloj de arena.

Il Gattopardo

El punto es descifrar si hay algo que vino para quedarse o si, como en el juego de la oca, podemos volver al punto de partida. Nos referimos a si el clima que impere en el próximo tiempo, incluso cuando vayamos a votar en las elecciones de medio término, estará signado nuevamente por el que se vayan todos.

Otra vez, la estrategia electoral puede conspirar no solo contra lo que necesita el país, sino contra la construcción de una alternativa con capacidad de ofrecer un futuro mejor. La tentación de unirse para demoler, para actuar como válvula de escape, puede provocar la unión de sectores casi incompatibles para alcanzar el mayor rédito electoral. En este caso, alcanzar una mayor representación parlamentaria en los distintos niveles de gobierno. Una nueva gambeta a la imperiosa necesidad de haber aprendido la lección y ser capaces de construir futuro. De haber aprendido para siempre que la nitidez y la autenticidad son condiciones necesarias e indispensables. Que todos aprendimos a ver los hilos de las marionetas. Que no nos comemos más el verso del que todo cambie para que nada cambie. Por más que Il Gattopardo siga siendo un clásico. Por más que Netflix lo haya convertido en un nuevo éxito.

Javier Milei con CFK. 
Facundo Manes.

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