La creciente disputa interna entre Karina Milei y Santiago Caputo tiene en Santa Fe un campo de batalla con dos generalas al mando de los bandos en conflicto: Amalia Granata y Romina Diez. Mientras una busca descongelar la relación con Javier Milei vía el asesor estrella, la otra ostenta un vínculo de hierro con la Hermanísima.
La tirria se cristalizó luego de que se conociera que Granata mantuvo un contacto con el Presidente. Se trata de un vínculo de antaño que se había enfriado durante la campaña del año pasado, cuando la mediática se negó a ser la candidata a gobernadora de La Libertad Avanza en Santa Fe y, luego, se enojó ante la candidatura de su enemigo Nicolás Mayoraz. De sacarse fotos abrazados y contar que le cocinaba flan al hielo absoluto: Granata fue candidata a diputada provincial y sólo Ramiro Marra -a la postre, otro excomulgado- viajó a apoyarla aunque intentó hacerlo con perfil bajo.
El contacto entre Granata y Milei tuvo dos celestinos, viejos amigos entre sí. Uno fue Leonardo Squarzon, marido y operador de la diputada provincial. El otro fue Santiago Caputo, la Mano del Rey. Ese dato encendió las alarmas en la tropa de Romina Diez, que detesta a Granata y ostenta el control del sello oficial de la mano del vínculo casi íntimo que la diputada mantiene con Karina Milei, quien la empoderó como jefa en la Bota.
La afrenta de Amalia Granata
La filtración de la información acerca del contacto entre Milei y Granata tomó por sorpresa a la mediática. En su entorno reconocen que el plan era darla a conocer una vez que esté sancionada la ley de necesidad de reforma constitucional porque, quizás sobrestimando su poder, temían que ese dato pudiese llevar a Unidos para Cambiar Santa Fe a frenar el proceso reformista o a fijar elecciones más adelante motorizados por el miedo de una supuesta unidad en el campo libertario. No sucedió.
Con la jugada develada, el entorno de Granata apuraron el plan y salieron a filtrar que, tras la conversación con Milei y por recomendación del propio Squarzon, Caputo y el Presidente habían hablado de la posibilidad de que sea la jefa de bloque de Somos Vida la candidata a convencional de La Libertad Avanza. Era un dato de credibilidad dudosa, no solo porque no lo revelaba ninguna de las partes de la supuesta conversación, sino porque la fuente era la principal beneficiaria de la información. Sin embargo, alcanzó para ser una ofensa y mancillar la autoridad de Diez.
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Amalia Granata y Javier Milei donde nació su amistad: en los estudios de televisión.
La resistencia de Romina Diez
“La conversación puede haber existido, pero el resto es el mismo humo que vendía cuando decía que le cocinaba flan”, le bajaron el precio cerca de la presidenta de La Libertad Avanza en Santa Fe. En ese campamento aseguraban que la Hermanísima le había reafirmado a Diez, una vez más, que la titular de la franquicia sería ella y que todas las decisiones pasarían por ella.
La bronca contra Granata venía acumulándose: habían notado que la mediática copiaba el discurso libertario a pies juntillas, hasta repitiendo la chicana de “Gildo Pullaro”. A partir de ese detalle, en el team Diez comenzaron a sospechar de un pacto entre la diputada provincial y el gobernador para partir el voto libertario en las próximas elecciones.
La conducta del bloque Somos Vida en el tratamiento de la reforma constitucional fue lo que faltaba. Con Granata de viaje en Italia, dos de sus diputados rompieron con ella y se pasaron al bando reformista. No alcanzó que Emiliano Peralta solicite la expulsión. “Perro que ladra se fue a Europa: Granata faltó a la Legislatura y crecen las sospechas de un arreglo con Pullaro”, fue el título de una gacetilla que los soldados de la karinista viralizaron entre políticos y periodistas.
El rominismo intenta exhibir tranquilidad. Avisan que tienen listas armadas en más de un centenar de localidades, que la nómina para el Congreso está cerrada y que ahora se dedicarán a preparar la estrategia de cara a la elección de convencionales constituyentes. Repiten, con algo de expresión de deseo, que en la Casa Rosada cayó mal la actitud de Granata y que eso terminó por extinguir su intento de acercamiento. No les preocupa el vínculo con Caputo que el entorno de la mediática vende, incluso revelando que fue su campañólogo en todas sus experiencias electorales.
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Karina Milei junto a la rosarina Romina Diez. Foto de archivo.
Los otros campos de batalla
No es el primer escenario en donde se plantean apuestas enfrentadas entre los dos vértices del Triángulo de Hierro. El polémico acto de presentación de Las Fuerzas del Cielo, la tropa de tuiteros que banca Caputo y lidera el Gordo Dan, le trajo un dolor de cabeza a El Jefe no solo porque se hizo en territorio bonaerense sin que Sebastián Pareja, su principal armador allí, esté enterado, sino también por el ruido mediático que causaron al declararse “brazo armado” de Milei.
La Hermanísima activó todos sus resortes para contrarrestar la avanzada de Caputo. Por un lado, lanzó otra agrupación juvenil, liderada por Juan Ignacio Boutet y con Sharif Menem como protagonista. El objetivo fue no solo enfrentarse a Las Fuerzas del Cielo, sino también encapsularla como un tema del AMBA: la juventud karinista tuvo su momento con El Jefe en su visita a Córdoba y, en Santa Fe, Letra P contó cómo la propia Diez se encarga de sofocar cualquier intento de desembarco.
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Karina Milei y Santiago Caputo.
La disputa tiene otras aristas, principalmente en la provincia de Buenos Aires, donde se refleja en todo: desde la Legislatura bonaerense hasta en la militancia universitaria. También en el Congreso tiene su reflejo, con la convocatoria a sesiones extraordinarias como punto de conflicto: mientras que Karina creía que hacerlo era correr un riesgo dado que no tenían los números asegurados, Caputo mandó a avisar que lo harían, en pos de proveer recursos a su batalla cultural. El tema aún no se resolvió.