Su triple condición de gobernador de la provincia de Buenos Aires, de peronista-kirchnerista y de principal figura institucional de la oposición al tsunami de ultraderecha que se avecinaba lo convertiría, a la vez, en un presidenciable natural y dueño de una cruz económica que condicionaría a cada paso ese destino. Así fue.
Esa cruz estaba construida con astillas de una madera hecha de desfinanciamiento crónico del distrito, ajuste draconiano desde la Nación y discriminación presupuestaria recargada. Lo que no se sabía, aunque podía intuirse dados los antecedentes recientes, era que Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner y el camporismo en general sumarían otro fragmento al forzarlo a optar entre la subordinación y el fuego a discreción. Así fue eso también.
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Axel Kicillof, en la punta de una mesa caliente del PJ bonaerense.
El revés que recibió el gobernador en su intento de administrar el año electoral que se avecina con Presupuesto, ley impositiva y autorización legislativa para refinanciar los vencimientos de la deuda provincial tendrá, según como explicó Juan Rubinacci en Letra P, una última instancia de reversión a partir del 7 de enero, cuando empiece a trabajar "una mesa tripartita entre el poder Ejecutivo, las autridades de ambas cámaras y los bloques opositores para tratar de llegar al inicio de las sesiones ordinarias" con un acuerdo.
Si La Libertad Avanza (LLA), el PRO, la UCR y el camporismo entendieran que, si la provincia estallara, les estallaría absolutamente a todos, acaso habría una chance. Si no…
Axel Kicillof, entre 2025 y 2027
Como si hiciera falta, Javier Milei ratificó que el año próximo será de motosierra profunda y aceleración de su agenda desreguladora y privatizadora. Se podría agregar también de control soviético sobre variables que no deberían escaparse por nada del mundo, como los tipos de cambio oficial y paralelos.
El mileísmo piensa en las elecciones de mitad de mandato, lo mismo que el cristinismo, que trazó una línea en la arena en el proceso de ruptura con Kicillof: la exigencia de que el gobernador desista de cualquier intención de desenganchar los comicios provinciales de los nacionales. Si tratara de proteger su gestión y su proyecto en lugar de ayudar a la movilización de todo el aparato peronista bonaerense en beneficio de una eventual candidatura a diputada de CFK, la relación ya no tendría retorno posible, ni siquiera pour la galerie.
El detalle es que proteger su gestión es lo que habilitaría a Kicillof como un miembro prominente de la mesa electoral de 2027, lo que lleva a pensar cuál es el alcance temporal de los cálculos multicolores que hoy se despliegan en todo el espectro político.
También para el gobernador 2025 y 2027 son la misma cosa. Sin un final calmo y presentable de sus dos mandatos, no tendría destino presidencial. Por eso, una cosa sería encarar el año inminente con Presupuesto, certeza recaudatoria y, sobre todo, autorización para rollear vencimientos de deuda y otra, muy diferente, carecer de todo eso.
Otro que mira, con cada ojo, a 2025 y a 2027 es José Luis Espert, quien se presume doble candidato y, después de insultar al gobernador y de volver a cometer apología del delito –acaso algo más– al llamar a una rebelión fiscal en los municipios, lo conminó a hacer el ajuste brutal que los bonaerenses no votaron.
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Más perentorio, como señaló el intendente de La Plata, Julio Alak, sin esas herramientas, escamoteadas incluso por partidos muy solícitos en facilitárselas a la Casa Rosada, la provincia quedaría "en serio riesgo de default".
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El peronismo nacional, que ya fue a las urnas en 2023 con un candidato al que la inflación le había estallado en las manos, seguramente no competiría en 2027 con uno que veniera de una cesación de pagos.
Por otra parte, ¿de qué peronismo se habla? ¿Del que, como dijo tiempo atrás Cristina Kirchner, necesita que cada militante tome el bastón de mariscal o del que ella misma pretende conducir segando toda hierba que le crezca alrededor?
Fuego sobre la Buenos Aires de Axel Kicillof
Aunque siempre hay espacio para el esfuerzo en aras de la austeridad, pedirle más ajuste por el lado del gasto a la provincia más desfinanciada de la Argentina, pato de la boda de la coparticipación federal, parece un acto de cinismo o de inconciencia.
Como la realidad nacional no está hecha de los salarios y las jubilaciones que vuelan en dólares pisados, de pedos de buzo que suben desde los abismos submarinos ni de pobrezas que se desploman como imagina el Presidente, no puede soslayarse que la provincia es un territorio volátil y cruzado por carencias, abandonos atávicos y precariedades particularmente inflamables.
Desde hace mucho y especialmente ahora, la política nacional juega con fuego en Buenos Aires. La provincia no está discriminada solamente desde el punto de vista institucional de la coparticipación, sino desde la praxis de un gobierno que pisa las transferencias discrecionales –los aportes del Tesoro nacional, ATN– especialmente para el mencionado distrito.
Según un trabajo de Politikon Chaco citado por Página|12, el mes pasado, "el Estado nacional utilizó 20.500 millones de pesos sólo para cinco provincias: Catamarca y Jujuy, que se llevaron 3.000 millones cada una; Misiones, que se alzó con 4.000 millones; Tucumán, que recibió 4.500 millones, y la frutilla del postre, Salta, con un récord de 6.000 millones en ATN". Son, no casualmente, los territorios de los que salieron las órdenes que desarmaron las mayorías opositoras en el Congreso en instancias cruciales.
Obviamente, hacia la provincia de Buenos Aires no fluyó nada.
Si el mes que viene no se vislumbra una solución presupuestaria, el camino se haría extremadamente empinado para Kicillof.
¿De dónde conseguiría más fondos, cuando la clase media y los pobres están exhaustos, y sectores como el campo prenden luces anaranjadas con defaults como el de la poderosa empresa Los Grobos, que parecen una mezcla del efecto de las disfuncionalidades macro generadas por Milei y Toto Caputo, apuestas fallidas al negocio financiero y una presión del sector en pos de menores retenciones?
El atraso cambiario y el desplome de la cotización internacional de la soja parecen indicar que ya no hay allí mucho más oxígeno.
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Fuente: Ámbito Financiero.
Axel Kicillof, frente al dilema de Jano
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Axel Kicillof, como Jano el dios de las puertas, los comienzos y los finales.
El dilema de Kicillof para 2025 y también para 2026 y 2027 pasa por sólo administrar o también construir poder. ¿Es posible una cosa sin la otra?
No para él, que viene de postular: "El año que viene tenemos que construir un frente inmenso y yo, que tengo la responsabilidad de conducir el gobierno de la provincia, tengo la obligación de ponerme al hombro la construcción de un frente político que represente una alternativa para el futuro". Gobernar y construir son los dos rostros de Jano de Kicillof: el que mira al pasado y el que observa el futuro.