Axel Kicillof volvió a calzarse el traje de primer opositor a Javier Milei. Con Cristina Fernández de Kirchner ocupando el centro de la escena opositora, el gobernador desplegó un discurso nacionalizado en el que fustigó a la administración libertaria y, arriba del ring, en plena interna con el cristinismo, contrapuso las posturas de la provincia de Buenos Aires.
El mote de "acto institucional" en San Pedro, con ocasión de Día de la Soberanía, le sirvió al mandatario para que parte de la tropa de otras tribus peronistas pudieran decir presente. Fue algo que no habían hecho en actos anteriores de Kicillof, como los de Mar Chiquita y Berisso. No querían ser daños colaterales de la guerra declarada entre el Instituto Patria y La Plata.
A pesar del marco oficial, implícitamente la interna estuvo presente, con Kicillof buscando recuperar un lugar de centralidad para liderar la oposición a Milei que CFK logró acaparar con ayuda de la propia Casa Rosada que ubicó a la expresidenta en ese lugar.
En su discurso, Kicillof esquivó la interna. Pero dos mensajes, uno verbal y otro visual, la recordaron. Primero, las palabras del intendente anfitrión, Cecilio Salazar, que pidió unidad del peronismo, con una condición ("Es con Axel”, dijo); y, después, no sólo la presencia del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, luego del duro cruce con su par de Quilmes, la camporista Mayra Mendoza, sino el abrazo en el que se fundió con el gobernador.
El discurso soberano de Axel Kicillof
El gobernador no hizo mención alguna en su discurso a nada que pudiera ser interpretado como un mensaje en clave de interna. Arriba del escenario, buscó confrontar en clave nacional con Milei. La fecha conmemorativa le sirvió como anclaje para para contrastar las políticas libertarias con la postura de la provincia de Buenos Aires respecto de los temas grandes de debate.
No hubo menciones kicillofistas al recorte a la provincia ni otras problemáticas bonaerenses generadas por las políticas de la Casa Rosada: Kicillof, como exministro de Economía, se plantó con temáticas como el comercio internacional, la privatización de la Hidrovía y Aerolíneas Argentinas, la explotación de los recursos nacionales, y las políticas educativas y en ciencia y tecnología, entre otras.
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Axel Kicillof en el acto de San Pedro.
“Se lo digo a Milei: hay que proteger el trabajo y la producción”, lanzó Kicillof directamente hacia el único destinatario de su discurso. “Desde acá da más vergüenza la entrega de la que somos testigos por parte del Gobierno”, se quejó, para después calificar al mandatario de “vendepatria”.
"No tienen que defender una ideología que no conoce nadie, sino la producción, el trabajo y la soberanía argentina. La gente la está pasando mal. Estamos discutiendo si la gente morfa, se se viste, si los pibes van a la escuela, si a los jubilados les alcanza para los remedios”, lanzó Kicillof.
“Soberanía, independencia y justicia social, ese es nuestro compromiso delante de los patriotas que dieron la vida. La provincia de Buenos Aires no va a dejar que se entregue la soberanía argentina”, dijo sobre el final del discurso para cerrar con un “viva la patria carajo”, con contraposición al "viva la libertad, carajo" de Milei.
Unidad, “con Axel”
El discurso nacionalizado de Kicillof transita en paralelo a la hiperactividad desplegada por CFK en las últimas semanas, ahora como presidenta electa del PJ. A esos caminos bifurcados hizo referencia el intendente Salazar cuando dio las palabras de bienvenida.
“Ojalá este gran movimiento pregone la unidad como dice el gobernador. Hoy la gente nos pide unidad, basta de pelearnos, sino el resultado es este engendro que tenemos en el gobierno nacional”, dijo el jefe comunal, para después dejar en clara su posición y condición para la unidad: “Por último, recuerden compañeros, es con Axel”.
La frase es el eslogan que el kicillofismo busca instalar para la pelea interna: ya ocupa paredones de la provincia de Buenos Aires y en pocos días será lema de las mesas que empezarán a aflorar en los municipios.
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Jorge Ferraresi, presente.
La presencia de Ferraresi lejos estuvo de pasar desapercibida. Aunque el intendente pertenece al círculo político más cercano al gobernador y es un asiduo a este tipo de eventos, el fuerte cruce esta semana con Mendoza lo puso bajo la lupa.
Las gestualidades fueron claras. Al igual que otros intendentes del conurbano, Ferraresi se sentó en primera fila, pero, además, lo hizo al lado de la mano derecha del gobernador, el ministro de Gobierno, Carlos Bianco. Cuando llegó Kicillof lo saludó con un fuerte abrazo.
La tropa massista, un camporista y más
Que se haya tratado de “un acto institucional” -como insistió en machacar el gobierno bonaerense- le abrió la puerta a la participación de figuras massistas y a un camporista, algo que no habían hecho en las ocasiones anteriores para no quedar en medio de la interna.
Junto con parte del gabinete en la primera fila estuvo el ministro de Salud bonaerense y figura de La Cámpora, Nicolás Kreplak, quien siempre intentó salir del fuego cruzado. También estuvo el ministro que Sergio Massa tiene en el gabinete de Kicillof, Jorge D'Onofrio, otro que no había estado presente en ocasiones anteriores.
También fueron hasta San Pedro algunos intendentes del Frente Renovador como Javier Osuna (Las Heras), Miguel Gesualdi (San Andrés de Giles), Marcos Pisano (Bolívar) y Javier Gastón (Chascomús).
Kicillof tuvo, además, el acompañamiento de intendentes del conurbano como Andrés Watson (Florencio Varela), Lucas Ghi (Morón), Fernando Espinoza (La Matanza), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Federico Achával (Pilar), Mario Secco (Ensenada) y Fabián Cagliardi (Berisso), entre otros; junto a parte de la CGT, con Héctor Daer a la cabeza, las dos CTA, movimientos sociales como Barrios de Pie y el Movimiento Evita y otras presencias, como la de la diputada Victoria Tolosa Paz.