Desde el martes, CFK se enfocará en el proceso de reordenamiento del partido, ya con la mirada puesta en las elecciones 2025, con la duda sobre si la decisión judicial le permitirá o no ser candidata legislativa. Después de la sentencia e Casación, anunciada para el 13, la definición quedará en manos de la Corte Suprema, que no tiene que cumplir plazos para intervenir, aunque estará en condiciones de pronunciarse en medio del proceso electoral.
En el entorno de Quintela aseguraron que el cristinismo le ofreció conducir una comisión de acción política, pero que el riojano lo rechazó. En el Instituto Patria dicen que tal conversación no existió, pero esperan una señal del gobernador y confirman que la idea de la expresidenta es “ir a buscar a todos, hacer una mesa política y armar un programa claro de gobierno”.
El proceso de reordenamiento que imagina CFK arranca con una convocatoria amplia, visitas a las provincias, recorridas por el conurbano y promete novedades en la elaboración de una propuesta “que permita superar dogmas” instalados en el kirchnerismo en los últimos años. Ella ya dio algunas señales concretas en el documento que publicó en febrero, en el que habló de “actualización laboral”, mencionó la necesidad de crear o transformar empresas “bajo la forma de una asociación pública y privada virtuosa” y habilitó la discusión sobre la calidad de la educación pública y sobre la lucha contra la inseguridad. Esa será la base de la nueva discusión.
Aunque los integrantes de la lista de Cristina auguran el inicio de una etapa “ordenadora” en la interna, el proceso que derivará en su proclamación dejó demasiados frentes de conflicto abiertos. Quintela dijo haber sido empujado a lanzarse como candidato a presidente del PJ cuando otros se negaron a ponerse al frente del proceso. Lo sorprendió el lanzamiento de la exmandataria vía redes sociales. Se sintió destratado y se negó a dar un paso al costado. Mantuvo su candidatura y armó con sectores que reniegan de la conducción cristinista.
Su decisión de judicializar la pelea no cayó bien en el peronismo, que percibió la posible injerencia de la administración de Javier Milei. Los gobernadores vieron con fastidio todo el proceso. La postulación de Quintela nunca les cerró, por considerar que el gobierno de una provincia en un contexto político y económico tan adverso no era compatible con la presidencia del partido y el trabajo de ordenamiento interno que eso requiere. Ni siquiera quiso ese lugar el gobernador Sergio Ziliotto, cuando la plana mayor de la CGT lo propuso como candidato, por su estilo moderado y su administración ordenada en términos económicos.
La central obrera tampoco aprobó la candidatura de Cristina. La expresidenta lleva en su lista a sindicalistas alineados con su conducción. Una de las vicepresidencias quedó en manos de Ricardo Pignanelli, de Smata, en una negociación que no fue consensuada con los demás gremios. El senador Wado de Pedro había hecho algunos sondeos con otros dirigentes importantes de la CGT para sumarlos a la lista de Cristina, pero no tuvo éxito. Dijeron que solo se sumarían en caso de que hubiera lista de unidad.
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A los líderes sindicales no les gustó que la convocatoria fuera “una utilización para romper” la CGT. A eso sonó la foto de Cristina con Pablo Moyano, a principios de octubre, que después se desmarcó de la jugada. “Es al re pedo esto”, dijo, sin filtros. El camionero también se mostró incómodo por la interna entre Cristina y Axel Kicillof. El resto de la CGT, con Héctor Daer a la cabeza, se encolumnó detrás del gobernador y guardó silencio sobre el proceso del PJ.
“¿Por qué no nos llamaron antes del cierre de listas, para discutir nuestros temas o para saber qué opinamos de la reforma laboral?”, apunta ante Letra P un hombre de peso en la central obrera, donde hay molestias porque creen que la dirigente peronista los dejó “solos” en su pelea frente al gobierno de Javier Milei, que encuentra cada semana una forma de debilitar las estructuras sindicales mediante la licuación de fondos. No son los únicos molestos. Las universidades nacionales también sienten la soledad en la discusión con la Rosada, en medio de la interna que atraviesa también a los bloques parlamentarios de Unión por la Patria.
CFK incluyó en su lista a los presidentes de las bancadas del peronismo en la Cámara de Diputados, Germán Martínez, y del Senado, José Mayans. Eso generó molestia entre los legisladores que formaban parte de la lista de Quintela. En el peronismo no cristinista se preguntan cómo hará el formoseño para, por ejemplo, contener a la senadora riojana María Florencia López. O cómo protegerá el santafesino la unidad en la cámara baja cuando Hilda Aguirre, Victoria Tolosa Paz, Santiago Cafiero y la chubutense Eugenia Alianiello integraban la fallida lista de Quintela.
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Cristina, por lo pronto, dice que está dispuesta a convocar a todos. ¿Habrá fotos con la CGT y los gobernadores? En la central obrera adelantan que, si la expresidenta los invita, concurrirán a pesar del descontento con el proceso. No está claro qué pasará con los mandatarios. En el cristinismo dicen que la lista “Primero la Patria” garantiza una representación federal. Habrá que ver si Quintela devuelve el llamado. “Una cosa es una reunión de unidad y otra es ser empleados de La Cámpora”, dice un hombre que integra los primeros lugares de la lista del riojano.
Aunque su candidatura no haya prosperado, la movida de Quintela mostró por primera vez que un grupo se animó a plantarse frente a Cristina. De eso tomó nota el cristinismo, aunque la mesa chica de la expresidenta intente relativizarlo al decir que todos los sectores que jugaron con el riojano siempre estuvieron en contra de Cristina. Se refieren al peronismo de Alberto Rodríguez Saá, en San Luis; de Gustavo Sáenz, en Salta; de Osvaldo Jaldo, en Tucumán; de Carlos Rovira, en Misiones; de Raúl Jalil, en Catamarca; el PJ cordobés, que llevó a Carlos Caserio; o gremios como UPCN, de Andrés Rodríguez.
Pero hubo una importante novedad en este proceso: el silencio de Kicillof. "El único dirigente de la provincia de Buenos Aires que no se expresó sobre la candidatura de Cristina”, remarcan en el Patria. Dicen que cometió “un grave error”. La relación está rota. “Se llegó hasta este punto porque en lugar de discutir si era buena la candidatura de Cristina se empezó a discutir por las listas de 2025 o la presidencial de 2027. Fue todo un gran error. Axel se va a tener que pelear en 2025, cuando se armen las listas”, dice un integrante de la lista de la expresidenta.
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Pisos y techos 2025
En el peronismo del interior circula la preocupación de siempre. La aparición de CFK garantiza un piso alto, pero les pone un techo a los votos. “Nosotros no podemos hacer campaña con Cristina”, remarca un legislador de la zona núcleo del país. El entorno de la expresidenta ya hizo su propio análisis de la situación.
“En 2025 vale más el piso que el techo. No son elecciones ejecutivas, son legislativas. Tenés que sacar diputados y el piso de Cristina siempre es alto. El eje de la elección va a ser Milei sí o no. Los grandes perdedores van a ser el PRO y la UCR”, apunta un hombre que habló del tema con la exmandataria.
En 2025, el peronismo deberá renovar la cosecha de 2021 en Diputados. Aquella elección obtuvo 50 diputados, con el 34,56% de los votos. Fue mala. La situación es diferente en el Senado, donde el peronismo pondrá en juego 14 de sus 33 bancas, pero que corresponden a la elección ganadora de 2019. Cristina ya se puso a trabajar en esa estrategia, Esta semana se reunió con el exgobernador de Entre Ríos Gustavo Bordet y el hombre de Sergio Massa en esa provincia, el extitular de la Aduana Guillermo Michel. La provincia renueva senadores el año próximo.
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La encuesta de Circuitos para la provincia de Buenos Aires difundida el 30 de octubre le da un 38,4% de intención de voto a Unión por la Patria.
Las encuestas que circularon en las últimas semanas marcan que el caudal de votos del peronismo está cerca de los 34 puntos a nivel nacional y crece en la provincia de Buenos Aires hasta acercarse a los 40. Cristina garantizaría ese número si fuera candidata. Para eso resta saber qué pasará con su situación judicial. A algunos dirigentes peronistas no les cae en gracia que el partido eventualmente lleve en la boleta a una candidata condenada por supuestos hechos de corrupción. El PJ espera a ver qué dice la Corte, donde se esperan novedades sobre los nombramientos pendientes y su próxima integración.
Después de 23 años, el máximo tribunal falló a mediados de septiembre en una causa que no tiene que ver con Cristina, pero que se traduce en una señal que podría ser preocupante para la expresidenta y que llamó la atención en el Palacio de Tribunales. Se trata de la condena al exsecretario de Seguridad de Fernando de la Rúa, Enrique Mathov, a 4 años y 3 meses de prisión efectiva y al exjefe de la Policía Federal Rubén Santos a 3 años y 6 meses por la represión de 2001. Aunque tienen más de 70 años, todavía no consiguieron el arresto domiciliario. CFK tiene 71 años.