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Cierre de listas en la Ciudad de Buenos Aires: una de ñoquis, sillazos y pistolas humeantes

La crema de la casta porteña puja para entrar a la Legislatura, versión milennial del antro donde brilló el arma de Juan Carlos Suardi. Pasen: hay pochoclos.

“Mirá, pibe, yo te voy a explicar cómo es un cierre de listas ”. Juan Carlos Suardi está parado frente a mí, con las dos manos apoyadas en la silla que está del otro lado de la mesa. Es 1988 y estamos en su despacho del viejo Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires.

Hombre fuerte del peronismo de la zona de Lugano y Pompeya, Suardi perdura hoy en el recuerdo de unas pocas cabezas memoriosas como uno de los iconos del edificio que a fines del siglo pasado se convirtió en la Legislatura porteña, ese recinto que hoy es el telón de fondo de las elecciones del 18 de mayo en la Ciudad, la madre de todas las batallas en la era libertaria.

Peronismo en los 90

Condenado al desprestigio por sus propias miserias y por la doble vara del antiperonismo porteño, que en los 90 vestía los ropajes del progresismo, el Concejo Deliberante condensó, desde 1983 hasta su lavado de cara en 1997, todas las trapisondas y artimañas de lo que Javier Milei inmortalizó décadas después como “la casta”, esa etiqueta que la política no sabe cómo despegarse de la piel.

Suardi fue uno de los primeros dirigentes políticos que fue juzgado y condenado desde la restauración de la democracia. Lo acusaron de usufructuar la remuneración de personas a las que empleaba, pero no trabajaban. Sólo iban a cobrar a fin de mes. La causa fraguó un término que se incorporó al vocabulario con la fuerza de la metáfora: ñoquis.

Sin embargo, su figura quedó ligada a la sesión donde fue fotografiado con un arma de fuego en la mano en pleno recinto, en diciembre de 1989.

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“Los concejales hacen un escándalo y Juan Carlos Suardi quiere ser el presidente del Concejo. Le tocaba al peronismo, pero votan a Jorge Argüello. Suardi saca una pistola y amenaza a un par de tipos. Había cámaras de televisión y se arma tal escándalo que el presidente Carlos Menem interviene el Concejo Deliberante. Nombra como interventor a Carlos Corach. Uno o dos días después, me llama para trabajar en la intervención, que duró una semana. Finalmente, terminó asumiendo Argüello y Corach se fue como subsecretario de Eduardo Bauzá en el Ministerio de Acción Social”, resumía la historia Claudio Bonadio, un personaje que fue juez y parte de la era menemista, en una nota de la periodista Silvana Boschi.

Otros tiempos en la Ciudad de Buenos Aires

Tal vez eran tiempos donde la sensibilidad social aún no reaccionaba como un erizo ante los desquicios de la política y la dirigencia transitaba en el barro con más impunidad, porque, años después del episodio del revólver y con la causa de los ñoquis a cuestas, Suardi, que seguía siendo concejal del PJ, en 1994 no tenía empacho en acusar de corruptas a las figuras del entonces emergente Frente Grande.

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En febrero de 1995, el Tribunal Nº 8 condenó a Suardi a tres años de prisión en suspenso por malversación de caudales públicos. Fue uno de los tantos episodios de corrupción que derivaron en múltiples procesos judiciales que involucraron a unos cien concejales en poco más de 15 años. Los vientos empezaron a cambiar cuando en 1994 la reforma constitucional le otorgó la autonomía a la Ciudad y, con ella, el derecho a elegir a su jefe de Gobierno, que hasta entonces era designado a dedo por el presidente de la Nación.

Fernando de la Rúa ganó las elecciones porteñas en el 96 y al año siguiente el Concejo Deliberante recibió el tiro de gracia. Quien entonces era su titular, el peronista José Manuel Pico, fue acusado de liderar una asociación ilícita y de haber estafado a 534 personas con la venta de viviendas. Las denuncias llevaban un par de años y, cuando la Justicia libró una orden de captura contra él, Pico se tiñó el pelo y huyó a Brasil con un DNI falso. Cuando en 1997 estalló el escándalo que salpicó a todo el arco político porteño, Pico ya estaba detenido en la cárcel de Devoto, procesado por los cargos que se le imputaban y por falsificación de documentos.

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Las esquirlas continuaron hasta 1999, cuando el menemismo se batía en retirada y el Concejo Deliberante ya había sido cerrado: pasó a sesionar en el Centro Cultural San Martín, mientras su edificio histórico era restaurado para ser habilitado meses después como Legislatura porteña. Un bautismo con agua tan bendita como el olvido. Incluso hoy es muy difícil encontrar rastros de su historia en el sitio web del parlamento capitalino.

"Te voy a explicar cómo es un cierre de listas"

En 1988 Suardi aún no había empuñado un arma en el Concejo Deliberante capitalino ni tenía causas en su contra en los tribunales. Su poder se vería reflejado en el segundo lugar de la boleta del Frente Justicialista que ocupó meses después para obtener su reelección en 1989.

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Cómodo en su despacho, flanqueado por dos colaboradores que asentían a cada palabra suya, el cacique peronista apeló a una anécdota para detallar su manera de entender la política y explicársela a los tres periodistas novatos que lo escuchaban hablar de pie, con sus manos apoyadas en el respaldo de una silla.

Puso como ejemplo a un dirigente de cuyo nombre elijo no acordarme. "La vez pasada me vino a ver y se me quejó porque quería ir quinto en la lista y terminó número 14. 'Les dije a los compañeros que yo quería estar entre los primeros cinco y me dijeron que no se podía. Les conté todo lo que hice en el barrio, pero no hubo caso'", contaba Suardi que le había dicho, casi sollozando, aquel muchacho. "¿Saben qué le dije?", nos preguntó y, sin esperar respuesta, soltó: "Es que vos no sabés cómo se hacen las cosas. Cuando a vos un tipo te dice una vez que no en un cierre de listas, te parás como yo estoy parado ahora, te apoyás con las dos manos en una silla y le volvés a decir lo que querés. Y si de nuevo te dice que no, agarrás la silla y se la partís en la cabeza". La carcajada de sus colaboradores rellenó nuestro silencio.

Este sábado a la medianoche cierran las listas en la Ciudad que eligió a la Legislatura para dirimir el 18 de mayo mucho más que 30 bancas. El tiempo pasa. Seguramente nada es como entonces.

Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Leandro Santoro, candidato a legislador en la Ciudad de Buenos Aires.

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