El peronismo apuesta por un espacio que amplíe la base histórica y sume nuevos actores. El guiño a Ricardo Colombi y la batalla final contra La Libertad Avanza.
Máximo Rodíguez y Teresa García, interventores del peronismo en Corrientes, en la última conferencia del 2024 junto a los representantes del Consejo Nacional del PJ, José Ottavis y Ana Almirón.
En la recta final de cara a su normalización y a la definición de candidaturas para las elecciones 2025, el PJ de Corrientes acelera sus movimientos para construir una alianza que le permita pelear por la sucesión de Gustavo Valdés. En un escenario fragmentado, mira de reojo el quiebre de la UCR y aceita vínculos con el sector Ricardo Colombi.
El diálogo entre el ricardismo y el peronismo provincial no es una novedad en el pasilleo político correntino. Por esa razón, pocos se sorprendieron cuando Máximo Rodríguez, uno de los interventores del PJ en la provincia, invitó a los correligionarios a “que se arrimen a participar” en un espacio común para las próximas elecciones.
Naturalmente, las palabras del dirigente bonaerense no estuvieron destinadas a la totalidad del radicalismo correntino. Luego de un proceso interno cargado de peleas y chicanas judiciales, Valdés se quedó con la conducción del partido dejando sin representación a una parte que aún se identifica con la figura de Colombi, quien decidió lanzar su propia candidatura independientemente de las decisiones que pueda tomar el gobernador.
Apuntado por sus detractores como dueño de una ambición demasiado grande, el gobernador define por estas horas cuál será la estrategia que le impondrá a un armado que tendrá su columna vertebral en la UCR.
Los correligionarios que se queden afuera serán aquellos el peronismo querrán captar para su armado y con quienes intentarán forzar una segunda vuelta electoral en la que esperan un mano a mano, ya no con el oficialismo provincial sino con el nacional. En la misma clave que imagina Cristina Fernández de Kirchner, el peronismo correntino piensan en una batalla final contra Javier Milei.
El 9 de marzo, el PJ de Corrientes elegirá su nueva conducción y delineará las candidaturas para una gobernación, lugar esquivo desde el retorno democrático. Con una base histórica que araña los 30 puntos, la alternativa de sumar a otros sectores de la política provincial abre camino a una esperanza que deberá dirimirse en un ballotage.
Con los sectores identificados con los intendentes Martín “Tincho” Ascúa (Paso de los Libres) y Emiliano Fernández Recalde (Virasoro); y el diputado provincial del Germán Braillard (Frente Renovador), recorriendo la provincia para construir sus candidaturas, los referentes del PJ destacan que el proceso que derivará en una unidad que permitirá construir un espacio lo suficientemente fortalecido como para evitar fugas y listas alternativas.
Sin diáspora interna, afirman, la batalla final será contra La Libertad Avanza. La lectura se compone de dos elementos centrales. El primero reconoce en la dificultad Valdés para construir un sucesor. La otra en la potencia de la figura del Presidente que, a contramano del gobernador, proyecta desde su sello partidario una base de apoyos que le garantiza un piso electoral lo suficientemente alto como para meterse en un segundo round electoral.
Los peronistas correntinos no cuestionan el liderazgo de la Valdés, aunque aprovechan del centralismo que supo construir para robustecer la mirada que empuja el fenómeno del pato rengo, que se produce cuando todos los sectores políticos y sociales empieza a darse cuenta que el poder irremediablemente terminará.
Esperan a un Valdés candidato al legislativo local para empujar la boleta a la gobernación, pero ven que el mandatario provincial no logra construir la confianza que necesita en alguno de los muchos nombres que desde el radicalismo se menciona para sucederlo. Por eso, señalan, si Valdés eligiese a su hermano Juan Pablo, la decisión sería totalmente lógica. “No es un capricho, tiene todo el sentido del mundo”, considera una de las fuentes partidarias a Letra P.
Sin embargo, en esa lectura que habla del poder de Valdés hay un elemento que no dejan de soslayar: el impacto del caso Loan, el niño que lleva más de 200 días desaparecido.
Como muestra de eso, sacar a relucir un gesto que también desnuda la existencia de esa preocupación por parte del mismo gobernador. Hace dos semanas, Ascúa salió a responder públicamente una presentación judicial que el gobernador había interpuesto por presuntas “injurias” de parte del intendente de Paso de los Libres.
Con el ricardismo trabajando para instalar su candidatura, el peronismo sabe que cualquier confluencia enfrentará un conflicto primigenio: quién encabezará una eventual fórmula de unidad.
“Como dijimos en su momento, queremos ser cabeza de ratón y no cola de león de nadie, pero estamos abiertos a recibir a todos los correligionarios o partidarios de otros sectores políticos que quieran acompañarnos”, aclaró Rodríguez en su convite público al radicalismo no alineado con el gobernador.
Con números sobre la mesa, el peronismo apuesta a su unidad interna para definir ese primer debate. Cree que si la decisión es encontrar un camino alternativo para el futuro de Corrientes, tanto Colombi como el propio PJ comprenderán que la mejor opción es la que llegue a las elecciones en mejores condiciones. Y allí, entiende, el acuerdo decantará.