PERONISMO EN LLAMAS

Día de la Lealtad: Axel Kicillof y CFK, la grieta menos pensada

Berisso, la foto del desafío sin precedentes del gobernador a su ¿ex? jefa política. Tropas para la independencia. La sociedad M&M sigue viva.

El peronismo tiene esas cosas. Hoy, Día de la Lealtad, sectores importantes del "gigante invertebrado" escenificarán un desafío sin precedentes a quien, hasta hace muy poco, aceptaban como su principal líder: Cristina Fernández de Kirchner.

Algunas vertientes provinciales, intendentes importantes del conurbano bonaerense, líderes sindicales que encuentran la oportunidad de poner en pausa sus diferencias profundas, exalbertistas –si es que eso alguna vez existió–… Todas esas facciones confluirán este jueves en el acto que Axel Kicillof encabezará en Berisso.

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Si no todas, algunas de ellas han intentado largamente desafiar la autoridad de la expresidenta. La novedad es que ahora creen encontrar en el gobernador de la provincia de Buenos Aires el liderazgo y la vocación para que ese reto adquiera, por fin, volumen político.

El balance de presencias y ausencias definirá quiénes prefieren posicionarse a un lado y otro de la grieta más inesperada, la que separa a Cristina Kirchner de quien hasta hace no mucho era considerado su hijo político.

Entre otras, se espera la concurrencia de Pablo Moyano, Héctor Daer y Carlos Acuña. ¿Hay que interpretar eso, en todos los casos, como un apoyo sin fisuras una nueva jefatura encarnada en Kicillof? No necesariamente. El camionero parece jugar urbi et orbi y sus diferencias con sus pares de las CGT ya están claras. La central obrera, como suele ocurrir de cada vez que gobierna un no peronista, parece acercarse a una ruptura, desgarrada entre quienes pretenden plantarle cara con mayor claridad al ajuste de Javier Milei y quienes se entregan al dolce far nientetras saber salvado sus sillones en las negociaciones que llevaron a la reglamentación de la reforma laboral.

La organización anticipaba una concurrencia de hasta 40.000 personas, lo que, de concretarse, supondría un cimbronazo en la interna peronista, siempre sensible a ese tipo de indicadores.

El Día de la Lealtad parece en esta ocasión el día de la independencia de Kicillof. ¿Lo será?

Clima caldeado en el peronismo

Tan interesante como la lista de asistentes es la de quienes ni siquiera han sido invitados o no se han molestado en serlo. La Cámpora y el Frente Renovador de Sergio Massa no serán de la partida y ratifican de ese modo su confluencia.

Las versiones sobre el presunto encuentro que habrían mantenido el martes a la noche CFK y el gobernador bonaerense siguen obligando al triste recurso del potencial. El entorno de la primera continuaba confirmándolo, mientras que el del segundo seguía desconociéndolo. En un sentido, la diferencia no es tan relevante. Si la reunión efectivamente se produjo, es evidente que no arrojó efectos de distensión. Si, en cambio, no pasó, eso resulta elocuente sobre el momento gélido de una relación hasta hace poco considerada indisoluble.

En la previa de la organización del acto en Berisso, el otrora cristinista intendente de Ensenada, Mario Secco, ofició como vocero de Kicillof. Tal vez respondiendo a las acciones paralelas de la quilmeña Mayra Mendoza, quien había dicho no poder explicarse el silencio del gobernador ante la postulación de Cristina para presidir el Partido Justicialista a nivel nacional. Secco expuso las heridas más sangrantes del momento al ironizar que "en el acto del 17 no habrá puteadas en contra de La Cámpora ni de Cristina". Mensaje para Máximo Kirchner.

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"Queremos darle a Kicillof un respaldo. Lo están limando a más no poder", añadió por si no quedaba clara la tirria del momento.

Atrapada en el laberinto del clamor fallido

Las eleccioines en el PJ siguen pautadas para el 17 del mes que viene, pero todo lo demás es una incógnita. Desde posibles negociaciones que puedan evitarla o suspenderla hasta su eventual resultado, todo converge en cuál será la posición de CFK en la interna.

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Cristina Fernández de Kirchner.

Cristina Fernández de Kirchner.

Si efectivamente se votara, habría que contar qué tiene cada sector e incluso el propio peronismo, cuya capacidad de movilizar a los afiliados no es conocida. ¿Seguiría resultando la exmandataria la figura dominante? Como sea y aun cuando hay incentivos para una tregua en una interna muy anticipada a los tiempos electorales del país, quedará para el registro el nivel inédito de desafío que sectores importantes de la dirigencia le están planteando, lo que se expresa en un pretendido clamor que no fue y la metió en una encerrona, y en una necesidad de negociar lo que hasta ayer nomás no negociaba.

Sólo en esa idea, la del desafío a su jefatura, puede explicarse que, además de Kicillof, otro emergente de esta coyuntura sea el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela. Este es un hombre con limitada influencia a nivel de aparatos y militancia, y además alguien que gobierna un distrito lleno de problemas, con su deuda en default y con su condición de primer emisor de una cuasimoneda. Pese a todo eso, afirma que el tiempo de Cristina ya pasó.

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Ricardo Quintela en Entre Ríos.

Ricardo Quintela en Entre Ríos.

Los alineamientos sorprenden cada día. Este miércoles se decantó por avalar el desafío de Quintela el chaqueño Jorge Capitanich, otro que hasta hace poco era anotado en el bando cristinista. Sin embargo, ecuánime, el PJ chaqueño también apoyó a Cristina e hizo un fuerte alegato en favor de la unidad, cosa para la que –se insiste– sobran motivos, empezando por el espanto que provoca Milei. Tal vez, no todos los díscolos quieran deshacerse de CFK, sino más bien forzarla a ejercer una conducción más colegiada. El tiempo lo dirá.

Axel Kicillof, el renovador

Es claro lo que Kicillof y la anécdota de Quintela representan en la interna del peronismo: un desafío a quien hasta hace poco se seguía considerando la conductora excluyente. Es un reto a su figura, a su estilo personalista, a sus lastres –incluso judiciales y acaso de proscripción vía ley– y a una manera de entender el país que parece haber tocado fondo en el naufragio del gobierno de Alberto Fernández y en la emergencia de la ultraderecha mileísta.

Tal vez la primera definición a la que puede remontarse la división entre el camporismo y el kicillofismo sea el atrevimiento del gobernador de haber invitado a la composición de una "nueva canción". Máximo Kirchner nunca le perdono la herejía.

Sin embargo, hasta donde este medio conoce, esa composición tiene por ahora solamente rimas políticas y métricas de lugares en las listas. No es casual que Kicillof haya evocado justo en vísperas del 17 de octubre la figura de Antonio Cafiero, gran emblema de la renovación peronista de la segunda mitad de la década de 1980. Seguramente el bonaerense espera que el destino de su aventura sea mejor que el del mítico dirigente.

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Lo que se ignora es hasta qué punto Kicillof está dispuesto también a innovar en materia de ideas económicas. Él no ha explicitado esta cuestión, tal vez porque no es su vocación o tal vez porque eso significaría el divorcio final con el que hasta ahora había sido su hogar político. Sin embargo, parte de quienes se refugian a su sombra vienen buscando desde hace mucho tiempo la reconfiguración del peronismo en una clave menos radicalmente distribucionista y más atenta a la necesidades de la inversión y el crecimiento. Acaso como única referencia al respecto, aislada pero notable, cabe destacar una frase de Kicillof que pasó prácticamente desapercibida en los medios nacionales.

En su viaje reciente a México, donde asistió a la asunción de Claudia Sheinbaum, se permitió sugerir en una charla pública la conveniencia de precaverse de shocks internacionales y, en caso de su ocurrencia, de no descartar herramientas económicas ortodoxas como las que utilizó Juan Perón en 1952.

Breve como fue, eso significó toda una novedad que reflota debates reservados que el aludido mantuvo con quien fuera su jefa política en sus tiempos de ministro de Economía.

Por caso, la envergadura que ya entonces iban ganando los subsidios a los servicios públicos, que Kicillof pretendía licuar con la inflación actualizando las facturas en función del IPC. No pudo ser ni entonces ni años después, en tiempos de Martín Guzman y Alberto Fernández. La pregunta de qué daños se habrían ahorrado nunca tendrá respuesta.

Tal vez el fenómeno Milei y las cuerdas que este ha tocado en la sociedad, elocuentes sobre un sesgo más individualista de los sectores medios y un rechazo a la intervención del Estado, formen parte de la nueva canción que el peronismo deberá darse en una etapa inevitablemente diferente.

¿Llegará tanto Kicillof? Sólo él lo sabe.

Axel Kicillof en la sede de la CGT por el Día del Trabajador le sonríe a Pablo Moyano con Héctor Daer a su derecha. Foto: Pilar Camacho
Jorge Capitanich sorprende y le aporta a Ricardo Quintela el aval que le faltaba para competir contra CFK

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