Declaró su "preocupación porque los empleados (encargados de la moderación de contenidos) hayan censurado demasiado" y, con esa actitud "políticamente sesgada" –hacia la izquierda, claro–, "destruido más confianza que la que se creó, especialmente en los Estados Unidos". Para él, llegó el momento de "restaurar la libertad de expresión".
Su competidor corporativo Musk saludó la novedad en la red que compró hace algo más de dos años por 44.000 millones de dólares.
Trumpismo 2.0
El anuncio preanuncia una tendencia menos descafeinada, más política y más derechista en las redes de Meta.
Eso es así no casualmente a pocos días del inicio de la era Trump 2.0, para la que Zuckerberg se preparó donando un millón de dólares al fondo destinado a los actos de la jura, despidiendo a Joel Kaplan –hasta ahora Jefe de Políticas de Meta– e incorporando a tres nuevos miembros a la junta directiva de la corporación, entre quienes se destaca el trumpista Dana White, director del gigante Ultimate Fighting Championship.
Has recorrido un largo camino, muchacho: la política de moderación de contenidos de Zuckerberg –que ahora llama "censura"– nació en la elecciones de 2016, las que llevaron a Trump a su primera presidencia. Además, Instagram y Facebook, al igual que la vieja Twitter, suspendieron las cuentas del presidente nuevamente electo por haber incitado a la violencia antes del trágico asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Los condenados por ese hecho serían indultados por el mandatario entrante en uno de sus primeros actos de gestión.
La impostura del arrepentimiento parece ser lo de Zuckerberg: en 2018 se vio forzado a realizar un mea culpa público por la venta de datos de sus usuarios a Cambridge Analytica, compañía que llenó el ciberespacio de fake news y operaciones en masa a favor del brexit… "y también una campaña antikirchnerista en Argentina", según confesó al pasar en el Parlamento británico el ex-CEO Alexander Nix.
La movida de Zuckerberg resulta inentendible sin contexto: Threads, con su política de moderación y todo, se venía beneficiando de la lenta declinación de X en cantidad de usuarios justamente debido al nuevo sesgo ultraderechista de esta última, cuyas "notas de la comunidad" contra las publicaciones engañosas no fueron publicadas en el 74% de los casos a lo largo del año pasado, según señaló un estudio del Center for Countering Digital Hate citado por La Nación.
Fatales ganadores
Este medio reflejó la "madre de todas las internas" que se da debajo del liderazgo populista de Trump, esto es la que enfrenta a nacionalistas y tecnoplutócratas globalistas.
Basta con echarle un vistazo al ranking de megamilmillonarios que la agencia Bloomberg actualiza cada día en base a la cotización de las acciones para entender qué está en juego y qué parte lleva las de ganar. Si Musk es el dueño de una riqueza sin paralelo en la historia de la humanidad, nada menos que 437.000 millones de dólares, Zuckerberg marcha tercero con 223.000 millones. Además, sólo el magnate del lujo Bernard Arnault y el financista Warren Buffet interrumpen el reinado de los ceos del sector tecnológico hasta el puesto 12 de la escala. Ese grupo reducido, pero extremadamente poderoso en el financiamiento, la difusión de contenidos y la creación de sentido común es la base que cortejan dirigentes como Trump y, en la Argentina, Milei. Un sentido común hecho a medida de los más ricos, de desregulación y mercado radicales, reducción de impuestos en espejo al abandono de los servicios públicos, zamarreo de la democracia, xenofobia, homofobia, macartismo, valores reaccionarios y batalla cultural.
Musk, que apenas si se preocupa por mejorar su imagen de hombre despiadado con algunas "monedas" en beneficencia, es quien hace punta. No sólo donó 120 millones de dólares a la campaña de Trump –más una cifra imposible de determinar en publicidad indirecta–, sino que ahora se erige en el "gran elector" de la política europea.
Según contó en la prensa italiana, la visita relámpago que Giorgia Meloni le hizo a Trump el domingo último no apuntó solamente a la situación de la periodista Cecilia Sala, arrestada en Irán. Además, trató un posible contrato para que otro gigante de Elon Musk, SpaceX, le provea a su gobierno "servicios avanzados de seguridad en telecomunicaciones" por cinco años. La oposición trinó, la acusó de "malvender la seguridad de Italia" y de poner en peligro datos y comunicaciones sensibles de la población, a la vez que exigió explicaciones en el Parlamento.
El vice primer ministro Matteo Salvini no encontró inconveniente en confirmar las tratativas, seguidas con temor por la Unión Europea.
Mientras, la feroz y constante campaña tuitera del magnate contra el primer ministro laborista británico Keir Starmer y sus políticas migratorias es la punta de lanza de una ofensiva para financiar a la ultraderecha europea y moldearla a su imagen y semejanza.
No solamente ha llamado a votar por la extremista Alternativa por Alemania (AfD) en las elecciones de febrero, sino que también le prometió 120 millones de dólares al ultra británico Nigel Farage, uno de los principales promotores del brexit y de la campaña de fake news.
Sin embargo, esa promesa expiró cuando este se negó a readmitir en el partido Reform UK al agitador callejero Tommy Robinson, quien cumple cárcel por haber difamado a un refugiado sirio en desacato de reiterados fallos judiciales. "Farage no tiene lo que hay que tener y Reform UK necesita un nuevo líder", sentenció, a lo que el aludido, con la cola entre las patas, se limitó a responder que no estaba de acuerdo con esa idea.
Emmanuel Macron y Olaf Scholz, entre otros líderes, salieron a repudiar la injerencia de Musk, mientras que el Reino Unido y otros países estudian modos de evitar o limitar la donaciones de magnates extranjeros a la política doméstica. El problema son las sedes nacionales de X y otras firmas del empresario, que a los efectos legales no son extranjeras.
La privatización del espacio
El negocio de Meloni y SpaceX no es un asunto menor. En el propio Pentágono se admite que Musk se ha hecho con una suerte de monopolio satelital en las órbitas más bajas de la Tierra, lo que genera una dependencia que irrita al aparato militar de la hiperpotencia y hasta hizo fracasar una misión de drones lanzada por Ucrania contra Rusia. La presión de Vladímir Putin convenció al empresario, que tiene negocios en ese país, de dejar sin servicio de GPS a los aparatos no tripulados, provistos por ls potencias occidentales a enorme costo, y que terminaron siendo destruidos.
En este punto talla Jeff Bezos, otro tecnoplutócrata que decidió reforzar su disputa con Musk por la apropiación privada del espacio.
Este, dueño –además de Amazon– de The Washington Post, le dará pelea a SpaceX el viernes desde Cabo Cañaveral con el lanzamiento de su primer cohete reutilizable, cuya capacidad de carga duplica la de las naves de Musk. La pelea, entre otras cosas, involucra la instalación de satélites en diferentes órbitas y multimillonarios contratos con la NASA.
Otra vez, contenidos y "fierros", todo lo que se necesita para instalar un sentido común cuyo nacimiento ya estalla ante los ojos.
La Sombra se divierte
La Argentina juega un partido marginal en este tablero, pero crucial para las vidas de quienes viven en el país.
Es evidente que la política se dirime cada vez más a través de X, ya sea por los pronunciamientos de los dirigentes como por el uso que la ultraderecha supo darle a la red para llegar al poder en noviembre de 2023. Además, encuentra hoy a lo que alguna vez se dio en llamar "macrismo" discutiendo con un trol poderoso que se divierte jugando las escondidas.
La aparición de un listado de empresarios en la ex-AFIP, según Clarín vinculados al kirchnerismo y receptores de tratamiento especial, constituye el último capítulo de la guerra entre Milei y Mauricio Macri.
María Eugenia Talerico, exvicejefa de la Unidad de Información Financiera (UIF) durante el macrismo, admitió la existencia de esa lista, pero la atribuyó a lo contrario que dice el Gobierno: a proteger la privacidad de los datos de esas personas de los fisgoneos de personal no autorizado de la ex-AFIP. Al embestir contra La Sombra, denunció que esta puso en marcha un sistema "muy peligroso" de inteligencia y control.
¿Protección, antes, o "vigilancia especial"a ciertos empresarios? ¿Se confirma que en la administración de Macri hubo tráfico de secretos fiscales con fines de persecución política? Y ahora, como denuncia Talerico, ¿conato de Estado policial?
El tema fue ampliamente explotado en X –¿dónde si no?– por una cuenta anónima, de esas que Musk ni se molesta en moderar, atribuida nada menos que al jefe de Gabinete blue Santiago Caputo.
"John @MileiEmperador" se divirtió en grande, polemizando con la mencionada Talerico y con la también macrista Jimena de la Torre, jugando incluso con la posibilidad de ser el hombre más poderoso de la Argentina, acaso es más que el propio Milei.
Mientras ventila supuestas persecuciones políticas, la Argentina se ha habituado a lidiar con una sombra, con un "asesor" que hace y deshace a pesar de no tener cargo formal, firma, ni responsabilidades legales.
Mientras, el Gobierno sigue con su vida, ajeno a otros escándalos, como los que rodean al director de la DGI Andrés Vázquez. Presuntos nepotismo, sociedades en el exterior y bienes no declarados –el colmo de un recaudador– no son problema para una administración que se siente tan fuerte que ni se molesta en buscar narrativas verosímiles para los chanchullos que se destapan. Cambiar nombres –la AFIP ahora es ARCA–, bajar sueldos –algunos verdaderamente astronómicos– y pasar la motosierra sobre el personal de esa dependencia parecen, por ahora, remedios suficientes.
Deben ser minucias de pago chico. Mientras, afuera, hay un mundo que está cambiando y sólo Milei, Caputo y "John @MileiEmperador" parecen advertirlo.