Claver-Carone, que en los hechos basculará entre ese ministerio y la Casa Blanca, es otro halcón del Partido Republicano del estado de Florida y otro latino –de origen cubano– que se suma al futuro gabinete. Hombre cercano a quien será secretario de Estado Marco Rubio, en lo que respecta a la región comparte con este la ideología ultraconservadora, el odio a los regímenes cubano y venezolano, y la repulsión por los "populismos".
Cuando en 2018 la Argentina se le rompió en las manos a Mauricio Macri –o la rompió él directamente–, el hombre en cuestión era el representante de Estados Unidos ante el FMI. Tiempo después confesaría que el crédito sin precedentes otorgado ese año –por 57.000 millones de dólares, de los que se efectivizaron 45.000 millones que se terminaron yendo por la canaleta de los jugadores del carry trade de Caputo– fue una decisión política de Trump para ayudar al entonces presidente a pelear por la reelección y evitar el retorno del peronismo. La cuenta, claro, no la paga ninguno de los mencionados.
En 2020, aún con Trump en la Casa Blanca, pero ya con Alberto Fernández en la Rosada, Claver fue el peón de una movida sin precedentes del magnate republicano: el asalto a la conducción del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tradicionalmente en manos de un titular de América Latina, pero que a falta de consenso regional terminó por recaer en él.
En septiembre del año siguiente, Claver-Carone fue eyectado de esa silla al trascender una relación sentimental con una directiva de la entidad a quien había beneficiado salarialmente.
Convencido de haber sufrido un complot, ese episodio le dejó un rencor que nunca se preocupó por ocultar, así como un resentimiento con quien era el representante del gobierno de Fernández ante el organismo: nada menos que el actual jefe de Gabinete Guillermo Francos. Este era "más kirchnerista que Cristina (Fernández de Kirchner) y más albertista que Alberto", lo crucificó el año pasado.
Suponer que desde su nuevo puesto Claver va a obsesionarse en vengar esas viejas reyertas es ignorar los intereses que están en juego. Más interesante para pensar las chances y condiciones de un acuerdo con el FMI resulta hurgar en el pensamiento del enviado de Trump respecto de la política económica.
Opiniones sin filtro
En otra entrevista, que concedió en julio último y sobre la que este medio llamó la atención en su momento, castigó al propio Milei.
"Hace un año comenté que la peor circunstancia que podía existir para Argentina era que la gestión de la salida de la crisis económica se basara en pedir más dinero al FMI. Y efectivamente aquí estamos, la única solución parece ser pedir más dinero del Fondo. Es tiempo perdido", lo liquidó.
"Lo que estamos viendo es un equipo que básicamente está trabajando a nivel doméstico en políticas peronistas de reforzar el peso argentino, de seguir buscando maneras de gastar reservas para reforzar el peso en vez de ir por la liberalización de la que tanto habló Milei en las elecciones(…). Estamos viendo más de lo mismo y la situación económica se está convirtiendo insostenible para el pueblo. Milei en el exterior habla extraordinario, en las conferencias internacionales habla como un verdadero liberal ortodoxo, pero domésticamente tiene un equipo que está gobernando como peronista", añadió.
"Caputo es más de lo mismo. Están gastando todas las reservas, haciendo lo mismo que hacían los peronistas, lo mismo que fracasó la primera vez cuando era presidente del Banco Central y ministro de Macri. Milei aspiró a una política de dolarización y está gobernando con una política de reforzar el peso argentino", remató.
¿Mintió? No. De hecho, mantener el cepo, pisar los diferentes tipos de cambio y, en pos de ello, renunciar a acumular reservas ha sido una parte tan importante de la política contra la inflación como la motosierra y la licuadora.
¿Será Claver-Carone alguien que pavimente o llene de ripio el camino a un nuevo acuerdo con el FMI, "la peor circunstancia" posible que describía hace apenas cinco meses?
El ombligo de la patria
Una vez más: nada impide –y la experiencia más bien sugiere lo contrario– que el enviado de Trump encuentre motivos para comenzar a comprender a Milei y hasta a ponderarlo por lo mismo que hasta ayer le criticaba. La política hacia la Argentina –solitario aliado del futuro gobierno estadounidense en la región– la fijarán Rubio y, sobre todo, Trump, no Claver.
Es más la llegada de este halcón a un puesto tan importante –paralelo a la estructura del Departamento de Estado, en verdad como un delegado presidencial– está motivada antes por la obsesión antiinmigrante –con México y varios países de América Central en la mira– y por los expedientes de Venezuela y Cuba que por Argentina. El ombliguismo es mal consejero.
Sin embargo, en una región pintada en buena medida de rosa –Brasil, Colombia, Chile, Uruguay, Bolivia–, la relación con la Argentina paleolibertaria es un activo para el trumpismo. Es improbable que el presidente anaranjado deje al garete a Milei.
- Lo que es indudable es que las críticas que Claver-Carone hizo públicas a la política económica son tema de debate en el sector del Partido Republicano –el de la derecha de la Florida– que llega a la conducción de la diplomacia de la hiperpotencia.
- Entonces, ¿tolerancia total y ayuda en el Fondo, como en 2018 contra el retorno del peronismo, o cooperación condicionada?
Los de afuera no son de palo
La voluntad de Estados Unidos es crucial en el FMI, pero no resulta suficiente por sí misma.
El peso político de ese país en el Directorio es mayor que el 16,49% de los votos que detenta, pero aun así no puede prescindir de otros grandes: Japón –6,14% de los votos–, China –6,08%–, Alemania –5,31%–, Francia –4.03%–…
Más allá del interés geopolítico de los Estados Unidos de Trump, países como China también juegan su partido, cotejo en el que Argentina puede quedar atrapada. Además, la mayoría de los miembros del Board preferiría que nuestro país comenzara a devolver capital en lugar de enterrar más dinero en la quimera del "milagro argentino". La dilapidación, fuga mediante y en gran medida atribuible a Caputo, del grueso del préstamo macrista, y el modo en que el organismo pasó todos los semáforos en rojo para habilitar una operación que excedía cualquier criterio que Argentina pudiera cumplir, provocaron una crisis que es necesario recordar.
Por otro lado, el staff técnico también juega y sus recetas son conocidas: ajuste –que Milei sobrecumplió por propia voluntad–, libertad cambiaria, libre movilidad de capitales y corrección de cualquier apreciación de la moneda local capaz de afectar la cuenta corriente.
Aunque a Claver-Carone parece gustarle la idea, al personal técnico del FMI la dolarización –por indirecta que sea– le hace ruido y por eso el organismo insiste en presentarla –al revés de Milei– como una imitación de lo ocurrido en Perú y Uruguay, dos países que avanzaron hacia el fortalecimiento –sostenible, sin chimichurri como el argentino actual– de sus respectivas monedas y no, precisamente, hacia su abandono. ¿Otro escollo?
Toma cuerpo entonces la hipótesis –por ahora simplemente eso– de que haya –como querría Trump– "plata nueva" para Argentina, pero condicionada a que Caputo no insista como en 2018 en financiar con ella el desarme del carry trade –la bicicleta financiera– ni en defender una paridad verdaderamente de mercado, esto es libre de mecanismos de intervención como los que provocaron en los últimos meses la compresión casi total de la brecha a la baja y una apreciación del peso que en algún momento habrá que corregir.
¿Aceptaría Milei eso, básicamente una nueva megadevaluación que haría retroceder varios casilleros el proceso de desinflación y la reactivación de la economía? Sobre todo, ¿lo admitiría en un año electoral? ¿Será por eso que habla de un acuerdo con el Fondo o "con inversores privados", y se muestra tan urgido de que la baja del riesgo país habilite lo antes posible el retorno del crédito voluntario?
Por lo pronto, la línea oficial confirma la intención de pisar las cotizaciones para forzar aun más la desaceleración inflacionaria. ¿El billete verde está condenado a bajar o sigue tomando carrera para provocar un desmadre más temprano o más tarde?
En ese sentido, la caducidad del impuesto PAIS, derivada de una ley que Milei no intentó modificar y que se hizo efectiva ayer, redujo en un 18,7% la cotización del dólar tarjeta –que pasó a valer 1.355 pesos por mantener todavía la carga del 30% a cuenta de Ganancias–, lo que abaratará este verano el turismo emisor y las importaciones "hormiga" vía courier.
En tanto, el dólar oficial sigue sometido a una tablita, que –según han repetido Milei y Caputo– desaceleraría en el primer tramo del año próximo del actual 2% mensual a apenas un 1%, garantía adicional de atraso.
Los paralelos, por su parte, siguen mostrando tendencia a recuperar parte del amplio terreno perdido: el blue volvió a trepar fuerte y los negociados en bolsa, en menor medida. Y si estos se escapan, como ocurrió a mediados de mes, se queman dólares para pisarlos.
Así están las cosas por ahora… aunque las reservas netas del Banco Central sigan siendo negativas en unos 4.500 millones de dólares, el atraso cambiario sea una luz amarilla titilante y el enviado Claver-Carone se horrorice.