Un día, uno de los vértices del "triángulo del hierro" lo opera desde el anonimato de X, divirtiéndose con la filtración –intencionada y probablemente ilegal– de un listado de empresarios vinculados al kirchnerismo que recibían un presunto tratamiento especial –vaya a saberse de qué tipo– de la ex-AFIP. Al siguiente, otro de los miembros de esa mesa chica –se supone que el más importante– lo mima y lo invita a unir fuerzas para "arrasar al kirchnerismo". Y al tercero, recomienza el show del off the record que envenena otra vez el ambiente.
Ni Javier Milei ni Mauricio Macri tienen demasiada idea de qué les depara el futuro, pero algo es indudable: el PRO se desangra tanto si traza un camino propio hacia las elecciones legislativas de octubre como si se ata a La Libertad Avanza (LLA). Acorralado, el segundo muestra los dientes, agita el clamor por su candidatura y hasta manda al primo Jorge a postularlo por la Ciudad o la Provincia para "seguir a Cristina (Fernández de Kirchner) adonde haga falta".
Como se dijo, su problema es doble porque el mileísmo ya se ha devorado una gran parte de lo que supo ser electorado macrista y porque los modos de Milei et al parecen indigeribles para la parte de la tropa amarilla que parece haberse tomado en serio la causa de la república y la transparencia. ¿Quedarán también votantes de ese tipo, dispuestos a engrosar una vía del medio que se busca pero no termina de aparecer?
Los dos protagonistas principales de la saga saben todo eso y por ello el Presidente deja correr la estrategia de dilación y erosión de las estructuras del PRO de su jefe de Gabinete blue, Santiago Caputo –La Sombra–, con el respaldo militante de Karina Milei. El "triángulo de hierro le prepara al ingeniero un fatal abrazo de oso.
Mientras, Macri parece resignado a bailar al compás de la música que le pone la Casa Rosada. Si lo maltratan, chilla un poco y si lo invitan a comer milanesas o entraña, simplemente no se siente capaz de decir que no.
La verdad de la milanesa
Si el convite de Milei –posterior al ultimátum de "juntos en todos lados o separados"– se había producido a través de una entrevista con un comunicador ultraoficialista, la respuesta de Macri llegó vía X. Es curioso: ambos se tratan como si hubiesen extraviado sus respectivos números telefónicos.
Desde el ciberespacio, el expresidente le dijo al "querido Javier" –a quien no trató con protocolo, sino como a un igual– que "desde el PRO siempre vamos a estar del lado de los que trabajan para terminar con el populismo, la demagogia y la falta de transparencia". No se sabe por dónde empezar…
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Si de terminar con el populismo se trata, Macri debería estar pensando en cómo derrumbar al de ultraderecha y si la cuestión pasa por la transparencia, hay unas cuantas respuestas que él mismo debe desde hace décadas, lo mismo que un Cristian Ritondo llamativamente disputado por ambas partes.
"Es por eso que estamos dispuestos a conformar un equipo de trabajo conjuntamente con quien vos dispongas" para "representar juntos las banderas del cambio, la libertad y las instituciones", completó Macri.
En otro posteo, el exmandatario hasta le hizo saber vía satélite que Ritondo –sospechado de tener millonarias sociedades y propiedades no declaradas, por lo que sigue sin decir una sola palabra–, Ana Clara Romero, Silvia Lospennato, Hernán Lacunza y Soledad Martínez serían sus delegados. "Nada de apropiarte de mi jefe de bloque en la Cámara de Diputados, querido Javier", indica el subtitulado. Por algún motivo, se tratará alguien valioso.
Los socios del Club de la Milanesa se desconfían y sus contactos se han vuelto 100% virtuales, con la sociedad como testigo de quién incurrirá en la próxima traición.
Ambos –también el Presidente– parecen enganchados por los hilos invisibles del dilema del prisionero.
Acuerdos y enchastres entre Javier Milei y Mauricio Macri
Macri necesita una alianza con LLA para camuflar la decadencia electoral que le anticipan las encuestas que consume. Se trata del mismo juego al que él mismo sometió a la UCR entre 2015 y 2019 desde la altura de un poder que creía imperecedero. La historia es vengativa.
Sin la ultraderecha, no tiene garantías ni siquiera en el bastión porteño y, a fin de que se le reconozca allí la preeminencia, hasta amenaza con jugar con una candidatura a senador y menea el espectro de que la división le haga el caldo gordo al peronismo en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo respondería el mercado que hoy aplaude todo si Cristina Fernández de Kirchner venciera en ese territorio sensible y si esta o Axel Kicillof emergieran de los comicios como presidenciables con chances?
El problema que enfrenta Macri es que el costo de camuflar el raquitismo del PRO en una alianza con LLA es vaciarse de lo que pretendió encarnar alguna vez. Su narrativa ya hace agua por todos lados y lo más sensato que se le puede escuchar hoy es su crítica al manejo moroso de Juan Román Riquelme en el mercado de pases.
Así, le cuesta cada vez más imponer sus dictados en el PRO, que está involucionando aceleradamente de la condición de partido de masas a partido de cuadros.
La respuesta al "querido Javier" le cayó fatal a María Eugenia Talerico, exvicepresidenta macrista de la Unidad de Información Financiera (UIF), objeto reciente del bulliyng de La Sombra y cuadro prominente del PRO, quien definió la posible alianza como un "enchastre". Y no está precisamente sola.