HACIA LA DERECHA EXTREMA

El decálogo de Javier Milei, al filo del reglamento

El Presidente juega a fondo: ausencia de límites institucionales, mesianismo y maniqueísmo. La política entendida como guerra y la trinchera de los débiles.

La conjunción de una coyuntura financiera y política favorable, sumada a la inminencia de las elecciones de mitad de mandato, han decidido a Javier Milei a pisar a fondo el acelerador de una política que sólo concibe en términos de guerra, ausencia de límites institucionales, mesianismo y maniqueísmo. ¿Se exagera? No, al menos si se repara en sus dichos del fin de semana en Italia, que resultan transparentes al respecto.

Cada punto del impactante Decálogo de acción política que enunció explica cada uno de los hechos más recientes de la praxis del Gobierno de ultraderecha, desde la existencia del caso Kueider hasta su manejo, una concepción implícita sobre cierta corrupción, la crisis con Victoria Villarruel, el desprecio por Mauricio Macri y otros opoficialistas, la noción de que sus opositores reales son enemigos a aplastar, sus borradores para la posible toma de facto de la Corte Suprema y organismos clave del Estado, el combate a la prensa independiente, el desprecio hacia alrededor de la mitad de la ciudadanía –que sería "zurda"– y su disposición a estirar lo que habilita e inhibe la Constitución.

Una transparente declaración de intenciones

Si algo que hay que reconocerle al oxímoron que se resume en un hombre que es un jefe de Estado y que a la vez se declara "anarquista" es cierta transparencia en sus definiciones políticas.

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El más cristalino de ellos fue el que pronunció el sábado en Roma en ocasión de la convención de Atreju, la rama juvenil del partido posfascista Fratelli d’Italia que lidera Giorgia Meloni, subido sin ediciones a la página oficial de la Presidencia. En él, casi a lo Juan Perón, expuso su Decálogo –tratándose de Moisés, no sorprenden sus ecos bíblicos–, entendido, según sus propias palabras como "un método político" y una forma "de hablar y de ejercer el poder".

Los diez mandamientos de Milei

Según Milei, el primer mandamiento es que "es mejor decir una verdad incómoda que una mentira confortable". Ese rap ya es conocido, pero cabe destacar que supone que la verdad es lo que emana de su boca, y que de las de sus adversarios sólo puede, esperarse mentiras.

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Las tablas de la ley, de Rembrandt.

Las tablas de la ley, de Rembrandt.

"Segundo, nos importa un rábano la opinión de los políticos sobre casi todos los temas", gente por la que manifestó su "desprecio".

Ese aviso para tantos dadores voluntarios de "herramientas" a la revolución ultra se complementa con la tercera verdad mileísta: "Nunca hay que negociar las ideas para atraer un voto", entendidas aquellas como la defensa de "la vida, la libertad y la propiedad privada".

"Lo mismo ocurre al conformar alianzas políticas con otros espacios. Para nosotros, el concepto americano de partido catch-all no funciona; el agua y el aceite no se mezclan", aseveró.

Macri, los radicales violetas y ciertos colaboracionistas provinciales ya saben qué deben esperar de su expectativa de integrar listas con La Libertad Avanza (LLA) para las elecciones legislativas del año próximo. Ni siquiera migajas, acaso, sino apenas cooptación de los cuadros más afines y desangramiento para el resto.

El cuarto axioma, verdaderamente nodal y al que el mismo mandatario atribuyó "una importancia extremadamente significativa", es que "a diferencia de la economía, la política sí es un juego de suma cero".

En la política entendida como guerra –sin espacio para la cooperación o las soluciones win-win que Angela Merkel dijo jamás haber encontrado en Donald Trump"los espacios de poder que no ocupamos nosotros los ocupa la izquierda".

Macartismo obsesivo mediante, queda así establecida la fundamentación doctrinaria de la anunciada purga en la Cancillería, por ahora mayormente limitada –performativamente– a los efectos del miedos y la autocensura. También la posibilidad, sugerida pero no confirmada desde Roma por el propio Presidente, de imponer al polémico Ariel Lijo y al conservador Manuel García-Mansilla en la Corte Suprema por decreto y en comisión. Ese sí que sería un tiro audaz al fleje de la Constitución Nacional, acaso demorado por el temor de los mencionados a quedar en. Medio de un escándalo y con las manos vacías.

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Esa intención, que generó un incendio al inicio de la gestión de Macri, tiene dos bibliotecas jurídicas enfrentadas. En las últimas horas, tras los nuevos indicios de Milei en ese sentido, juristas como Miguel Nathan Licht defendieron el eventual decretazo como "un remedio de excepción", mientras que otros lo rechazaron, tanto en el país como, nada menos, en la propia ONU.

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Como sea, si las argumentaciones al respecto permiten cierta controversia, desPertar, como suele hacer, propone cortar el nudo de lo insondable observando la política.

Si los nominados no generan consenso –ya sea por el toma y daca de la política, por las sospechas que pesan sobre Lijo y las posturas ideológicamente extremas de García-Mansilla–, lo concreto es que el Gobierno no buscó consensos ni propuso alternativas para completar el alto tribunal, como se debe, con acuerdo del Senado. Al revés, al igual que para gestionar discrecionalmente sin Presupuesto, esperó con ansiedad el fin de las sesiones ordinarias del Congreso, primero excluyó el tema de una hasta entonces prevista convocatoria a extraordinarias y finalmente renunció a las extraordinarias. La imposibilidad, alegada por Milei, de cumplir con ese trámite necesario por la inactividad estacional del Legislativo se revela entonces como una excusa y como un plan de asalto a las instituciones.

"Debemos ser decididos, prácticos y no dudar acerca de ejercer el poder: hay que usar las armas del enemigo", continuó su cuarta verdad en términos que vale la pena tomar en cuenta. "Hay una versión más áspera de eso, pero dado que soy presidente en funciones, voy a tratar de, moderar las formas un poco. Ustedes entienden…", añadió.

No. No se entiende, Presidente. Y preocupa.

El cuarto del hombre bomba

¿El uso de "las armas del enemigo" involucrará algún mecanismo de captura de los votos que le faltan al Gobierno en el Congreso, un método que no involucre negociaciones políticas, sino otras que no pongan en cuestión "las ideas"?

¿Explica el cuarto axioma que seguimos tratando el caso de Edgardo Kueider y la indecorosa defensa que de él hizo el oficialismo hasta que le resultó imposible sostenerla, todo un principio de revelación?

¿Da cuenta también del affaire por la presencia de Victoria Villarruel en la sesión del Senado cuando, se suponía, debía estar a cargo del Poder Ejecutivo?

Más preguntas. ¿La jurídicamente irrelevante y políticamente sugestiva opinión de Milei de que ese hecho invalida la sesión en la que el mochilero fue destituido ilustra un nuevo acto de impericia del oficialismo, un hábil ardid o simple error? El mismo, ¿expone a Villarruel o, dado que esta estampó su firma recién horas después de que el Presidente saliera del país rumbo a Italia, en verdad muestra que fue este quien incumplió con sus obligaciones?

En el sainete, la Argentina estuvo, como resaltó Juan Rezzanoen Letra P, jurídicamente acéfala por siete horas.

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Victoria Villarruel firmando el traspaso de mando. (Imagen generada por inteligencia artificial).

Victoria Villarruel firmando el traspaso de mando. (Imagen generada por inteligencia artificial).

Otra vez, abundaron sobre este tema los argumentos jurídicos sobre la validez o invalidez de la sesión. Volvamos a nuestro método: el efecto práctico de lo ocurrido es le resulta funcional al Gobierno para mantener contenido al posible hombre bomba, sea cual sea el costo que eso lo ocasione.

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Del cinco al diez

Según el ultraderechista que gobierna la Argentina, el quinto mandamiento indica que "la única forma de combatir el mal organizado es con el bien organizado".

Al maniqueísmo de la consigna, añadió que "por eso, en nuestro gobierno somos implacables: el que viene con agendas propias y no acata la línea del partido es expulsado".

La referencia apuntó claramente a Villarruel y a tantos eyectados del universo paleolibertario en el último año.

"Roma no paga traidores", citó. ¿Será Kueider un traidor o será un leal?

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"Como dije en la CPAC, tenemos que ser como una falange de hoplitas o una legión romana, que siempre se impone sobre ejércitos más grandes precisamente porque nadie rompe la formación", siguió.

Ahora se entiende la iconografía fascista de la presentación de las Fuerzas del Cielo en San Miguel, la agrupación que responde a Daniel Parisini –alias "Gordo Dan"– y que tiene como referencia final a Santiago Caputo. En el mismo, se recuerda, el primero habló de "brazo armado", "guardia pretoriana" y "lealtad al líder", concepto este último retomado en un inquietante video posteado por el propio Milei Jong-un en ocasión del primer aniversario de la actual administración.

El sexto apotegma establece que "cuando el adversario es fuerte, la única forma de derrotarlo es con una fuerza mayor. La izquierda es el culto al poder por el poder mismo (y) si tiene que transformar el cielo en el infierno para mantenerse en el poder, lo va a hacer (…). Por eso, debemos ser implacables y responderles con una fuerza todavía mayor". En infierno va a estar encantador.

El séptimo indica que "la mejor defensa es siempre un buen ataque" y que "debemos ser (nosotros) quienes dictamos el ritmo de los acontecimientos, asegurándonos de que el juego se juegue según nuestras reglas. Y, si nos toca recibir un golpe, debemos responder con tres". Al menos hizo una rebaja del peronista "cinco por uno".

Esto, se supone, explica el persistente hostigamiento a periodistas y a todo lo que involucre crítica.

Octavo, "dar la batalla cultural desde el poder no solo es recomendable, sino que es una obligación. Tener una buena idea es solo el comienzo; para que sea efectiva, debe ser correctamente comunicada". Aquí se anotan, se supone, las acciones y acosos de la Oficina del Odio en las redes sociales.

Noveno, "la única forma de combatir al socialismo es desde la derecha. El extremo centro, su posición y sus herramientas son siempre y en todo lugar funcionales a la izquierda criminal. No hay consenso entre el bien y el mal". El Maniqueísmo Avanza y es muy autoritario.

Décima tesis, según Milei, "la última y más importante de todas: Nosotros defendemos una causa justa y noble, muchísimo más grande que cada uno de nosotros. Las personas somos meros instrumentos (y) tenemos que estar dispuestos a dar la vida por ella".

El refugio de los débiles

La tendencia del mileísmo a jugar al fleje de la institucionalidad puede ser entendida en términos de la evolución esperable del cualunquismo que representa La Libertad Avanza (LLA), una forma del populismo de derecha que se nutrió la base social que quedó huérfana tras la caída del fascismo mussoliniano en la Italia de posguerra. Como se ha dicho en este newsletter, una suerte de fascismo residual o posible. Hoy, un fascismo del siglo XXI.

La institucionalidad aparece resquebrajada, producto de décadas de desmanejos políticos, fracasos económicos, sufrimientos sociales, cinismos dirigenciales y consiguiente deterioro de la cultura cívica de la ciudadanía.

El rescate de una institucionalidad fuerte es, en este sentido, el mayor acto de rebeldía contra un estado de situación preocupante. Eso suele ser minimizado desde sectores de la izquierda y del peronismo, que no reparan en que los ciclos presuntamente reparadores que reivindican –y que cada vez lo son en menor medida, por decir poco– nunca terminan de institucionalizar el progreso social.

Ante los vaivenes políticos esperables en una democracia y derivas como la que se insinúa, la ley legítima y estable, y el recurso a una Justicia imparcial y eficaz –otra ausencia flagrante– deben ser entendidos de una vez como el último refugio de los débiles.

Javier Milei, en el Congreso
Mirtha Legrand.

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