El peronismo de La Pampa tendrá que remontar la empinada cuesta del fuego amigo si pretende revalidar su viejo potencial electoral en las elecciones legislativas de este año. Como siempre pero como nunca, sus días están marcados por la batalla entre el gobernador Sergio Ziliotto y el viejo cacique, líder de la mayoritaria Línea Plural, Carlos Verna.
Ese enfrentamiento entre amigos/enemigos íntimos no es novedoso, pero es desembozado como no ocurrió antes. La “guerra fría de la lapicera” dejó a cielo abierto la disputa de poder, que agitará las aguas no sólo en este año de elecciones para el Congreso, sino en el tiempo que falta recorrer hasta 2027.
Las internas del PJ pampeano son moneda corriente y suelen sellarse con pactos sobre la hora. Pero corren otros tiempos y la histórica hegemonía sufrió golpes visibles en las últimas elecciones. El peronismo perdió las legislativas del 2021 y Ziliotto obtuvo con lo justo la reelección en 2023 desdoblando los comicios provinciales de los nacionales. En la contienda para elegir Presidente, Javier Milei hizo pata ancha aunque no conoce la provincia ni pegó un solo afiche en la campaña.
Sergio Ziliotto no presta la lapicera
La nueva disputa surgió cuando Ziliotto anunció su retiro político luego del 10 de diciembre de 2027. Ese día concluye su segundo mandato y, sin reelección a mano, prefirió anticipar que se correrá de la actividad. Aunque fue una medida calculada, sorprendió a sus propios soldados y le dio aire al fantasma del pato rengo.
Por eso mismo, un par de días después le puso límites a su hipotética despedida. El control de daños incluyó una sentencia en tono bien vertical: "No le voy a prestar la lapicera a nadie, voy a tomar decisiones de gestión y partidarias hasta el último día. Si alguno piensa organizarme la despedida política por anticipado, está totalmente equivocado".
La frase no quedó en eso. Verna, que se caracteriza por su sigilo y sus apariciones inesperadas, apenas tiró un mensaje en las redes: se sacó una foto con una birome junto a su puntero comunicador preferido, Juan Ramón García, cara visible de la FM Alegría de General Pico, segunda ciudad de la provincia e histórico bastión ultravernista.
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Carlos Verna, exgobernador de La Pampa, se mostró con una lapicera: desafío directo al gobernador Ziliotto que horas antes hizo una metáfora política.
“Acá está la lapicera. Feliz año”, dice el mensaje que Verna no puso en su boca pero que igual tuvo potencia provocadora y desafiante. Como nunca. Los tiros por elevación que Verna le ha hecho a Ziliotto han sido más sutiles, aunque de a poco se han ido volviendo más directos.
Las pujas del PJ de La Pampa, desde el fondo de la historia
Esta vez Ziliotto no se quedó callado. "Yo tengo muy claro mi rol. Yo uso la lapicera en favor del pueblo y de quienes nos votaron. Quienes tenemos una reputación importante es porque usamos la lapicera como corresponde", dijo el gobernador, que conserva una altísima imagen positiva en las encuestas.
"Más allá de la metáfora lo tomo como una cuestión lógica de la política. Hay dirigentes y compañeros que tienen una visión crítica del gobierno provincial y los respeto. Yo estoy en la diaria y tengo la enorme responsabilidad de seguir gobernado”, completó.
Los dos líderes hace rato que no hablan personalmente. A la luz de la historia, referencias de uno y otro bando aguardan con expectativa que ocurra un nuevo pacto, como ya sucedió en otras ocasiones y también con otros protagonistas. Verna hizo retranca en 2021, el peronismo perdió esa legislativa y después pasó factura. En 2023 hubo una foto conjunta de último momento, en la que Ziliotto tuvo que ir hasta las oficinas de su amigo y mentor.
En el medio, hubo notables vaivenes. Cuando antes de ir por la reelección parecía que no habría fumata de la paz, apareció ese nuevo pacto y la ultravernista Alicia Mayoral se convirtió en vicegobernadora.
Situaciones idénticas caracterizaron otras etapas del PJ pampeano, que conserva su invicto en elecciones por la Gobernación desde el regreso de la democracia. Incluso Ziliotto es el único que, habiendo recibido el legado del poder, no armó su propia línea interna y nunca sacó los pies del plato del sector que lo llevó adonde está.
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"La lapicera no se la presto a nadie", dijo el gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto poco después de anunciar que cuando termine su mandato en 2027 se retira de la política.
Antes, Verna llegó a la Gobernación bendecido por su antecesor Rubén Marín y el sector Convergencia, pero desde el Estado armó la Plural; después, Oscar Mario Jorge arribó de la mano de Verna y se kirchnerizó para formar su espacio Compromiso Peronista.
Un horizonte con nubarrones para el peronismo
El pronóstico justicialista para la legislativa tiene nubarrones, aunque cualquier tormenta implica riesgos sólo relativos, porque desde lo institucional el peronismo pone en juego una banca que renovará con facilidad, a no ser que le ocurra una debacle electoral. Si ata su interna y logra ganar la elección, incluso tiene derecho a soñar con sumar un escaño más de los que pierden el PRO y la UCR.
Ziliotto la tiene clara: “la potencialidad electoral del peronismo está muy atada, casi en su totalidad, a la gestión. Si no hacemos buenas gestiones es muy posible que perdamos el gobierno. En eso estoy muy concentrado cien por cien”.
La dinámica de la puja con Verna viene de antaño, casi desde el mismo momento en que el viejo cacique digitó a su sucesor en 2019. El líder de la Plural esperaba ser un consultor permanente de la gestión, y eso no ocurrió. Ziliotto no tardó mucho en anunciar otro modo y estilo, menos personalista, y eso disgustó tanto a Verna como al otro gran líder del peronismo de La Pampa, el fallecido Marín.
Durante sus dos mandatos, Ziliotto repartió fichas entre distintas líneas y le otorgó al ultravernismo espacios de poder que fueron reduciéndose. Del medio gabinete Ejecutivo con el que arrancó la gestión decreció hasta la actualidad en que el ultravernismo tiene jugadores imprescindibles en la Legislatura, pero fue perdiendo incidencia en el día a día y en las decisiones más fuertes.
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Carlos Verna tiene sus jugadores más leales en la Legislatura de La Pampa: Noelia Sosa, Daniel Lovera, la vicegobernadora Alicia Mayora, Hernán Pérez Araujo, Silvia Larreta, Juan Barrionuevo y Ana Giussi.
Desde la Legislatura y desde las intendencias, el ultravernismo y sus aliados juegan a fondo. El Ejecutivo espera, por ejemplo, que la Cámara de Diputados provincial apruebe de una vez la Cuenta de Inversión. Los soldados del ultravernismo, comandados por Daniel Lovera, demoran, hacen silencio y miran para otro lado cuando algunas apuestas llevan el sello del ziliottismo. Eso incluyó la reciente sesión frustrada para la aprobación de la licitación en Medanito.
Verna apadrinó al movimiento de intendencias “no alineadas” que comandan el jefe comunal de Santa Rosa, Luciano di Nápoli y Fernanda Alonso, intendenta de Pico. Esa bendición dio por inaugurada la carrera por 2027, que se juega a cada centímetro, en cada gesto, en cada posteo y en cada lapicera.