En el intento de legitimar los eventuales nombramientos por decreto de dos jueces de la Corte Suprema, Javier Milei invoca decisiones que tomaron cinco de sus antecesores en la segunda mitad del siglo XIX y en los albores del XX.
Como precisó Pablo Lapuente, el Presidente viaja hasta 161 años hacia el pasado en busca de precedentes de la designación de magistrados del máximo tribunal a sola firma, pasando por encima del Senado, la institución que, como manda la Constitución, debe prestar acuerdo a disposiciones de semejante relevancia.
- En 1863, Bartolomé Mitre nombró en comisión, como presidente de la Corte, a Francisco de las Carreras;
- En 1878, Nicolás Avellaneda designó por el mismo procedimiento a Uladislao Frías;
- En 1889, lo mismo hizo Miguel Juárez Celman con Luis V. Varela;
- En 1890, el mismo presidente nombró en comisión a Abel Bazán;
- En 1910, Carlos Pellegrini designó en comisión a Benjamín Paz;
- El mismo año, José Figueroa Alcorta nombró por decreto a Dámaso Palacio.
¿En qué Argentina pasaban esas cosas?
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La Argentina de la segunda mitad del siglo XIX.
Los presidentes invocados por la Casa Rosada para amenazar con ignorar la Constitución si el nido de ratas se le para de manos gobernaron un país en formación, con instituciones recién nacidas que daban sus primeros pasos a los tumbos en una sociedad regida por códigos políticos y morales que nada tienen que ver con los que guían hoy la vida en comunidad.
Algunos apuntes que permiten notar los océanos que separan a la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX con la de la tercera década del XXI.
- En 1863, cuando Mitre designó por decreto a De las Carreras, la República Argentina tenía 12 años: había sido parida por la Constitución de 1853, pero no se llamó así hasta la reforma de 1860.
- De la Constituyente del ’53 habían participado representantes de trece provincias. La Patagonia y el Gran Chaco eran todavía dominios de los pueblos originarios, corridos a sangre y fuego recién 25 años después, entre 1878 y 1885, en la llamada Conquista del Desierto.
- En 1861, dos años antes de nombrar por decreto a De las Carreras, Mitre, por entonces gobernador de Buenos Aires, se había convertido en presidente de facto, empoderado por el triunfo unitario en la Batalla de Pavón. Eran tiempos de guerras civiles en estas tierras.
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Batalla de Pavón, Argentina, 1861.
- Avellaneda, el segundo presidente en designar por decreto a un juez de la Corte, había sucedido a Domingo Faustino Sarmiento en 1874 en una Buenos Aires estragada por la epidemia de fiebre amarilla que tres años antes había matado al 8% de una población porteña indefensa. Cuentan que aquella ciudad, carente de servicios sanitarios básicos como cloacas y, para la mayoría hacinada en conventillos y casillas precarias, agua potable, apestaba a olor a pis: los orines corrían como ríos por las calles, que además eran niveladas con clases sólidas de deshechos humanos.
- En 1889, cuando Juárez Celman designó a Luis V. Varela, era usual que hombres adultos se casaran con mujeres adolescentes y hasta apenas un año antes solo podían hacerlo en ceremonias religiosas: recién en 1888, una reforma del Código Civil de Dalmasio Vélez Sarsfield, que había sido sancionado 20 años antes, instituyó el matrimonio civil.
- En 1890, cuando repitió el procedimiento para nombrar a Abel Bazán, a Juárez Celman le quedaban siete meses de gobierno. A su sucesor, Carlos Pellegrini, como había ocurrido con él, lo elegirían en elecciones regidas por el sistema de voto calificado y cantado, un festival de fraudes que le garantizó una hegemonía de cuatro décadas al Partido Autonomista Nacional.
- En 1910, cuando Pellegrini designó a Benjamín Paz y Figueroa Alcorta a Dámaso Palacio, todavía faltaban dos años para la sanción de la Ley Sáenz Peña, que estableció el voto universal de mentirita: para poder sufragar, las mujeres deberían esperar 39 años más.
Usted, que lee estas líneas, piense:
¿Qué haría con un tipo de 40 años que un domingo a la tarde se presentara en su casa para pedirle la mano de su hija de 16?
¿Qué pensaría de una mujer que entrara a la panadería vestida con falda hasta los pies, corsé y miriñaque?
¿Cómo le fue a Lilia Lemoine, hoy diputada que orbita cerca del triángulo de hierro del Gobierno, cuando cantó su voto en las elecciones generales de 2023?
Embed - Polémica con Lilia Lemoine; aseguran que intentó votar sin meter su boleta en el sobre
¿Qué opinaría usted de un presidente que intentase prohibirles votar a las mujeres?
Sin ir tan lejos, ¿qué le parecería que propusiese derogar la ley de divorcio vincular o la de matrimonio igualitario?
La Argentina, según pasan las leyes
Suele ocurrir que las legislaciones sobrevivan a las sociedades. Leyes que expresan los cánones políticos, sociales y morales de la época en que son sancionadas trascienden esos tiempos y permanecen ahí, mientras las sociedades que las alumbraron evolucionan, vigentes pero muertas. Rigen, pero no por eso es razonable observar su cumplimiento.
En 2011, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó el Digesto Jurídico Argentino, el resultado de la depuración de un plexo de leyes nacionales que era un mamotreto invertebrado de más de 32 mil normas; una enredadera que escondía unos dinosaurios jurídicos que habían muerto hacía decenas de años.
En ese momento, en la Argentina que empezaba a transitar la segunda década del siglo XXI, estaba vigente el decreto que ordenaba los fusilamientos de junio de 1956, estaba prohibido el Partido Comunista y regía una ley de 1894 que penaba a los funcionarios que azotaban gente, por citar apenas tres casos.
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Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, designados por decreto por Mauricio Macri. Salió mal.
Para justificarse en la eventualidad de tener que apelar a la lapicera presidencial para designar en la Corte a Manuel García-Mansilla y a quien elija en lugar de Ariel Lijo –como informó Mauricio Cantando, el juez federal no aceptará ser nombrado por decreto-, el Gobierno se cuelga también del saco de su enemigo íntimo.
Días después de asumir la presidencia, el líder del PRO decretó la incorporación al máximo tribunal de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, pero ardió Troya y los elegidos debieron esperar, para ocupar sus despachos, que el Senado les diera el OK para ajustar el procedimiento a lo que manda la Constitución.
Ya en diciembre de 2015, la práctica de los Mitre, los Avellaneda, los Juárez Celman, los Pellergini y los Figueroa Alcorta era un dinosaurio muerto al que Milei intenta hacerle RCP en el fragor de la batalla que libra con el Congreso, una piedra –piedrita- en el zapato de su revolución liberal.