Con el consentimiento para que el Gobierno tome nueva deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a través de un DNU vacío (un cheque en blanco), el Congreso renunció este miércoles a su función de contralor del Poder Ejecutivo que le asigna el sistema republicano.
Además, produjo una concentración escandalosa de poder en el Presidente, con el agravante de que el depositario de tamaña carta blanca es Javier Milei, un mandatario que ha dado sobradas muestras de temeridad, megalomanía y vocación antidemocrática.
¿Quiénes protagonizaron esta capitulación? ¿Quiénes aportaron los 129 votos en la Cámara de Diputados? Los siguientes hombres y las siguientes mujeres -no son entes abstractos, sino personas de carne y hueso quienes, con sus acciones y sus omisiones, mantienen con vida a la democracia o, como en este caso, pueden pegarle un tiro en el corazón- de La Libertad Avanza, el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y partidos provinciales.
El Congreso, ¡afuera!
¿Cómo lo hicieron? Incumpliendo sus deberes de integrantes del Poder Legislativo, contrapeso indispensable, a partir de la representación plural de la voluntad popular, del vasto poder que el sistema presidencialista confiere a una sola persona.
Con su voto positivo en favor del decreto de necesidad y urgencia 179/2025, habilitaron un acuerdo secreto, opaco de toda opacidad, y le transfirieron alegremente al Presidente la facultad de tomar decisiones que comprometerán a varias generaciones mucho más allá de los ocho años que podría, en el mejor de los casos para el libertario, durar su estancia en la Casa Rosada.
De hecho, lo único que se sabe del entendimiento aprobado por decreto es que será un Programa de Facilidades Extendidas a diez años con un plazo de gracia de cuatro para empezar a devolver capital, es decir que el país deberá afrontar compromisos hasta 2035, cuatro años después de que Milei, si fuera reelecto en 2027, dejaría el poder, aunque la historia permite pronosticar que el acuerdo será renegociado en algún momento y la condena, estirada hasta quién sabe cuándo.
Para decisiones de esta relevancia, cuyos efectos exceden largamente los mandatos presidenciales -el empoderamiento de una persona en particular para administrar el Estado-, el sistema republicano discrimina las facultades y las atribuciones de los tres poderes que lo conforman. No es un capricho romántico ni boluprogresista.
DNU mata ley del Congreso
Más: estos hombres y estas mujeres avalaron el DNU de Javier Milei pasando por encima del cadáver jurídico en que convirtieron a una ley (la 27.612, sancionada en 2021) que establece taxativamente que todo acuerdo con el Fondo que suponga toma de deuda debe ser aprobado a través de una norma sancionada por el Congreso.
Más claro, imposible.
Todo el power para Javier Milei
¿En favor de quién lo hicieron?
De un presidente que asumió el poder con un gesto inequívoco: de espaldas al Congreso, institución a la que llamaría "nido de ratas".
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El acto de asunción de Javier Milei, de espaldas al Congreso, el "nido de ratas".
Un presidente que inmediatamente debutó en el abuso de la lapicera con un mega-DNU (el 70/23) que derogaba o modificaba más de 300 leyes, incluidos códigos de fondo, y constituyó la piedra fundacional de un gobierno tallado a sola firma.
Un presidente que produjo una saga de decretos de necesidad y urgencia que incluyó nada menos que la designación de dos jueces de la Corte sin acuerdo del Senado y ratificó la vocación de gobernar de espaldas al Poder Legislativo.
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Manuel García-Mansilla y Ariel Lijo, los jueces designados por decreto por Javier Milei.
Un presidente que prometió aplicar sobre la casta el "ajuste más grande de la historia", pero hincó los dientes de la motosierra sobre los ingresos populares y que disparó la pobreza 11 puntos en un solo semestre.
Un presidente que construyó la narrativa de su revolución libertaria en el contraste con la política "chorra y corrupta", pero ahora está sospechado de ser partícipe necesario de una estafa multimillonaria en connivencia con un grupo de lúmpenes de los negocios digitales con quienes tiene tantas selfies como para llenar una muestra en el salón de los próceres de la Casa Rosada.
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Javier Milei con Julián Peh, cocreador de la criptomoneda $LIBRA.
Un presidente que nutre ese relato con la condena a los "periodistas ensobrados", a quienes asegura no necesitar, pero manipula reportajes con entrevistadores amigos que le conceden el deseo de que le hagan unas preguntas y otras no.
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Un presidente que no entiende las responsabilidades que suponen el cargo que desempeña y es capaz de reivindicar su derecho a disociarse para ser presidente en algunas circunstancias y ciudadano raso en otras.
Un presidente que confía la gestión de un nuevo endeudamiento a un ministro (Toto Caputo) que se patinó el mayor préstamo que haya otorgado jamás el Fondo Monetario para pagar los platos rotos de la bicicleta financiera a la que ahora, en su versión 2025, se le empieza a aflojar la cadena; un ministro al que había acusado de "fumarse 15 mil millones de dólares irresponsablemente", de hacer "un desastre en el Banco Central" y de "dejarnos este despiole de las leliq"; un ministro que, con esos antecedentes, ahora promete que nada malo le va a pasar a la población, sea cual fuere el contenido del acuerdo que cocina en secreto con el FMI.
Embed - Javier Milei responsabiliza a Luis Caputo por el "desastre monetario" del Banco Central
Un presidente que se autopercibe "máximo exponente de la libertad a nivel mundial", pero ejerce, alienta y legitima el uso de la violencia discursiva e institucional sobre toda forma de disidencia.
En definitiva, un presidente mesiánico, megalómano, autoritario, impiadoso y sospechado de corrupto o de tan ingenuo como para no detectar la podredumbre que lo rodea.
Un presidente al que la sociedad, según advierten las encuestas y el clima enrarecido que se percibe en la calle, empieza a mirar de reojo, pero cuyos representantes -al menos, un sector determinante- siguen tratando como a un estadista prudente y responsable, digno de recibir un cheque en blanco.