El sector del gobernador se impuso en el plenario de delegados. Nacho Rímini es el nuevo presidente del Comité. El espacio de Bartolacci y Schmuck se ausentó.
Maximiliano Pullaro y el concejal de Funes Juan Ignacio Rimini, nuevo presidente de la UCR del Gran Rosario.
Maximiliano Pullaro dio un paso fundamental en su misión por apuntalar a su tropa rosarina. Tras semanas de rosca intensa, finalmente se concretó la renovación de autoridades en el Comité Departamental de la Unión Cívica Radical en Rosario y Evolución, el sector que lidera el gobernador, se quedó con la presidencia.
Juan Ignacio Rímini, concejal de Funes, fue a quien apostó el pullarismo y terminó convirtiéndose en el nuevo presidente del comité departamental. Con las vicepresidencias se quedaron Marcelo Lo Giudice -del Movimiento de Afirmación Radical que responde al exdiputado Julián Galdeano-, Amaru Martin -por Casa Oñativia, una de las líneas internas de Evolución- y una tercera no se definió pero corresponde a Radicales Libres. El MAR también se quedó con la Secretaría General, mientras que la Karakachoff -otra de las líneas internas de Evolución- ocupó la Tesorería.
Así las cosas, la tribu radical que responde a Pullaro por primera vez logra constituirse como conducción partidaria en Rosario. El control del Comité Departamental venía siendo ostentado por Radicales Libres, la agrupación que responde a la presidenta del Concejo María Eugenia Schmuck y al rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci. Aliados al alcalde Pablo Javkin, la persona que los representaba en el Comité era Alejandro “Súper” Villalba, ahora presidente saliente.
La sucesión, sin embargo, no fue del todo armoniosa. Radicales Libres se ausentó del plenario de delegados tras una ardua negociación que se dio durante la tarde del jueves, en las horas previas a la elección, en la que no obtuvo lo que quería. El sector de Schmuck y Bartolacci impulsaba a la concejala rosarina Nadia Amalevi como candidata. Hasta se llegó a manejar la posibilidad de que se acordara una rotación en la presidencia entre Evolución y Radicales Libres durante el mandato de dos años. El pullarismo, confiado en sus números, echó por tierra esa opción.
Sin llegar a un acuerdo, Radicales Libres presionó avisando que no asistirían al plenario. Evolución no se amilanó y, con la ayuda del MAR reunió el quórum con holgura para habilitar el encuentro. En el pullarismo se ufanaban de haber logrado la presencia de más de 200 delegados sobre los 330, cuando solo necesitaban 166 para lograr el quórum. Sin embargo, como prenda de paz, la vicepresidencia y otros tres lugares se dejaron libres para que luego sean ocupados por representantes del espacio del rector de la UNR y la presidenta del Concejo.
La disputa entre Evolución y Radicales Libres no fue la única en torno a la renovación de autoridades. Para ser ungido como candidato del pullarismo, Rímini tuvo que superar la resistencia de Anahí Schibelbein, quien quería ese lugar para sí. La edila rosarina contaba con el apoyo de Nolasco Salazar, otro cacique de Evolución, director del Instituto Autárquico Provincial de Obra Social (IAPOS).
Si bien la primera plana del gobierno de la provincia no quiso intervenir directamente en el proceso para evitar la lectura de que se usaron fierros del Estado en una disputa partidaria, la apuesta del pullarismo por Rímini fue clara. Su nombre surgió propuesto por los distritos y su principal operador fue Damián Pullaro, hermano del gobernador. También trabajaron en su candidatura Mariano Rodríguez Grancelli, director de Regulación Dominial, y Celeste Ruíz Díaz, directora de Economía Social.
La disputa entre Rímini y Schibelbein se estiró durante varias semanas pero se resolvió de manera pragmática. El último martes por la noche, operadores de ambos lados se juntaron a contar cuántos delegados le respondían a cada uno. Ante la duda, eran llamados ahí mismo para corroborar a quién apoyaban. Así, se terminó imponiendo el funense. Schibelbein, luego, participó del plenario de delegados.
La disputa por la conducción del comité del departamento más populoso de la provincia era cara a los intereses del pullarismo, enfrascado en un proceso de fortalecimiento de sus activos en la ciudad más habitada de Santa Fe. En las elecciones del año pasado, Rosario fue el principal bastión que apuntaló la victoria del gobernador -sacó 62 puntos, más que la media provincial-, pero para las candidaturas locales tuvo que estrechar alianzas con dos figuras ajenas a la estructura radical, producto de la falta de un candidato competitivo entre sus filas.
De esa manera, Pullaro apostó por el periodista Miguel Tessandori para enfrentar en las PASO a Pablo Javkin en la disputa por la candidatura a intendente de Rosario. En la pelea por el Concejo hizo algo similar y apoyó a Federico Lifschitz, hijo del exgobernador y, lógicamente, con raíces en el Partido Socialista. La apuesta le salió bien y, más allá de que ninguno logró imponerse en su interna, hoy Tessandori es secretario general del Municipio y Lifschitz obtuvo una banca en el Palacio Vasallo, desde donde vende pullarismo duro apuntalado por el gobernador.