Coroneles de una alianza desintegrada y sin jefatura, los gobernadores de la UCR y el PRO protagonizaron este año un ejercicio de dialoguismo asimétrico con la Casa Rosada, que les pidió mucho, les dio menos y sólo quiere birlarles sus electorados.
Coroneles de una alianza que ya fue, fueron dialoguistas por necesidad, urgencia y también por coincidencias. El cepo de las urnas y la patente del cambio.
Coroneles de una alianza desintegrada y sin jefatura, los gobernadores de la UCR y el PRO protagonizaron este año un ejercicio de dialoguismo asimétrico con la Casa Rosada, que les pidió mucho, les dio menos y sólo quiere birlarles sus electorados.
“Vamos a hacer una oposición responsable”, avisaron los diez mandatarios antes de su primer encuentro, en noviembre de 2023, horas después del ballotage que consagró presidente a Javier Milei. A la salida de aquel cónclave en la Casa de Mendoza, lanzaron una frase que era, a la vez, realidad y desafío: “Ahora Juntos por el Cambio somos nosotros”.
El Pacto de Acassuso con el que Mauricio Macri y Patricia Bullrich ataron su suerte a Milei, cada uno a su modo, preludió la carrada de votos que la coalición le transfundió a La Libertad Avanza y, al mismo tiempo, dejó a la intemperie a los gobernadores radicales y amarillos. Ahora el cambio estaba en otro lado. A remar.
Parece una eternidad, pero hace poco más de un año y medio el barco de Juntos por el Cambio se zarandeaba porque Bullrich amenazaba con romper para trabar un acuerdo con Milei y Horacio Rodríguez Larreta empujaba para sumar a Juan Schiaretti a la alianza. Lo que no ocurrió por las buenas terminó pasando por las malas.
La comunidad de ideas entre JxC y LLA era matizada durante la campaña por macristas y radicales que agitaban el cuco del “salto al vacío” que podía significar un gobierno libertario, pero no asomaban grietas sobre el programa de fondo. Aquellas coincidencias derivaron en el verdadero cepo que hoy arrastran los gobernadores del PRO y la UCR: sus votantes en las provincias son los mismos que eligen al León.
Los radicales Alfredo Cornejo (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes), Carlos Sadir (Jujuy), Leandro Zdero (Chaco) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe); sus pares del PRO Jorge Macri (CABA), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut); y Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan), que llegaron amarillos, pero reforzaron con el tiempo su rol de aliados con perfil provincial, surfearon un año de tironeos permanentes.
En el ida y vuelta, el apoyo parlamentario que brindaron casi sin fisuras a la Casa Rosada no recogió frutos en igual medida. Seis de las diez provincias que recibieron más transferencias nacionales de capital pertenecen a este grupo, pero apenas la Ciudad de Buenos Aires (82,79%) y San Luis (66,33%) pudieron ejecutar más de la mitad del crédito que tenían asignado. Las otras oscilaron entre el 49% (Corrientes) y el 20% (Santa Fe). Mendoza, Chaco y San Juan, por ejemplo, ni siquiera alcanzaron el 10%.
En ese marco, Pullaro, Valdés y Frigerio llevaron a la Corte Suprema sus reclamos por los fondos adeudados por la ANSES a las cajas de jubilaciones de sus distritos. Aunque coincide públicamente con Milei en la importancia del equilibrio fiscal y de bajar el gasto, Frigerio también llevó al máximo tribunal el reclamo por los pagos de regalías y excedentes de Salto Grande. Cerca del gobernador amarillo, que se cargó la mochila de bregar por un Presupuesto 2025 votado en el Congreso, sostienen que contra todo van a seguir trabajando por las vías judicial y administrativa, que incluyen el diálogo político.
Pullaro hizo lobby en favor de los intereses de la producción santafesina cuando el Presidente trataba de avanzar con la Ley Bases y el pacto fiscal. El santafesino también pataleó por los recortes que afectaron los subsidios al transporte, la obra pública y el financiamiento a la educación. En cada reunión que mantuvo con funcionarios nacionales exigió solucionar esos temas. Casi siempre se volvió con las manos vacías, confiesan en la Casa Gris. Incluso, cuando reclamó el control de algunas rutas, de las que quería hacerse cargo para su reparación.
Sobre la seguridad trabajaron codo a codo desde el primer momento. A sabiendas de que imponer algo de orden en Rosario era imperioso y podía generar un cambio de humor en la ciudadanía, Santa Fe y la Casa Rosada trazaron una estrategia común. No los unió el amor, sino el espanto. Hasta el momento, el descenso en los registros de criminalidad deja un rédito favorable para ambas partes.
En San Luis, Poggi sigue de cerca el cumplimiento del acuerdo que reactivó algunas de las obras que el Gobierno había paralizado en la provincia. Algunas avanzaron y otras no. Cerca del puntano dan por hecho que Milei no quiere invertir en obra pública y prioriza el cuidado del gasto. “Tenemos que arreglarnos con lo nuestro”, asumen y actúan en consecuencia, sin esperar nada.
Pullaro fue uno de los mandatarios que sufrió el azote libertario en las redes sociales. El Presidente le dijo que se “abrazaba a un salvavidas de plomo” al firmar convenios con el peronista Axel Kicillof y se permitió darle like a publicaciones que vinculaban al santafesino con el narcotráfico. El radical intentó ser pragmático. Calló ante los ataques, siguió negociando y se ufanó de hacer un ajuste mayor que el del Gobierno.
Nacho Torres no la pasó mejor. Fue el primer gobernador en abrir un frente de batalla contra Milei. Amenazó con cerrar la canilla hidrocarburífera a todo el país tras la amenaza presidencial de "fundir" a las provincias. Milei lo destrató: “Es un pobre chico que no puede leer ni un contrato”. Después la espuma bajó y el balance final del chubutense terminó siendo positivo. El diálogo bilateral tomó otro tono. Hoy en su entorno aseguran que hay contacto directo con Santiago Caputo, Guillermo Francos, Patricia Bullrich y Toto Caputo.
El chubutense comparte los objetivos macro del Gobierno, pero considera que la mirada de la Casa Rosada sigue siendo muy centralista. Por eso, junto con Pullaro presentaron el Plan Canje de deudas que luego oficializó la administración nacional. Torres confía en que ese tipo de iniciativas mejore la relación con los gobernadores en 2025, otro año sin Presupuesto que requerirá sentarse a conversar mano a mano o en bloque.
Valdés recorrió un camino inverso. Fue el primer gobernador que recibió a Milei en su provincia. No fue un acto oficial, pero el mandatario radical se abrazó con el Presidente en el aeropuerto y lo declaró ciudadano ilustre. Pintado de violeta, se alineó con casi todas las votaciones en el Congreso y terminó siendo el radical mejor tratado en el reparto de fondos para obra pública.
Sin embargo, cuando la crisis institucional por el caso Loan lo puso en el centro de la escena nacional, Milei se corrió y delegó el asunto en Bullrich. Al correntino le implosionó el frente interno rumbo a las elecciones provinciales donde no tiene chance de competir por otro mandato. En ese marco, La Libertad Avanza aprovechó para meterse de lleno en la pelea por su sucesión.
Las elecciones del año próximo serán el escenario donde mueren las palabras. Valdés espera que la ambición libertaria de consagrar en su provincia al primer gobernador propio no tense la relación con la Casa Rosada y le corte el flujo de fondos en el año electoral. El pullarismo se prepara para la confrontación. Semanas atrás, la diputada Romina Diez, referente directa de Karina Milei en la provincia, apartó de actos oficiales al gobernador y comenzó a atacarlo con dureza.
En Santa Fe la batalla será doble: LLA pretende engrosar sus filas en la cámara baja y plantar pelea en la elección de constituyentes para la Convención que reformará la Constitución provincial. Diez ya mostró los dientes. Dijo que no quiere un “Insfrán en Santa Fe”. La alianza con la fuerza libertaria que Pullaro y referentes de Unidos se plantearon en algún momento parece más lejana que nunca.
En Entre Ríos, Frigerio tuvo un mano a mano con Karina Milei para motorizar una coalición que le impida al peronismo alzarse con dos bancas en el Senado. En Mendoza, Alfredo Cornejo, otro radical con peluca, tiene en las filas del Gobierno a sus dos principales rivales en el pago chico: el ministro Luis Petri y Omar de Marchi, hoy en Aerolíneas Argentinas.
En Chubut, donde la tribu libertaria no hace pie, Torres cabalgará con su frente multicolor Despierta Chubut apalancado en la polarización con la gestión de su antecesor, Mariano Arcioni, que no tiene quien la defienda. Poggi también teje un armado que responde a lógicas provinciales y se curó en salud: logró sancionar una reforma electoral que eliminó las PASO y la Ley de Lemas, adoptó la Boleta Única y se concentra en una reforma constitucional que le dé una vuelta de campana a San Luis. En eso, ideologías aparte, se parece bastante al Presidente.
Esos movimientos para fortalecerse fronteras adentro aparecen como una salida de emergencia para los gobernadores de una coalición que ya no es y que los obligó a asomar la cabeza en la cancha nacional antes de tiempo. Siete de ellos tienen reelección en 2027. Ocho, si Pullaro es habilitado por la Convención santafesina dentro de unos meses. Mientras la economía y las encuestas respalden a Milei, cuidar los votos en su terruño será la tarea más ardua para los mandatarios aliados a un presidente que se quedó con la patente del cambio y va por ellos, pero al que no pueden soltarle la mano.
* Con la colaboración de César Pucheta, Pablo Fornero y Exequiel Flesler.