Con los hechos de inseguridad en Buenos Aires saturando la televisión y luego de la conferencia de prensa que dio Axel Kicillof el jueves, en la que responsabilizó de los crímenes al gobierno nacional, Javier Milei, que no consigue dejar atrás el escándalo de la criptoestafa, contragolpeó este viernes bien temprano, desde la Quinta de Olivos, a través de Twitter: pidió la renuncia al gobernador y agitó la intervención de la provincia. Lo hizo en soledad, sin consultar a sus asesores.
"Fue idea de Javier", dicen en la Casa Rosada, donde añaden que no estaban al tanto de los pormenores de una amenaza de intervención, para lo cual incluso admiten que no tienen los números legislativos para hacerla realidad ni arriesgan nombres de posibles interventores.
Por eso, al cierre de esta nota, en la cúpula de La Libertad Avanza descartaron impulsar un pedido formal de intervención en el Congreso, lo que refuerza la sensación de que la idea fue más bien un reflejo del perfil iracundo y arrebatado de Milei, aunque se enmarca en el Operativo Otro Tema, ya que es el tercer cambio de frente en la agenda mediática que el Presidente realiza esta semana con éxito, si bien el Libragate sigue derramando información negativa.
La estrategia puede volvérsele en contra: en la redes sociales se instaló este viernes entre las tendencias que el pedido de renuncia a Kicillof fue, en parte, una jugada de Milei que revela desesperación por evitar que se hable de la criptoestafa.
Una jugada gestada por Javier Milei en soledad
La publicación del jefe de Estado tomó por sorpresa a buena parte de su gabinete, que fue reaccionando y alineándose a la bajada de línea presidencial con el correr de las horas. Según pudo saber Letra P, el vocero Manuel Adorni y el asesor Santiago Caputo no estaban al tanto de que Milei lanzaría la iniciativa, pese a ambos son los principales hombres detrás de las estrategias de comunicación y narrativa libertaria, respectivamente. Tampoco trabajaron en el caso en el Ministerio de Justicia, que conduce en las sombras Sebastián Amerio.
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Como en la administración libertaria no sólo descartan un pedido de intervención formal de la provincia, sino que dan a entender que la propuesta requeriría que el propio Kicillof esté dispuesto a dejar la gobernación y que el peronismo legislativo preste sus votos para "intervenir" la jurisdicción y "solucionar" la problemática de la inseguridad.
"Si Kicillof acepta, iremos al Congreso con la renuncia del gobernador en mano. Depende de él. Está claro que sin eso no van a estar los votos", sostienen la quimera en Balcarce 50.
Con apenas tres párrafos en su cuenta oficial, el Presidente logró ganar nuevamente las principales portadas de noticias, lo que lo ayudó a despejar, nuevamente, el escándalo de los criptoactivos que lo tiene como protagonista desde hace dos semanas. Lo llamativo es con una diferencia de minutos, el reconocido diario New York Times publicó un artículo titulado: "¿Qué tanto sabía Javier Milei de las critoestafas que promovió". La nota revela que empresarios del mundo digital habrían pagado dinero para reunirse con el mandatario.
El pedido de intervención también fue leído como una bala más para dispersar el escándalo cripto en una sola semana. La primera la disparó contra el Grupo Clarín, al que el Gobierno acusó el lunes de promover un monopolio tras tras la compra de Telefónica de Argentina por parte de Telecom. La segunda salió 48 horas después, cuando después de amagar durante meses y supuestamente haberlo descartado la semana pasada, Milei firmó el decreto para nombrar a Ariel Lijo y a Manuel García-Mansilla como jueces de la Corte, lo cual fue repudiado por el resto del arco político.
El daño colateral al pedido del Presidente
El proyecto presidencial logró algo impensado, y probablemente fuera de los cálculos de Milei: abroquelar detrás de Kicillof, en tan sólo unas horas, a todo el peronismo bonaerense y buena parte del federal, poniendo en una momentánea pausa la interna a cielo abierto que libraban los sectores del gobernador y Cristina Fernández de Kirchner.
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La defensa a Kicillof hasta sacó de un autoimpuesto silencio a Sergio Massa. La expresidenta tuvo un gesto de distensión: compartió un posto del PJ que respaldaba al gobernador.
La unidad hecha a la fuerza, y en el medio de una emergencia en apariencia institucional, tira por la borda largos meses de trabajo político del oficialismo, que buscó una y otra vez fracturar al PJ con el objetivo de sacar algún tipo de provecho electoral en los próximos comicios. De hecho, Milei aprovechó esta fragmentación durante todo su primer año de mandato, para conseguir la ley Bases y blindar sus vetos.