La agenda amarga de Javier Milei
Con todo, la agenda internacional cargada que comenzó este jueves en Florida es el primer punto de una serie, un bombón de chocolate antes de unos cuantos tragos de fernet puro que terminarán el martes.
Macron intentará convertir a Milei en el "villano ambiental" que ya había hecho de Jair Bolsonaro, excusas perfectas para melonear la aplicación sine die del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea del que no quiere saber nada.
Francia es la mayor de las potencias agrícolas proteccionistas de la UE y no tiene ningún interés en que la situación social se le revuelva todavía más por el ingreso de productos de mayor calidad y menor precio del bloque sudamericano. Las máximas del ultraderechista argentino no rigen en todos lados.
Los reproches de Macron, que probablemente sean minimizados por los voceros oficiosos del Gobierno, serán la antesala de una solitaria participación en la cumbre que el Grupo de los 20 (G-20) realizará entre el lunes y martes en Río de Janeiro.
En la misma, el Presidente tendrá que lidiar con las consecuencias de haber sido el único miembro en desairar a la organización brasileña votando en contra de una resolución en favor de la igualdad de género. Asombroso: ni siquiera la teocracia saudita acompañó el celo nacional por la "batalla cultural" contra el progreso humano.
Curso acelerado para entender a Donald Trump
Como se dijo, el jefe de Estado tiene también en el plano internacional el viento a favor, aunque este comenzará a soplar desde Washington recién el año próximo. Tal vez entonces le toque a Milei realizar un curso acelerado para interpretar a Trump, un fenómeno que –cabe sospechar– le resulta un tanto esquivo intelectualmente.
Por caso, cómo conciliará el alineamiento que promete –hecho de negacionismo climático, posturas de género rupestres, valores conservadores y política irreductiblemente proisraelí– con otros intereses nacionales, por ejemplo el de la relación con China.
El argentino viene de descubrir en el gigante asiático "un aliado interesante" que, se supone, "no pide nada a cambio de la cooperación, solamente que no se lo moleste". Trump, puede descontarse, no es de la misma idea y tiene en Pekín la obsesión por evitar que la potencia emergente socave las bases de un poder que por ahora no tiene paralelo en la historia.
De cualquier manera, el republicano está tranquilo y sabe que en el presidente argentino encontrará un baluarte contra la expansión de los intereses de China en la región. Llegado el caso, sólo se tratará de apretar un poquito las clavijas.
El hombre no quiere saber nada con proyectos como el que Xi Jinping inaugurará este viernes en Chancay, Perú, un puerto gigantesco realizado con una inversión de 3.500 millones de dólares para expandir el comercio a través del océano Pacífico e incrementar la influencia regional de su país. La inauguración acompañará la firma con Dina Boluarte de una ampliación del libre comercio en vigor, que en la actualidad da cuenta de un intercambio bilateral de 36.000 millones de dólares, muy superior a los 21.000 millones que Perú mantiene con Estados Unidos.
Mientras eso ocurra y sin que a nadie en Washington se le ocurra que la mejor forma de neutralizar a China es con una presencia inversora y comercial más activa y positiva en la región, el estadounidense seguirá regalándose abrazos y adulaciones con el argentino.
Un permanente punto rojo
Tras algún traspié sugestivo reciente, la nueva diplomacia argentina de Gerardo Werthein pudo por fin inaugurar un alineamiento claro con Estados Unidos e Israel. Lo hizo al votar contra una resolución sobre el derecho palestino a la autodeterminación en un comité de la ONU, acompañada por esos dos países, Paraguay, Micronesia y Nauru. Al actuar de ese modo ignoró que el país reconoce a Palestina –que tiene incluso embajada en Buenos Aires–, la tradición reciente y hasta principios como el de autodeterminación de los pueblos e integridad territorial de los Estados, este último crucial para el sostenimiento de la causa Malvinas. Argentina ya cosechará las tempestades de los vientos que siembra hoy.
El gusto por la soledad, sin embargo, puede ser aún mayor.
La "doctrina Hakuna Matata" –"cuando sientas que el mundo te da la espalda, lo que debes hacer es darle la espalda al mundo"– se impone rotundamente. Así como se lo dijo la entrañable suricata al jabalí de El Rey León, también se lo dicen entre sí Milei, Werthein y el cada vez más decisivo secretario de Culto y Civilización (sic) Nahuel Sotelo.
La aplicación de dicha doctrina se reiteró este jueves con otra votación en la que la Argentina expresó el único rechazo a una resolución contra la violencia digital sobre mujeres y niñas. Un total de 170 países la respaldaron –lógicamente–, mientras que un puñado "democracias del mundo libre" se abstuvo. Entre estas se destacan Irán, Rusia, Burundi, Camerún, Libia, Mali, Nigeria, Níger, Nicaragua y Bielorrusia. Curioso: un texto muy similar está recogido en la la ley nacional 26.485.
Argentina, única opositora, parece destinada a convertirse en un extravagante punto rojo en casi todo tablero.
La línea dura de la política exterior, que incluye una anunciada purga ideológica del personal diplomático, había tenido un precedente en la víspera con el retiro de las delegaciones Argentinas en la Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático (COP29) que se realiza en Bakú, Azerbaiyán. Tres técnicos de la Secretaría de Ambiente, Turismo y Deporte del multipropósito Daniel Scioli fueron retirados para asombro de delegaciones de las 139 naciones restantes y de la prensa internacional. ¿No habría que cambiarle lo de "Ambiente" al nombre de ese ente?
Con ellos también se fueron por orden de Werthein cuatro diplomáticos encabezados por la embajadora en Bakú, Mariángeles Bellusci.
Antes de eso, la Argentina mileísta también había brillado en su "batalla cultural" al rechazar, siempre en soledad, una declaración sobre derechos de los pueblos indígenas, curiosamente coincidente con el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional. Antes de eso, el país se había destacado entre los miembros del Grupo de los 20 (G-20) al repudiar una Declaración sobre Igualdad de Género y Empoderamiento Femenino, algo que irritó profundamente al organizador, Luiz Inácio Lula da Silva, y que no se animaron a hacer ni siquiera países como Arabia Saudita, Indonesia, Turquía y Rusia.
Esto se evidenciará en la soledad del Presidente en la reunión de Río de Janeiro de este lunes y martes.
Estamos volviendo al mundo.