Al cumplirse tres años de la invasión lanzada por Vladímir Putin, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución en la que reitera su apoyo al país agredido y demanda respeto a su integridad territorial. Patrocinada por la Unión Europea (UE) y por Ucrania, recibió 93 votos a favor, 18 en contra y 65 abstenciones. Lo peculiar es que, entre los votos en contra de la agresión de Moscú se contó el de Estados Unidos y que entre las abstenciones se anotó la de un país extraño que hasta ayer nomás apoyaba con fanatismo la causa de Kiev: la Argentina de Javier Milei. ¿Qué pasó?
La mayoría a favor de la condena quedó muy lejos de cualquier noción de consenso y Europa lo sabe. El vencedor de las elecciones alemanas del domingo, el conservador democrático Friedrich Merz, ya avisó que el bloque deberá trabajar para "independizarse de Estados Unidos", un viejo aliado que ya no es tal cosa.
A favor de Estados Unidos hay que decir que allí cambió un gobierno: el que era de Joe Biden ahora es de Donald Trump. En contra de la Argentina hay que resaltar la obviedad de que gobierna el mismo presidente, que, si tiene un rasgo coherente en materia de política exterior, es su sumisión a Washington.
El giro de Donald Trump arrastra a Javier Milei
En su giro, Estados Unidos ahora dice que Rusia se vio obligada a intervenir porque Ucrania osó salir de su esfera de influencia y acercarse a la UE y a la OTAN, club del que Washington es –por lo menos hasta que Trump decida lo contrario– socio principal. También se niega a hablar de "invasión", negocia la paz sólo con Putin, pergeña lucrativos negocios con una Rusia a la que sancionaba hasta el 19 de enero, dice que Volodímir Zelenski se convirtió en un "dictador" por haber permanecido en el poder tras el fin de su mandato, en mayo del año pasado, y reclama la devolución del dinero donado por Biden para armar al país arrasado –500.000 millones de dólares dice Washington, 100.000 millones dice Kiev– a través de la cesión de "tierras raras" y minerales estratégicos.
Donald Trump y su club del mundo no muy libre
Con su voto, Estados Unidos quedó del mismo lado de Rusia, la dictatorial Bielorrusia (aliada de la superpotencia), Israel, Corea del Norte y una serie de otros países que no son, precisamente, "las democracias del mundo libre" de las que Milei hablaba hasta hace poco. Entre ellos se cuentan también Burkina Faso, Burundi, República Centroafricana, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Mali, Islas Marshall, Nicaragua, Níger, Palau y Sudán.
Argentina no entró –todavía– a ese club exclusivo, sino que optó por la abstención como China, Irán y Brasil; ver para creer. Sin embargo, no hay que engañarse: eso es solamente un paso, una transición para que Milei pueda justificar el haber pasado de ser el mejor amigo de Zelenski, de invitarlo a su jura y de haber aceptado "La Orden de la Libertad" de Ucrania a la lisa y llana traición.
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Javier Milei le obsequia una mémora al presidente ucraniano Volodomyr Zelensky
Captura de TV
La Cancillería argentina dijo que la abstención se basa en que el presidente que proclamó ante la Asamblea de la ONU "el fin de la neutralidad" argentina ahora es un devoto de la paz. "Se busca terminar la guerra", fingieron en el Palacio San Martín.
¿Pero qué paz? ¿Una que le reconozca a Rusia sus conquistas en Crimea –en 2014– y en el este ucraniano –desde febrero de 2022– y le vete a Kiev el camino a Occidente deseado por la mayoría de su población? ¿Una que fuerce a Ucrania a entregar sus recursos naturales a empresas de Estados Unidos y a resignarse a una tutela eterna de Moscú? Así parece.
¿Qué tiene para decir la Argentina sobre eso? El respeto a la integridad territorial de los Estados es el principal pilar jurídico de la causa Malvinas. Eso también se juega en la postura nacional respecto de Ucrania.
Nada de eso le importó a la sobreideologizada Cancillería de Diana Mondino ni le importa a la aterrorizada y censurada de Gerardo Werthein. Nada de eso le importa a Milei.
