Es competencia y responsabilidad del ejercicio del Periodismo analizar los discursos públicos. Máxime, cuando se trata de la exposición del presidente de la Nación, Javier Milei, y de la violencia de su relato contra las minorías, expresado durante el foro de Davos, desarrollado en Suiza días atrás.
El ejercicio del poder requiere sensibilidad, equilibrio y sensatez. Se trata de tres condiciones que de manera inexorable deben estar presentes en toda sociedad, más aún entre las personas que actúan en representación de otro grupo de personas. Definir las implicancias de esas tres condiciones es más que una tarea semántica o subjetiva, impone una comprensión humana de la sociedad. Esa comprensión debe avanzar por encima de los objetivos mesiánicos, los pareceres propios o los intereses personales. La democracia impone considerar al universo social como un todo diverso.
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Javier Milei y la ética en el discurso
El discurso de Javier Milei en Davos
La principal herramienta de una democracia republicana es más que la ocasión que tiene el pueblo de elegir a sus representantes. Para ser efectiva, necesita que en su seno impere el respeto por las diferencias, un respeto que nunca puede ser postergado por razón ninguna.
La intolerancia resulta, además de dañina, un vicio imposible en una democracia. Un gobierno intolerante nunca es democrático. Bien conocemos ese oscuro lado de la calle, donde los restos de luz yacen sin alma.
Aquí no hay discusión sobre el contenido del relato que nos ocupa: fue artero, procaz, violento. Evaluar las intenciones electorales o las maniobras distractivas o las estrategias especulativas de ese discurso resulta menos importante que cuestionar ahora su temible contenido, cargado de una agresividad salvaje, lanzado a mansalva, luctuoso como una daga.
Los periodistas tenemos un compromiso ético con el público. No podemos permanecer en silencio cuando de manera directa e indirecta hemos sido, en muchas formas, aludidos. Pero, aunque así no hubiese sido, es competencia de las mujeres y hombres que trabajan con el lenguaje señalar sin amagues nuestro rechazo a los dichos del presidente Milei, que no generan más que consternación y angustia.
Las palabras importan tanto como las ideas y las acciones. El lenguaje nos cuenta la historia. Es entonces imprescindible saber con qué palabras, en qué lenguaje vamos a escribir nuestro futuro, porque los periodistas somos actores de la historia y, por formación, siempre queremos contar una buena historia. Y este no es el camino correcto.
(El autor es vocal titular del Círculo de Periodistas de la provincia de Buenos Aires)