EDITORIAL

Javier Milei y la "metáfora" de CFK en el cajón: las fuerzas democráticas deben ponerle un freno al Presidente

El mandatario escala en el uso de la violencia. Odio, fanatismo y el atentado contra Cristina. La olla a presión del humor social y el rol de la oposición.

“Me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina Kirchner adentro", confesó este domingo Javier Milei, el presidente de la Nación, en diálogo con TN. Desde el estudio de la señal de noticias, el periodista que lo entrevistó, Franco Mercuriali, calificó de “fuerte” la frase del mandatario, pero relativizó: “Es una metáfora”. Acaso Mercuriali no recuerde que la historia reciente de la Argentina probó, por si hacía falta, que hay personas fanáticas, cargadas de odio, enfermas de literalidad, que no son capaces de distinguir ese tipo de abstracciones y son capaces, en cambio, de interpretar una metáfora como una orden o, al menos, una invitación a hacer realidad las fantasías de sus líderes.

Embed - MANO A MANO CON JAVIER MILEI (Entrevista completa del 20/10/2024)

El 1 de septiembre de 2022, Fernando Sabag Montiel, una de esas personas cargadas de odio –al kirchnerismo, en su caso-, incapaces de reconocer la sutileza de una metáfora, gatilló dos veces su pistola Bersa a diez centímetros de la cara de Cristina Fernández de Kirchner. El arma no funcionó. Habría matado a la entonces vicepresidenta.

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1 de septiembre de 2022: Sabag Montiel gatilla a diez centímetros del rostro de Cristina Fernández de Kirchner.

1 de septiembre de 2022: Sabag Montiel gatilla a diez centímetros del rostro de Cristina Fernández de Kirchner.

Sabag Montiel no pudo reconocer la metáfora con la que venía machacando la oposición, fundamentalmente el macrismo, que proponía, palabras más, palabras menos, “terminar con el kirchnerismo”. La lógica de la aniquilación, la misma que había guiado el plan sistemático de exterminio desarrollado por la última dictadura.

No alcanzó con el intento de asesinato de CFK para que el PRO archivara esa consigna: en 2023, Patricia Bullrich la convirtió en eslogan de su campaña presidencial. “Te propongo terminar con el kirchnerismo, de verdad y para siempre”, cerraba uno de los spots que lanzó en los días previos a las elecciones generales del 22 de octubre.

Embed - Patricia Bullrich prometió "terminar con el kirchnerismo"

El "morbo", motor de Javier Milei

El Presidente, que en un nuevo estallido de furia televisada avisó que se entrega cotidianamente a la tarea de "trackear" a periodistas que lo critican -que los monitorea-, confesó este domingo que la posibilidad de “poner el último clavo en el cajón del kirchnerismo con Cristina Kirchner adentro” le genera “morbo”, una palabra que tiene varias acepciones en el diccionario de la RAE, entre ellas “interés malsano por personas o cosas” y “atractivo propio de lo turbio, prohibido o escabroso”.

La frase, cargada de odio y de una violencia inaceptable en boca de quien conduce el Estado -con el consiguiente monopolio del uso de la fuerza- y ostenta la representación no sólo de las personas que lo votaron sino del conjunto de la sociedad, no es una excepción en el Presidente, sino la norma: Milei utiliza sistemáticamente el insulto y la agresión para descalificar a toda persona o grupo de personas que expresan ideas diferentes a las que él defiende.

Todos los insultos de Javier Milei

La muestra más contundente está dada por lo que ocurrió el 28 de septiembre en el Parque Lezama, donde celebró la formalización de La Libertad Avanza como partido de alcance nacional. Allí, descargó una ráfaga impresionante de descalificaciones a periodistas, economistas, sindicalistas, encuestadoras, kirchneristas y otros colectivos a los que calificó de ensobrados corruptos soretes siniestros delincuentes sindigarcas parásitos degenerados y econochantas. Además, alentó a las cinco mil personas que lo escuchaban, agitando sus brazos, a cantarles "¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta!" a esos enemigos.

Milei ejerce y alienta la violencia; la legitima como instrumento político. Letra P lo ha dicho mil veces: el Presidente representa una amenaza para la convivencia pacífica. En un escenario de recalentamiento del humor social por los estragos que está causando “el ajuste más grande de la historia de la humanidad”, el mandatario está cocinando un caldo espeso en una olla que ya ha levantado demasiada presión, como se ha visto en una secuencia de hechos de violencia registrados en manifestaciones callejeras y se traduce en situaciones de tensión cada vez más frecuentes, como el escrache del que fue blanco la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que eligió responder a los gritos el repudio de un grupo de personas, y la pelea, en un estudio de televisión, entre el diputado Hernán Lombardi y el sociólogo Pablo Alabarces, que aceptó que el insulto "no es el camino" y aseguró: "Es la primera vez que puteo a un diputado", aunque advirtió que "podría no ser la última".

El Presidente está activando una bomba y, dada su condición, está sembrando un clima de violencia que se replica en la calle y en los medios, como en esta escena de otro programa de TN en la que un panel reduce el debate a una catarata de descalificaciones y ataques a un militante estudiantil que participa de la toma de una facultad.

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Con todo, ninguna manifestación de violencia realizada por particulares o grupos de particulares puede ser puesta en pie de igualdad con las que protagoniza el Presidente desde la conducción del Estado. Milei es responsable de todas las réplicas de su violencia.

¿Javier Milei no se da cuenta?

Es un interrogante difícil de responder si el Presidente no comprende la gravedad de sus actos y de sus palabras o tiene plena consciencia de ello y avanza igual, convencido de que hace lo correcto. Tampoco es fácil determinar cuál de los dos problemas sería más grande.

Gobernadores en la Asamblea Legislativa de Javier Milei
Los gobernadores, durante el apertura de sesiones de Javier Milei.

Los gobernadores, durante el apertura de sesiones de Javier Milei.

El rol de la oposición

Como fuere, ya no pueden caberles dudas a las fuerzas democráticas con representación parlamentaria de que es tiempo de generar una advertencia institucional fuerte y clara sobre la gravedad de la escalada de violencia cebada personalmente por el jefe del Estado.

Mientras se escribían estas líneas, la "metafora" presidencial de Cristina y el cajón merecía el repudio de numerosas figuras de la oposición, encabezada por el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. En su mayoría provenían del peronismo, aunque no necesariamente del kirchnerismo.

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Algunas de ellas señalaban que es tiempo de "ponerle un freno" a Milei porque "peligra la democracia", como señaló el jefe del bloque de Unión por la Patria de la Cámara de Diputados, Germán Martínez.

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Con el Presidente gozando de niveles de respaldo popular que todavía superan el 40% y una oposición que empieza a mostrarle un poco los dientes pero todavía le sirve para sostener vetos de altísima impopularidad, la unanimidad resulta una quimera.

¿Eso debería sofocar el intento? La política es el arte de lo posible, pero también debe ser el de lo correcto.

En definitiva, ¿qué más debería pasar para que la democracia se defendiese?

¿Que tendría que ocurrir para que quedase claro que está en juego la paz social?

¿Qué tragedia debería suceder?

Javier Milei en Parque Lezama.
Fran Fijap, agitador digital libertario: las juventudes de Javier Milei bajan a la calle. 

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